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Opinión

No me esperen en abril

“Esto ocurre junto con dos procesos muy asociados a los medios sociales: la generación de burbujas de interacción...”.

larepublica.pe
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Uno ve la película El dilema de las redes sociales e inevitablemente piensa en cómo los medios sociales afectarán las elecciones y, en general, cómo modulan la política peruana hoy. Como se menciona en la producción de Netflix, la sensación es estar entre la distopía y la utopía. No por gusto se recurre al término “dilema”, y no al de problema. Este último alude a una situación que se puede resolver. El primero nos recuerda momentos donde debemos decidir entre dos alternativas equivalentes donde escoger una llevará, inevitablemente, a perder la otra. No es nueva esta disyuntiva. Los estudios sobre consumo de medios en general, y de medios sociales en particular, señalan cómo estos cubren la necesidad de información que todos tenemos para desempeñarnos en el día a día, para estar en contacto con los demás y socializar. Igualmente, han mostrado y siguen señalando los riesgos de depender de su consumo, así como los efectos no deseados en los usuarios.

Siempre que un nuevo medio ha incursionado en nuestra vida se han desatado temores de manipulación equivalentes a la peor pesadilla. El término “caja boba” antecede por mucho las advertencias dadas sobre las mal llamadas “redes sociales”. Hoy se conoce como “teoría hipodérmica” los conceptos que surgieron en los años 30 del siglo pasado donde se pensaba que los medios inocularían todo tipo de ideas a la gente que, por definición, se le asumía equivocadamente como una hoja en blanco manipulable. La investigación académica ha relativizado siempre el carácter apocalíptico de estos efectos, pero también ha identificado que existen, aunque no de la manera que el pánico inicial indicaba. Lo que hoy agita temores distópicos es que los medios sociales, a diferencia de los anteriores, no solo difunden mensajes, sino que permiten analizar al público de una manera y velocidad que nunca se pudo hacer. Permiten conocer qué hacemos para desde ahí influir en nuestro comportamiento de manera insospechada. El largo ciclo entre difusión y retroalimentación de los medios masivos o tradicionales ahora es solo cuestión de milisegundos. El resto lo hace la inteligencia artificial… y la intención de quienes la diseñan. Primero fue el afán comercial el que ayudó a trazar diversas rutas para la búsqueda de control. Pero esto ha derivado a la política con facilidad, donde también se buscan transacciones, en este caso, de ideas.

Esto ocurre junto con dos procesos muy asociados a los medios sociales: la generación de burbujas de interacción que va de la mano con un proceso de polarización social y política creciente. Son varios los estudios en diversos países que muestran cómo su uso está asociado a la polarización de ideas. La percepción selectiva siempre ha existido, pero hoy esta se facilita y se potencia haciendo más grande el círculo de referencia. El “nosotros contra ellos” crece y se retroalimenta digitalmente. Es cierto que en Perú el uso de los medios sociales tiene límites, pero crece en cada elección. Con campañas donde la última etapa suele ser de guerra sucia, la información falsa que abundará en abril del próximo año se verá menos falsa en el mensaje de las amistades.

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