A partir del kilómetro 550 de la Panamericana Sur, casi en la frontera que separa Ica de Arequipa, se puede recorrer uno de los paisajes más solemnes y espectaculares de la costa peruana. Debe ser el único tramo de la autopista donde se ven cargadores frontales a ambos lados de la vía, dispuestos a desmantelar las dunas que en pocos minutos pueden cubrir el asfalto. La ventisca que viene del mar arrastra partículas de sal y arena; y un ojo experimentado puede identificar los fósiles de ballenas que emergen en medio del desierto. Los mejores especímenes están bien resguardados en el vecino museo de sitio de Sacaco.
Ojo avizor. Pareja de lechuzas resguarda su nido en un islote situado entre el mar y el desierto.
Si Borges imaginaba el paraíso bíblico como una gran biblioteca, para este servidor el paraíso está justo en el valle de Yauca, que emerge como un oasis, con su bosque de olivos y decenas de kioskos, donde ofrecen deliciosas aceitunas.
Antes de Yauca está el cruce que lleva al poblado de Acarí (distante a unos veinte kilómetros) y al otro lado está el desvío a Chaviña, un poblado oculto que casi llega hasta el mar y que resguarda una enigmática necrópolis prehispánica.
Pero Chaviña guarda otro secreto que sorprendió al experimentado viajero James Posso: un paisaje de humedales en el que pudo identificar medio centenar de especies de aves en apenas un día. “Fue una suerte llegar a este lugar gracias a una charla con el subgerente de Medio Ambiente de la municipalidad distrital de Bella Unión, provincia de Caravelí, Arequipa”, recuerda Posso.
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James Posso es un expedicionario fundador de la Asociación Ñan Perú, con la que ha logrado constituir varias áreas naturales protegidas, sobre todo en Arequipa. De ahí que nos llame la atención su sorpresa cuando visitó los humedales de Chaviña: “No tienen nada que envidiar al Santuario Nacional Lagunas de Mejía (en Islay), ni a cualquier otro humedal protegido a lo largo de la costa peruana. Este lugar casi intacto, solo es recorrido por sus pobladores dedicados a la pesca artesanal, a la agricultura y a la venta de comida en base a especies marinas”, cuenta el expedicionario.
Más sorprendente aún fue comprobar que estos humedales tampoco eran conocidos por otros especialistas, incluyendo experimentados biólogos de humedales. Sus afloramientos se extienden por toda la desembocadura del río Acarí hacia las playas de Yauca. Posso comprobó la existencia de diversas especies de aves migratorias: australes, boreales, amazónicas, andinas e incluso endémicas. “Sería importante promover un turismo especializado en la observación de aves (birdwatching, en inglés), con todos los servicios adecuados para que los visitantes, nacionales y extranjeros, disfruten adecuadamente, convirtiéndose en una gran alternativa de desarrollo local e internacional”, sostiene Posso.
Los humedales de Chaviña ofrecen a las aves refugio, alimento y áreas de reproducción en hábitats marinos, desérticos, monte-ribereño, espejo de agua, gramadal y valle costero. Por todo esto, el equipo científico de la Asociación Ñan Perú y las autoridades municipales de Bella Unión, con su alcalde Daniel Denegri, impulsan un proyecto para hacer de los humedales de Chaviña un Área de Conservación Regional (ACR) “por sus características de biodiversidad de aves, flora y fauna típico de humedales costeros –explica Posso– Esperamos que el Consejo Regional de Arequipa promueva una ordenanza para su conservación y cuidado”.