Hace unos días, el Vaticano anunció que a partir de ahora los sacerdotes podrán bendecir a las parejas del mismo sexo, algo que hace unos cuantos años habría parecido una herejía. Para entender los cambios que se están produciendo en la Iglesia Católica, conversamos con el historiador Juan Fonseca, especialista en religiones y un agudo observador de las políticas que ha puesto en marcha el papa Francisco desde su llegada a Roma. De acuerdo al especialista, a través de declaraciones y anuncios como este y otros, que a algunos les pueden parecer pequeños o poco relevantes, el sumo pontífice está liderando un cambio histórico en lo que se refiere a la actitud pastoral de la Iglesia hacia las personas LGTBI.
El Vaticano ha anunciado que permitirá a los sacerdotes bendecir a las parejas del mismo sexo. ¿Por qué adopta esta decisión? ¿Es un pedido de los sacerdotes? ¿O una demanda de las personas LGTBI que profesan la religión católica?
Yo diría que es una combinación de ambas cosas, en el sentido de que dentro de la Iglesia Católica hay muchas personas LGTBI y ellas hace tiempo están presionando, en particular en Europa y en los Estados Unidos, para que la Iglesia reconozca cierta dignidad en las uniones. Entonces, creo que esta declaración surge, básicamente, en respuesta a ello.
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En febrero de 2021, la Congregación para la Doctrina de la Fe había dicho que no era lícito bendecir las uniones homosexuales porque no eran uniones “ordenadas al servicio de Dios”. Ahora dice que sí. ¿Qué cambió en estos tres años?
Creo que cambió la actitud pastoral de Francisco y de la jerarquía de la Iglesia, a partir, también, de cierta presión de sectores de la Iglesia, principalmente de Europa. En Alemania, la Iglesia Católica hace años está “amenazando” con bendecir a las parejas del mismo sexo y también con otros asuntos, como el de los divorciados. Hay una presión particular en Europa y los Estados Unidos por abrir la Iglesia a sectores tradicionalmente excluidos. También hay que tomar la declaración en su debida dimensión. En la declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, la idea de que las uniones entre personas del mismo sexo son irregulares no ha cambiado. Lo que ha cambiado es la actitud pastoral frente a ellas.
¿Francisco está cambiando o es que toda la cúpula está cambiando?
Creo que, en principio, es un proceso personal de él. Antes de ser papa, tenía una opinión en contra de la aprobación del matrimonio igualitario, pero, desde que ha asumido su pontificado, su actitud ha cambiado bastante, como si hubiera asumido una responsabilidad global, con una actitud más abierta y más de bienvenida a lo diverso. Hay un sector progresista dentro de la Iglesia, en Occidente en particular, que está teniendo muchos cambios, pero, por otro lado, hay un sector conservador fuerte, en los Estados Unidos, en África…
En América Latina…
En América Latina hay un sector mayoritario que es contrario, pero no es tan militante en su oposición, como en el caso africano o en el del conservadurismo norteamericano. Pero en ese sector progresista la apertura se da como a dos velocidades. En el ámbito doctrinal están avanzando lentísimo. No ha cambiado el dogma, sigue siendo el mismo: el matrimonio solo entre hombre y mujer. Pero sí se ha avanzado bastante en la actitud pastoral. Lo que está diciendo el Vaticano es “miren, ustedes no están en una unión plenamente moral, pero aun así la Iglesia les quiere dar un abrazo, les quiere brindar acogida”.
Alguien podría decir que también es un asunto de imagen, que como ahora está bien visto ser gay friendly, la Iglesia se hace la gay friendly, cuando en el fondo se sigue oponiendo a las relaciones LGTBI
Podría ser, pero a la vez es un enorme riesgo, porque, a pesar de todos estos avances, en particular en el mundo occidental, la mayoría de la Iglesia Católica sigue estando en América Latina, en África, donde la mayoría es opositora.
¿Es un tema de convicción personal de Francisco?
Yo creo que sí. Francisco está tomando riesgos que ningún papa anterior ha tomado, pero sin tensar demasiado la cuerda. Eso a veces en los activismos LGTBI o feministas no lo entienden. Yo comprendo que desde fuera se pueda ver como una nimiedad, incluso algunos lo ven como una hipocresía, porque igual sigues condenándolo, pero, si lo ves como un proceso histórico, esto es un gran salto para la Iglesia.
¿Nunca habían llegado tan lejos?
La Iglesia Católica jamás había tenido una declaración de este tipo desde el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que es el que define lo que es correcto o incorrecto. Pero si él [Francisco] se atreviera, por ejemplo, a redefinir el concepto de matrimonio, se viene un cisma. Porque la mayoría sigue siendo conservadora.
Son pequeños pasos, pero seguramente tienen impacto en la vida cotidiana. Cuando dijo que a los homosexuales no se les debía expulsar de las familias, imagino que pudo haber un cambio en la actitud de muchas familias hacia sus hijos gays o sus hijas lesbianas.
Creo que en muchos casos sí, como el catolicismo es una religión muy jerárquica, una declaración de este tipo de todas maneras impacta en las actitudes cotidianas de los fieles católicos. Pero, a la vez, también es un desafío porque muchos sectores conservadores que hace años eran los más fervientes creyentes en la autoridad absoluta de los papas, ahora ya lo están repensando. Por eso digo que es un riesgo, pero es un riesgo que sale a partir de una apertura desde lo pastoral. Me voy a atrever a plantear lo siguiente: probablemente, Francisco y algunos otros líderes actuales de la Iglesia Católica ya están repensando, incluso, su concepción del matrimonio, pero no lo afirman básicamente por una cuestión de estrategia. Hacerlo es cruzar el Rubicón. Implicaría una ruptura. Entonces, lo que están haciendo es intentar marchar poco a poco.
Algo que no suelen tomar en cuenta los sectores más conservadores del cristianismo es que hay un gran número de personas LGTBI que son cristianas y que buscan espacios para profesar su fe.
Eso ha existido siempre, en toda la historia. Las personas LGTBI, en toda su diversidad, siempre han estado a lo largo de la historia de la Iglesia y en la actualidad no solo están, sino que cada vez se visibilizan más. En la antigüedad era una cuestión más escondida.
Por lo general, ¿ellas tratan de integrarse a las iglesias?
Creo que cuando, a partir de los años 60, 70, surgen los movimientos de defensa de la comunidad LGTBI, va ocurriendo un proceso de ruptura de parte de los sectores con más activismo en la defensa de los derechos, una ruptura con sus iglesias porque las ven como un obstáculo para el reconocimiento de sus derechos. Pero hubo un sector que no, que se quedó y desde adentro lucha y plantea cambios
Se quedan dentro, pero sin salir del clóset.
En algunos casos sí, en algunos casos no. Creo que cada vez hay más gente que está, como tú dices, saliendo del clóset, para que también la Iglesia deje de pensar como el presidente de Chechenia, quien dice que no hay gays en la Iglesia. Las iglesias están llenas de personas de la diversidad sexual. Una vez un pastor evangélico me decía, medio en broma, que si su denominación evangélica expulsaba a todos los gays de su templo se iban a quedar sin coro (risas). Yo diría que, en el caso de la Iglesia Católica, probablemente perdería a la mitad de sus monjes. La vida religiosa, durante mucho tiempo, ha sido uno de los principales refugios para las personas de la diversidad sexual. Porque, al entrar en estos espacios, uno dejaba de recibir la presión de casarse y, por otro lado, entraba a una fraternidad con personas de su mismo sexo de por vida. Y, claro, abundan las historias de hombres y mujeres que desarrollan afectos por sus compañeros y encuentran cierta compresión, sutil, muy por debajo, que no habrían tenido si estuvieran fuera. Paradójicamente, las iglesias —te lo digo por experiencia, en tanto yo soy una persona creyente y a la vez una persona de la diversidad sexual— pueden ser muy hostiles hacia la diversidad sexual, pero a la vez te ofrecen recursos teológicos, doctrinales, pastorales para defenderte de la propia homofobia que surge de la institución. Porque yo no creo que las religiones sean intrínsecamente hostiles a la diversidad sexual.
Pero las iglesias sí lo son.
Las instituciones sí. Pero hay que distinguir entre las instituciones y el sentimiento religioso.
¿Qué pasa con las personas de la diversidad sexual que son rechazadas por las iglesias?
En la actualidad hay tres caminos. Uno es el camino de salir y negarse a cualquier tipo de experiencia religiosa…
Perder tu fe.
O, más bien, perder la confianza en las instituciones. No estoy seguro de si pierdes tu fe. Pero sí, es cierto que hay un sector importante de gente LGTBI que decide no creer, motivada por el dolor que les ha causado la Iglesia. El otro camino es salir, pero intentar formar espacios de fe alternativos. Hay decenas de grupos cristianos inclusivos que se han formado, en algunos casos fuera de las iglesias, en otros logrando que algunas denominaciones cristianas los acojan. En Perú, por ejemplo, están la Comunidad Católica de la Diversidad o la Comunidad Ecuménica El Camino, que son espacios que existen fuera de la oficialidad, pero mantienen su espiritualidad cristiana… Y un tercer grupo serían aquellos que se quedan dentro de las iglesias e intentan producir algunos cambios.