Cada día, las colas por el oxígeno muestran que crece el requerimiento y que, además, con el paso de las horas se hace más difícil obtener esta medicina, que separa la vida de la muerte.
Horas complicadas para quienes también buscan camas UCI, porque las 1.728 unidades existentes a nivel nacional se encuentran ocupadas. Según datos de la Defensoría del Pueblo, el 23 de enero pasado no quedaba una sola cama UCI con ventilador para adultos en Lima y Callao.
Las cifras diarias de personas que demandan atención médica llegan a las 5 mil, un porcentaje de ellas –entre 1 y 2%– llega a la gravedad y a la necesidad de cama con ventilador. Se estima que dentro de 7 a 10 días, unas 2 mil personas necesitarán camas UCI, y ni los médicos ni los especialistas en emergencia sanitaria tienen claro dónde podrán acudir.
Lima, donde se concentra el 50% de nuevos contagios, muestra cifras que recuerdan algunos picos de la primera ola. Y con menores recursos y menor capacidad de respuesta a la que se tuvo en marzo del año pasado, ya que parece improbable una nueva distribución de bonos y subsidios.
En esta situación, sin camas y sin oxígeno, se esperan medidas dirigidas a paliar la crisis sanitaria, un plan de emergencia que aborde integralmente la pandemia, en este segundo rebrote más contagioso y más letal.
La cuarentena total o parcial, focalizada o calendarizada, debe contemplar que ahora el virus tiene un ciclo más acelerado, por lo que los síntomas se agudizan en menor tiempo. No existe la etapa intermedia y, por lo mismo, se requiere casi de inmediato la atención especializada.
También es fundamental evaluar la extenuación de un país enfermo y pobre por la prolongada cuarentena que no logró ni controlar el virus ni garantizar la calidad de vida de los peruanos, quienes han visto deteriorarse sus economías día a día.
A estas alturas, el confinamiento podría convertirse en un saludo a la bandera, con el consiguiente deterioro de la autoridad y el desborde social que propicia la necesidad de salir a trabajar y el riesgo cada vez más alto de contagio.
Las medidas que se adopten deben primero resolver la urgencia de las camas y el oxígeno, sin descuidar el bolsillo, que es al final el detonante del incumplimiento y la anomia. Hacemos votos porque las soluciones lleguen pronto.