En una tranquila comunidad de Texas, una creciente población de cerdos salvajes ha comenzado a alterar el equilibrio de la vida cotidiana, generando preocupación entre los residentes. Estos animales, conocidos por su adaptabilidad y velocidad de reproducción, han encontrado un hábitat ideal en las áreas rurales y suburbanas de Estados Unidos. Por ende, la situación ha llevado a diversos locales a debatir sobre las medidas necesarias para controlar esta problemática que parece intensificarse con el tiempo.
La presencia de estos cerdos ferales no solo plantea desafíos para la convivencia humana, sino que también despierta dudas sobre cómo abordar una especie considerada invasora y dañina en muchas regiones de Estados Unidos. A medida que los testimonios de los afectados ganan atención, se intensifica el llamado a las autoridades para implementar soluciones efectivas que mitiguen los impactos de este fenómeno en las comunidades afectadas.
Los agricultores y ganaderos, que suelen sufrir gran parte de la destrucción causada por los cerdos, pueden cazar o contratar a alguien para que cace a los animales sin licencia en terrenos privados, sin límites en cuanto al número de animales que pueden matar. Sin embargo, se necesita una licencia de caza estándar para cazarlos en terrenos públicos, informó WFAA.
Las medidas para controlar la población de cerdos salvajes en Texas incluyen una combinación de estrategias que abordan tanto la captura como la eliminación de estos animales. A continuación, las principales medidas para tomar en cuenta.
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Es importante reconocer a este peculiar animal. Los cerdos salvajes en Texas, descendientes de cerdos domésticos y jabalíes europeos, son animales robustos, inteligentes y más grandes que sus parientes. Su tamaño varía entre 75 y 200 kg, con pelajes oscuros y colmillos prominentes en los machos. Viven en manadas, prefiriendo hábitats variados como bosques y áreas cercanas al agua. Son nocturnos y altamente reproductivos, con hembras capaces de tener hasta dos camadas de 4-12 crías al año. Estas características, junto con su capacidad para escarbar y adaptarse, los convierten en una especie difícil de controlar y eliminar.