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Opinión

El agua ¿nos compromete o nos involucra?

“Tenemos que involucrarnos y entender que necesitamos restaurar amunas, esos sistemas incaicos y preincaicos de infiltración y recarga de acuíferos...”.

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El Día Mundial del Agua se conmemora cada 22 de marzo. Foto: Calendar

Por: Fernando Momiy Hada (*)

En una conferencia sobre la necesidad de conservar nuestros ecosistemas, escuché sobre la importancia de diferenciar entre “estar comprometidos” y “estar involucrados”. Hoy, cuando está fresco el Día Mundial del Agua, necesitamos pasar de estar comprometidos con el cuidado del agua, a estar involucrados en su recuperación, conservación y uso sostenible y, con ello, dar el salto del compromiso a la acción.

Involucrarnos con el agua es ser conscientes de su distribución dispar. Si bien el Perú es el octavo país con mayor cantidad de reservas de agua dulce del mundo −según la Autoridad Nacional del Agua−; Lima, con casi 13 millones de habitantes, es la segunda capital más grande del mundo ubicada en un desierto, solo después de El Cairo en Egipto, que tiene alrededor de 20 millones de habitantes.

La inmensa diferencia es que el río Nilo moviliza más de 100 veces la cantidad de agua que el río Rímac. El Nilo traslada un promedio de 2.830 m³/s y nuestro Rímac apenas 25,8 m³/s. De hecho, el río Rímac estaría seco si no fuera por un sistema de trasvases, túneles, lagunas y represas, pero también por las amunas, humedales, pajonales, terrazas y áreas de infiltración que tenemos en la cuenca de los ríos Chillón, Rímac, Lurín y en el Alto Mantaro.

No hay mejor momento que este día para reflexionar sobre cómo hacer del agua un recurso sostenible. El 71% de los glaciares tropicales del mundo están en el Perú. Esta riqueza glaciar es de suma importancia para el consumo humano, la agricultura, la generación eléctrica y la minería. Lamentablemente, el cambio climático ha hecho que en los últimos 35 años perdamos el 22% de todos ellos. Tengamos claro que con el recurso hídrico no hay medias tintas: el destino del agua nos involucra. Lo que suceda con el agua nos afectará directamente. Por ello, ya no basta únicamente con estar comprometidos con su cuidado y uso responsable, no es suficiente con ahorrar, cerrar los caños y reparar instalaciones y tuberías.

Tenemos que involucrarnos y entender que necesitamos restaurar amunas, esos sistemas incaicos y preincaicos de infiltración y recarga de acuíferos, y −si es posible− construir nuevas. Científicos del Imperial College de Londres destacan que replicando esta práctica se podrían desviar e infiltrar cerca de 100 millones de metros cúbicos de agua y cubrir el déficit de 43 millones de metros cúbicos que tienen actualmente Lima y Callao.

Involucrarnos es entender que tenemos que proteger y restaurar nuestros humedales y bofedales, que ocupan más de 500.000 hectáreas en el país y cumplen una importante función reguladora del recurso hídrico y de captura de carbono. Las turberas almacenan el 30% del carbono fijado en los suelos, a pesar de representar solo el 3% de la superficie del planeta, es decir, almacenan más carbono que toda la biomasa del planeta.

Involucrarnos es entender −también− que necesitamos invertir en recuperar nuestros andenes y terrazas para dar seguridad alimentaria a nuestras comunidades y retribuirles económicamente para que las conserven, porque disminuyen la erosión y contribuyen a la infiltración. Cuidar el agua, asimismo, es defender nuestros bosques y a los defensores de nuestros bosques.

Según la FAO, el 80% de la población del mundo enfrenta riesgos hídricos y el 70% del agua proviene de cuencas hidrográficas boscosas. Y casi el 60% de nuestro territorio está cubierto de bosques.

Involucrarnos con el agua significa estar plenamente conscientes de la importancia de esos ecosistemas, invertir en ellos y participar activamente en su conservación y restitución. Y ¿de qué manera podemos hacer esto? Conociendo la conexión entre el agua y los ecosistemas y trabajando por su protección y restauración, promoviendo las inversiones en infraestructura natural y siendo creativos en el uso eficiente del agua.

¡Cómo, entonces, no vamos a involucrarnos con la conservación y protección del recurso y de los ecosistemas proveedores si de ello depende la sostenibilidad del desarrollo!

(*) Director del Proyecto Infraestructura Natural para la Seguridad Hídrica.

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