El 7 de septiembre de 1955, hace 65 años, una ley reconoció el derecho al voto de las mujeres y, con ello, su categoría de ciudadanas. Si bien a lo largo de los años habido avances importantes en el país, es importante recordar las necesidades históricas a las que se enfrentan la población femenina.
La inclusión total de las mujeres en las elecciones generales y locales más allá de su condición social, económica o política; la igualdad dentro del matrimonio; las cuotas de género electorales y la reciente aprobación de la Ley paridad y alternancia política son algunos de los hitos históricos logrados.
Sin embargo, debido a la discriminación estructural a la que está sometida la población femenina, es necesario ahondar en otras políticas específicas para las mujeres, incluso con aquellas aprobadas. Por ejemplo, si bien la Ley de paridad y alternancia logra representación femenina, esta solo es para las elecciones generales y no asegura la representación en los Gobiernos regionales y locales.
Voto femenino en 1956. Foto: Andina
Por ello, es necesario crear espacios y políticas específicas que permitan visibilizar el accionar de las mujeres y asegurar su participación en el ámbito público. Diana Portal, comisionada de la Adjuntía para los Derechos de la Mujer en la Defensoría del Pueblo, indicó a La República que es necesario continuar con políticas paralelas para lograr la presencia femenina en espacios de poder.
“La participación política no es solo que las mujeres podamos votar o que todas las ciudadanas seamos reconocidas, sino que tengamos las mismas oportunidades para estar en los espacios de tomas de decisiones, en los espacios de poder, porque también es una presencia equilibrada de las mujeres para poner en agenda nuestros derechos”, expresó.
Para Jeannette Llaja, abogada feminista, son notorios los avances que se han logrado en el país; sin embargo, aún es necesario revisar las políticas a favor de la población femenina. Sobre todo, incidir en la discriminación estructural y desigualdad a la que están sometidas las mujeres.
“Uno no puede negar que hemos avanzado, pero también es claro que hay muchos pendientes y que la desigualdad es persistente. Más allá de la parte política, existe la brecha salarial (…), las mujeres se ven recargadas con todo el trabajo doméstico (…) y el tema de la violencia contra las mujeres. (...) La situación de hoy, de nosotras, es muy distinta a la de nuestras abuelas e, inclusive, la de nuestras madres, pero los pendientes también son grandes”, explicó.
PUEDES VER: Micromachismos: ¿cómo influyen las actitudes y frases sexistas que escuchamos a diario en los menores?
En materia económica del país, según la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) 2019, los hombres ganan en promedio mensual por trabajo un 26,1% más que las mujeres. Además, la tasa de actividad productiva de la población femenina asciende a 64,5%; mientras que, la masculina llega al 81,1%.
Sobre la representatividad, de acuerdo a datos del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), en el Congreso de la República solo 24 de los 130 escaños, es decir el 26,15%, son mujeres. Asimismo, según los mismos datos, ninguna mujer es gobernadora regional y solo 8, un 4,08%, son alcaldesas en un total de 196 alcaldías provinciales.
Se puede mencionar diversos ítems que evidencian las brechas que existen entre la población femenina y masculina. Para Diana Portal, asegurar todas las materias de derecho en la población femenina es asegurar un libre desarrollo sin violencia y con igualdad de oportunidades.
“No podemos decir que garantizamos los derechos civiles y políticos si no garantizamos también los derechos sociales, económicos y culturales. Y hablamos de la salud sexual, del tema laboral, (...) Al final de derechos humanos”, puntualizó.