La mañana del 15 de enero de 2021, la italiana Cristina Rosa, dueña del restaurante The Sunset, ubicado en Playa Chica, en el balneario de Santa Rosa, bajó a la playa atraída por un extraño olor y se encontró con una arena oscura y hedionda. Unos kilómetros al sur, en Ventanilla, se había producido un derrame de petróleo en la terminal 2 de la refinería La Pampilla, operada por Repsol, accidente que desencadenó el mayor desastre ambiental en la historia del país. Cristina Rosa no lo sabía, pero a partir de ese día su vida no volvería a ser la misma.
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Cristina Rosa observa el mar del balneario Santa Rosa desde su restaurante, The Sunset. Foto: John Reyes
Hoy es jueves, ha pasado casi un año desde la tragedia y la empresaria observa el mar desde los ventanales de su restaurante, con amargura.
–Me siento al borde de la locura –dice con la voz temblorosa–. Esta es la crisis más difícil de mi vida.
Es mediodía, hora en la que, cualquier día de verano, en The Sunset abundaban los comensales. Rosa dice que los fines de semana tenían que cerrar la puerta a la una porque no cabía nadie más. Hoy, excepto por una pareja que está estudiando el menú, el local está vacío.
Rosa dice que, con esfuerzo, gracias al prestigio de su establecimiento, pudo aguantar el golpe financiero que supuso la pandemia , y que preparó todo para recuperarse en el verano del 2021. El derrame de Repsol destruyó sus planes. Sus ingresos el año pasado cayeron a la mitad. Y ahora, con el cierre de playas, le asusta pensar que este año la situación seguirá igual. O peor.
"Necesitamos de manera urgente que nuestras playas queden limpias”, dice el burgomaestre de Ancón, Samuel Daza. Foto: John Reyes
En el otro extremo de Playa Chica, Guillermo Osorio vive con las mismas preocupaciones. Antes de la temporada veraniega de 2021, el dueño del restaurante La Cueva se hizo un préstamo bancario para hacer mejoras en el local y adquirir un lote de cuatrimotos para alquilar a los turistas. Pero todos sus planes se vinieron abajo.
Hoy, después de que remató los vehículos y acudió a otras entidades para ir pagando sus deudas, su negocio sobrevive vendiendo bebidas a los pocos visitantes que llegan a la playa. Nada haría más feliz a Osorio que las autoridades ambientales anuncien que Playa Chica está, por fin, libre de contaminación y que podrá ser reabierta a los bañistas. Pero él sabe que eso, hoy en día, es una probabilidad todavía lejana.
En octubre del año pasado, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) emitió un reporte en el que informó que había 48 playas afectadas por el derrame de hidrocarburos: casi todas las de Ventanilla –excepto Playa Negra–, todas las de Santa Rosa, 10 de 13 de las playas de Ancón y la mayoría de las de Chancay.
Repsol, responsable del desastre, sostiene que, tres meses después, la situación está mucho mejor. Esta semana, sus voceros aseguraron que, de acuerdo a sus últimos monitoreos, casi todas las playas de la zona afectada están libres de crudo o lo tienen por debajo de los estándares de calidad ambiental. “Es seguro ir a la playa”, remarcó Luis Vásquez, su director de Comunicaciones.
"Nosotros queremos reabrir las playas, pero no podemos ser irresponsables”, dice el alcalde de Santa Rosa, George Robles. Fotografía: John Reyes
Pero las autoridades locales no están convencidas. Hace unos días, George Robles, alcalde de Santa Rosa, recorrió el litoral de su distrito y encontró manchas de petróleo en las rocas y en la arena. Y el miércoles, el alcalde de Ancón, Samuel Daza, recibió un video en el que se veían manchas de crudo en el mar que, al parecer, habían aflorado debido al maretazo de mediados de semana.
–Nosotros queremos abrir las playas –dice el alcalde de Santa Rosa–, pero no podemos ser irresponsables. La OEFA y la Digesa son las que nos tienen que decir si ya están aptas para los bañistas.
–Necesitamos que la OEFA venga de urgencia a recoger nuevamente muestras para determinar si nuestras playas ya están libres de hidrocarburos –dice, por su parte, el burgomaestre de Ancón.
Fuentes del organismo ambiental señalaron que durante los últimos días sus especialistas han estado recogiendo muestras en los sitios contaminados y que se realizarán nuevos análisis que deberían estar listos en las próximas semanas.
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Mientras tanto, el verano avanza, las playas siguen cerradas y los comerciantes sufren.
Como Cintya Ramos, dueña de uno de las 16 puestos de ceviche que hay junto al Muelle de Ancón. Si en tiempos normales ella vendía 100, 120 platos al día, hoy con las justas llega a la decena, dice. Los visitantes no vienen, sus ingresos se reduce y, encima, debido a que las actividades pesqueras están cerradas desde el derrame, tiene que comprar el pescado fuera del distrito.
"Antes, lo que ganábamos en el verano nos ayudaba a vivir el resto del año", dice Cintya Ramos. Foto: John Reyes
–Antes, lo que ganábamos en el verano nos ayudaba a vivir el resto del año –dice–. Ahora tenemos que hacer otras cosas. Yo me he puesto a limpiar casas. Y mi esposo [que es pescador artesanal] hace cachuelos, pinta, lo que salga en el día.
El alcalde de Ancón señala que debido al cierre de las playas, su comuna ha dejado de percibir más de tres millones de soles de ingresos y que las pérdidas en todo el distrito bordean los 30 millones. El de Santa Rosa sostiene que las pérdidas generales en ese distrito alcanzan los 15 millones. Son cientos de personas que trabajan en restaurantes, en alojamientos, en mototaxis y taxis, como ambulantes y en negocios de todo tipo, las principales víctimas de este verano sin playas.
–Si la OEFA dice que las playas no pueden abrirse, vamos a seguir teniendo pérdidas durante todo el año –dice Samuel Daza–. La municipalidad no tiene recursos. Los vecinos necesitamos de manera urgente que nuestras playas queden limpias.
Al cierre de esta edición, la viceministra de Gestión Ambiental, Giuliana Becerra, adelantó en una radio local que los monitoreos realizados por OEFA vienen reportando presencia de hidrocarburos. Parece muy difícil que las playas de Lima norte puedan volver a la normalidad a tiempo. Será otro verano de víctimas inocentes y pérdidas millonarias.