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Opinión

Distancia social

“Esta pandemia nos está enrostrando la imposibilidad de supervivencia como sociedad, como humanidad, sin una noción sólida de bien común”.

larepublica.pe
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La polisemia (“Pluralidad de significados de una palabra o de cualquier signo lingüístico” DRAE) nos puede llevar a lugares insospechados. En el contexto actual, la expresión “distancia social” remite a la separación física que deberían respetar las personas, en la calle o en centros de tratamiento, con la finalidad de impedir el contagio del virus que ha alterado radicalmente nuestras vidas. Lamentablemente muchas veces no lo hacen. Sin embargo, en una segunda lectura nos remite a un aspecto determinante de la organización social peruana: la distancia abismal entre los diferentes sectores sociales.

La presente crisis ha pues to en evidencia que la distancia social que sí se respeta escrupulosamente es la de las clases. No es que no lo supiéramos: ¿conocen muchos países donde las trabajadoras del hogar no se pueden bañar a determinadas horas en las playas privadas y a ninguna en los clubes? Es solo que ahora lo que antes era esencialmente del orden de la humillación y el desprecio racista, se traduce en muertes por el deplorable estado de nuestros servicios de salud pública. Que no vienen de este Gobierno, por cierto: la desatención a los más necesitados es nuestra marca de fábrica. Son los insignificantes.

Una vez más tenemos que remitirnos al conflicto armado interno para encontrar esas muestras de indolencia ante la suerte de nuestros compatriotas más desfavorecidos (que son millones). La gran diferencia es que esta vez nuestros destinos están atados. El otro que te contagia, como dice mi amigo el psicoanalista argentino Mariano Horenstein en el diario Clarín, es el que te puede salvar. La solidaridad ha dejado de ser un concepto vacío de contenido, en la medida que no se la practica, para ser un imperativo de supervivencia.

Esta pandemia nos está enrostrando la imposibilidad de supervivencia como sociedad, como humanidad, sin una noción sólida de bien común. De esta salimos juntos o no salimos. Ojalá que esta interdependencia, tanto tiempo negada, sea uno de los aprendizajes del espanto que estamos viviendo. Se que es mucho pedir, dada nuestra Historia, anclada en los privilegios y la discriminación. Pero, como diría Antonio Gramsci: “Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad.” No recuerdo una crisis tan grave –ni con tantas dimensiones– en mi vida. Ojalá que nos haga crecer como colectividad.

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