En los últimos días, algunos alcaldes de los distritos costeros de Lima han expresado su preocupación por el alto número de veraneantes que abarrotaron las playas de la capital.
El primero fue el alcalde de Chorrillos, Fernando Velasco, quien, en las primeras horas del nuevo año dijo que entre la 1 y las 3 de la tarde del 1° de enero habían contabilizado en las playas de su distrito la presencia de unos 50.000 bañistas. Una suma récord, si se considera que exactamente un año atrás, el 1° de enero del 2023, se reportaron 35.000 veraneantes.
Días después, la burgomaestre de Barranco, Jessica Vargas, informó que las dos playas de arena de su distrito, Los Yuyos y Las Sombrillas, habían recibido en conjunto unos 10.000 bañistas, el doble de los que acogen normalmente.
Velasco y Vargas consideraron que quizás ya era hora de establecer un aforo máximo para las playas de Barranco y Chorrillos. Para minimizar el arrojo de residuos, limitar los contagios de Covid-19 y por un tema de seguridad.
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La erosión marina está afectando las veredas del malecón de Miraflores. Foto: John Reyes/La República
Liliana Miranda, directora del Foro Ciudades para la Vida y miembro del Colectivo Costa Verde de Todos, está de acuerdo y sostiene que esa es una medida que debe aplicarse cuanto antes para toda la Costa Verde.
–Todo espacio público cerrado que tenga concurrencia de público por ley debe tener un certificado de defensa civil, que garantiza la seguridad de las personas, y eso comienza con un estudio del aforo –dice–. Esto se establece en los cines, en los restaurantes, en las oficinas. ¿Por qué no lo hacemos en un espacio como este?
Miranda, urbanista con un doctorado de la Universidad de Ámsterdam, observa que, a diferencia de las zonas costeras de otras ciudades, la Costa Verde está encerrada por los acantilados, que constituyen una barrera natural para el escape de los veraneantes en caso de un sismo y un tsunami.
–Imagina un domingo de febrero, a las 3 de la tarde… Podrías tener unas 400 o 500 mil personas en toda la Costa Verde –dice–. Son 21 kilómetros. ¿Qué va a pasar en caso de un sismo de, digamos, 8 grados? Lo primero que va a pasar es que los acantilados se van a venir abajo.
En 1940, un terremoto que sacudió Lima provocó el derrumbe de los acantilados, desde San Miguel hasta Chorrillos. Un superviviente describió la escena como “una gran catarata de tierra, de dimensiones mayores que las del Niágara”. El señor Guillermo Roose, socio del Regatas, dijo que el malecón de Chorrillos cayó “como un huaico”. “Kilómetros y kilómetros de tierra caían sin cesar hacia las playas, generando nubes de polvo inconmensurables”, narró.
–Cuando los acantilados se vengan abajo, la gente va a tener que meterse al agua, porque no va a poder respirar por el polvo –dice Liliana Miranda–. Y luego de eso va a tener que salir. En un sismo de 8 grados en Lima, tienes unos 20 minutos para escapar de las olas que van a venir, según dicen los expertos. La gente tendrá que salir como pueda.
La especialista sostiene que se necesita capacitar a los veraneantes sobre las rutas de evacuación seguras. Recuerda que en caso de sismo de gran magnitud o tsunami no se pueden usar ascensores ni teleféricos y que las escaleras colapsarían junto con el talud del acantilado. Por estas razones es tan importante establecer un aforo y hacerlo cumplir.
Pero ese no es el único desafío que tiene por delante la Costa Verde.
Entre activistas hay preocupación de que se permita construir edificaciones en los acantilados. Foto: Archivo La República
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Hace dos semanas, la Municipalidad de Miraflores pidió que se declare en emergencia las playas Los Delfines, Tres Picos y La Pampilla debido a que desde hace años la erosión marina está destruyendo el malecón e incluso está afectando la autopista del circuito de playas.
Analizando aerofotografías de la costa miraflorina, los funcionarios ediles descubrieron que, en los últimos 15 años, las playas del distrito han perdido 10.7 hectáreas de terreno (espacio equivalente a 11 manzanas). Las playas que más terreno perdieron fueron Los Delfines, Tres Picos y Redondo I.
Esta semana, Domingo recorrió varios tramos del malecón y comprobó que la erosión está poniendo en riesgo la integridad de los veraneantes. Actualmente, hay un tramo del malecón en la playa Makaha que, literalmente, está suspendido en el aire: toda la base de la vereda ha sido carcomida por las aguas.
–Hay un gran problema de erosión desde hace muchísimos años, pero lamentablemente no se hace nada al respecto –dice Jazmín Atala, también integrante de Costa Verde de Todos–. Comparando la Costa Verde saludable de los años ochenta con la de hoy se puede apreciar una gran pérdida de espacio de playa. El Plan Mar propuesto por la Autoridad del Proyecto Costa Verde no brinda una solución sostenible.
Desde inicios del 2022, la Autoridad del Proyecto de la Costa Verde viene difundiendo su propuesta de Plan Maestro de la Costa Verde 2022-2032, que contempla la generación de nueve espacios (llamados “polos estructurantes”) donde se podrán realizar actividades deportivas, recreacionales, comerciales y turística. Según el plan, en las áreas adyacentes a estos polos se permitirá la construcción de edificaciones, tanto en los acantilados como en las zonas de playa.
El plan también propone la generación de nuevas playas –en San Isidro, Magdalena y San Miguel– y la recuperación de otras en Miraflores, Barranco y Chorrillos, gracias a la instalación de 17 espigones y 5 rompeolas.
Frente a estos planes, los miembros del colectivo Costa Verde de Todos tienen muchas preguntas específicas. Por ejemplo, ¿qué tipo de establecimientos y/o actividades se permitirán? ¿En qué estudios se basan sus propuestos de uso de suelo? ¿Se han hecho estudios de aforo? ¿Geológicos? ¿De rompientes? ¿Cómo manejarán la subida del nivel del mar, que será de al menos un cm por año, según la Dicapi? Si los resultados de sus propuestas fuesen perjudiciales, ¿hay planes de contingencia?
Arquitecta Liliana Miranda delante de rajadura en terraplén hecho de escombros en San Isidro. Foto: John Reyes/La República
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Problemas como la erosión, la aparición en las playas de los escombros que se depositan en los terraplenes de San Isidro, Magdalena y San Miguel, o el peligroso hacinamiento no requieren de respuestas aisladas, señala Liliana Miranda.
–Se necesita un estudio conjunto de los problemas de la bahía, que es el que nos va a dar las soluciones parciales, que cada municipio podrá aplicar –dice–. Nosotros hemos enviado una lista de preguntas a la Autoridad del Proyecto de la Costa Verde desde hace dos años, pero hasta ahora no tenemos respuesta.
Domingo trató de contactarse con voceros de la autoridad, pero hasta el cierre de edición eso no fue posible.