La memoria nos trae la imagen de Percy Ruiz como el periodista serio, concentrado, que al minuto siguiente podía sorprenderte con un comentario inteligente, con chispa, y hacerte sonreír. Durante muchos años fue el jefe de informaciones de la edición diaria de La República, y era el editor de Domingo cuando nos dejó, a los 51 años, sorpresivamente.
Son diez años de ausencia, pero Percy sigue siendo una presencia constante en los recuerdos de los amigos que compartieron -compartimos- redacción con él. Tomó las riendas de este suplemento mientras se hacía un rediseño de nuestras páginas para ponerlo a tono con los tiempos. Y se encargó de llevar a buen puerto el encargo.
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Lo precedían sus cualidades de organizador disciplinado, desplegadas en la jefatura de informaciones del diario. Había sido reportero, cronista de revista y jefe de sección, y conocía a fondo los recursos del buen periodismo. Era, por eso, un editor confiable en la búsqueda de temas novedosos o el tono que debíamos buscar para las notas.
El 2009, por ejemplo, cuando en EEUU empezaba la crisis de los diarios impresos, participó de una visita por varios medios norteamericanos -entre ellos el New York Times y el Washington Post- y vio de cerca los problemas y las soluciones que tenían para reinventarse: la necesidad de la convergencia de los medios (impreso, redes, radio y televisión) y seguir haciendo buen periodismo. Una ruta que La República ha seguido.
“Al margen del medio o soporte –papel, online, radio o televisión- hay que continuar verificando los datos, contrastando las declaraciones, consultando varias fuentes, en resumen, ofreciendo información que sea confiable, veraz y que sea propia porque, esa es la única fórmula que nos asegura un espacio, una vigencia en el futuro...”, le dijo Percy en una entrevista a Mario Munive, exeditor de este diario, en tiempos en los que ya se empezaba a hablar aquí de temas como la convergencia.
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Más allá del ámbito del periodismo también fue muy ordenado. Su hermana Jessica recuerda que le llamaba la atención cómo se organizaba para atender las tareas del trabajo, y darse tiempo para su familia (su esposa Elsa y sus dos hijas), y también para sus padres y sus hermanos. Por eso el golpe de su temprana partida fue terrible para todos ellos.
“Son diez años del momento más difícil para nuestra familia. Para nosotros hay un antes y un después de su partida. Para mí fue impactante porque lo vi un día y me dijo: ‘Nos vemos el lunes’ y se puso mal el fin de semana”. Y ya no se recuperó. Ella lo recuerda como el hermano serio, pero bonachón y comprensivo. “Siempre tenía comentarios que me hacían reír”.
Elsa Úrsula, su esposa, puso hace unos días en su Facebook una frase hermosa y emotiva: “Tengo dos pedacitos de eternidad soplándome a cada paso. La gracia de mi madre que me tiene sujeta mientras cruzo las pistas de mi vida, y la voz eterna y maravillosa del hombre que decidió acompañarme más allá del tiempo y del espacio. Amor que le dicen”.
Su familia lo recordará con una misa en la Parroquia Señor de la Divina Misericordia (Parque de la Amistad - Surco) a las 8:40 p.m. del jueves 22 de junio. Muchos de sus amigos y colegas lo recuerdan, lo recordamos, como el periodista alto y serio que imponía respeto cuando de trabajo se trataba, y también como el amigo de frases inteligentes y precisas, medio en serio medio en broma, que soltaba en circunstancias distendidas. Diez años de ausencia, Percy, pero siempre presente.