Muchas mujeres peruanas siguen en la lucha de sentirse seguras en los espacios públicos, una lucha contra la cultura que nos hace creer que los “halagos” y “piropos” no son tomados como “acoso”. En el Perú, según un estudio de Ipsos de actitudes globales hacia la equidad de género, el 54 % de la población considera que el acoso sexual es uno de los problemas más grandes que enfrentan las mujeres.
En tal sentido, La Tarumba, con un papel protagónico dentro de la sociedad, busca enviar un contundente mensaje contra el acoso hacia las mujeres, a través de una de las escenas de su nuevo espectáculo “Volver” que se presenta en el Mallplaza hasta el 6 de octubre.
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Según se supo, su propuesta circense de este año pretende guiar a sus espectadores en la búsqueda y lucha de sus sueños. Es así que, según Ipsos, uno de los anhelos del 76 % de los peruanos es que los hombres también se unan a la lucha por los derechos de las mujeres, para que se logre la igualdad en el país.
“Esta escena comienza en un ring de boxeo, donde, por un lado, presentan a un boxeador con cualidades nada favorecidas para el deporte, “Pajarito” Carbajal y, por el otro, a un atlético, alto y fornido boxeador, Killer Hurtado. Este último acompañado por dos señoritas con una vestimenta que exageran sus atributos físicos, tal y como se suele hacer el teatro. Luego de algunos golpes y tropiezos, desde el público alguien silba a una de las señoritas que marcaba la cuarta ronda en el box”, comentó Fernando Zevallos, director artístico de La Tarumba.
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Asimismo, Zevallos agregó que la escena continúa cuando logran identificar al acosador y entre ambas señoritas lo enfrentan en el ring. Finalmente, ambas se despojan de todas las prendas que exageraban sus atributos físicos, quedándose con un polo que lleva el mensaje “basta”. Esta palabra es la que deja atónita al público y los hace pensar, pues luego de haberles parecido graciosa la escena, muestran un rostro de preocupación y reflexión.
La Tarumba continúa, no solo brindando un espectáculo lleno de magia y alegría, sino que además alega un mensaje profundo de la realidad peruana actual. Cada año busca descentralizar su arte, y esta vez se encuentra en Trujillo.
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