Cargando...
Opinión

La esperanza vence al miedo

Los jóvenes, que se han constituido en la primera fuerza política, quieren vivir en una sociedad con nuevos valores libertarios.

larepublica.pe
hugo otero

La juventud venció al miedo y levantó la bandera de la esperanza con sus formidables protestas y señaló el camino del cambio, cuando millones van a elegir el nuevo presidente el próximo mes de abril.

La disyuntiva plantea visiones contrapuestas entre la esperanza y el miedo porque mientras la primera une y moviliza, la segunda divide y paraliza.

Ahora ciertos mensajes publicitarios, declaraciones de políticos y comentaristas, atizan el miedo para favorecer candidaturas presidenciales financiadas por grupos de poder que no quieren perder sus privilegios y miran al pasado

Sus argumentos manipulan hechos y noticias y su objetivo es producir ansiedad e inseguridad, para lo cual utilizan con descaro la mentira y el engaño.

Esas élites declaran que el Perú puede convertirse en socialista y caer en manos del comunismo y así tratan de sembrar la duda. Incluso amenazan a la generación del bicentenario advirtiéndole que por sus acciones serán responsables de la miseria de sus hijos.

Sin embargo la bandera de esperanza, que la mayoría del país acoge con entusiasmo, no tiene voceros ni líderes que la defiendan. Lejos de esa visión positiva el debate político se desvía y se centra en la idea de una nueva constitución, trata temas legales y económicos y sus participantes no alcanzan a comprender el sentido profundo del anhelo de la juventud.

Los jóvenes, que se han constituido en la primera fuerza política, quieren vivir en una sociedad con nuevos valores libertarios. Lo escriben expresivamente en sus pancartas y en los muros de las calles: “Mira más allá de tus privilegios”. “Cuestiona todo”. “El Perú está debajo del pavimento”. “Esto me llegó al pincho”. etc, etc. Entonces mentalidades retrógradas les echan pintura y los borran.

Ellos saben que son el futuro, aunque también saben que en las actuales condiciones no tienen futuro. Por eso despiertan a la participación política, remecen el país y hacen sentir en las conciencias su fervoroso llamado a la esperanza. Las encuestan lo comprueban y revelan que el 63% que no participó en las marchas las aprueba con entusiasmo.

Los han llamado con desprecio revoltosos, terroristas, extraviados, delincuentes sin rumbo ni destino. Las élites conservadoras no quieren aceptar que son la generación del bicentenario y que en algunos años mas serán los dirigentes del país.

Gracias a los jóvenes y sus luchas muchos peruanos van a votar con esperanza y sin miedo en las próximas elecciones.