Hace unos días conversaba sobre el rol de la prensa en estas elecciones con un estudiante de periodismo. En medio del diálogo, que transcurría entre análisis y anécdotas, me preguntó —con evidente preocupación— qué harán los medios y los periodistas para recuperar la credibilidad perdida durante esta campaña.
Tras algunos segundos de silencio, para ensayar una respuesta adecuada y honesta, le respondí, con cierta tristeza, que de ese camino ya no se puede volver, el daño está hecho y la confianza, cuando se quiebra, difícilmente se recupera si hablamos de periodismo.
Luego de esta conversación me he preguntado si realmente, alguna vez, recuperamos siquiera parte de la credibilidad perdida cuando las imágenes de los fajos de billetes revelaron que las líneas editoriales fueron vendidas a la dictadura fujimorista o descubrimos cómo los reportajes eran dirigidos y hasta redactados en palacio. En los años siguientes a la caída del fujimontesinismo hubo algunos esfuerzos notables, pero insuficientes, por recuperar la alicaída imagen de la prensa frente a la opinión pública.
Volviendo a mi diálogo con el estudiante me preguntó qué pasará con el periodismo. En esto no hay respuesta fácil y sencilla, solo me atrevo a decir que el prestigio de la prensa y la recuperación de la confianza están en manos del periodismo independiente, ese es para mí el futuro y confío en que este logre rescatar el sentido de esta apasionante profesión: el servicio público y la búsqueda de la verdad.
En este proceso electoral, como en ninguno otro, plataformas como Ojo Público, La Encerrona, Sálvese Quien Pueda, Hildebrandt en Sus Trece, Convoca, La Mula, Sudaca, Útero.pe y otros más han sido espacios de alto valor periodístico. Espacios con pocos recursos si los comparamos con la infraestructura y logística de la llamada gran prensa, pero que han hecho grandes y mejores esfuerzos por ofrecernos información y análisis objetivos.
Los tiempos para la prensa se pintan oscuros y desalentadores, pero nuestro país cuenta con hombres y mujeres de prensa decentes y profesionales. Muchos aún están en medios tradicionales. Otros han sido expulsados de ellos. No me cabe duda de que estos últimos buscarán la forma de seguir contándonos las historias que necesitamos conocer. Apoyémoslos.