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Domingo

André Silva: “A través de la actuación también enseñamos”

Ha cerrado el 2021 con una participación en un film de Netflix. Está grabando una telenovela mientras se alista para un concierto virtual y el estreno de ‘No me digas solterona 2′. Hablamos con André, el apasionado actor de ascendencia china.

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El intérprete aparecerá en No me digas solterona 2 y se encuentra rodando Luz de luna, cuyo concierto virtual será el 8 de enero. Fotografía: Antonio Melgarejo

Es la noche del lunes 27 de diciembre. André Silva Chuy-Terry apenas ha tenido unos minutos para bucear en Twitter, donde su nombre es trending topic. El rodaje de Luz de luna, la telenovela en la que da vida a un cantante de cumbia, lo mantiene con la agenda ajustada, distraído de las fechas y haciendo malabares para las labores de casa. Mañana, por ejemplo, deberá grabar desde las 7.30 a.m. Abanderado del método y el pragmatismo, ha previsto esta rutina hasta para las primeras semanas del 2022. “No hay otra manera de conseguir las cosas —describe el actor, hijo de una asistenta social y un administrador, nieto de un inmigrante chino que arribó al Perú en barco en 1925—: el día en que te duermes en tu zona de confort empiezas a estar perdido”.

Lo dice él, que debutó en la TV peruana con la serie Misterio (2004), en la piel de Freeman —un rapero arrastrado a la drogadicción y fallecido por una sobredosis—, y que, diecisiete años después, ha llegado a Netflix con Don’t Look Up, un film apocalíptico del cineasta Adam McKay que tiene como protagonistas a Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep y Jonah Hill. Es la razón por la que su nombre ha devenido en tendencia. Días después, el plano en el que aparece —un ciudadano absorto mirando al cielo antes de que un cometa destruya la Tierra— se replicará en portales del extranjero, en tiktoks, en Instagram (donde ahora lo siguen unos 326 mil internautas) y en YouTube.

Pero, lejos de ese ruido mediático, André Silva (38) solo quiere estar en casa y darse un respiro luego de una jornada ardua. Al otro lado del teléfono se escuchan risas de niños. Debe ser su pequeña correteando en el patio, junto con sus amigos, mientras papá habla sobre esa sátira del poder, el desprecio y el fi n del mundo en la que fue incluido. Hay cosas más terrenales que atraen a André, como tenderse en el sofá al lado de su hija para mirar Luz de luna, la telenovela realizada por Del Barrio Producciones donde labora la directora de producción Adriana Álvarez, su esposa. Frente a la tele, dice, nunca hace spoilers.

  • Te ha tocado varias veces el rol del chico malo: Freeman en Misterio; Duque, un vigilante sangriento en Mi amor el wachimán; Giovanni, un asesino en Amor de madre. ¿Estás acostumbrado a personajes que desatan odios?

El primer papel consolidado que hice en la televisión fue en Misterio, que antes de todo fue una obra de teatro que traspasó el telón y se convirtió en una serie de Capitán Pérez, la productora de Jorge Carmona (director) y Aldo Miyashiro (guionista y actor). Con ellos debuté en la pantalla chica. Antes había tenido participaciones esporádicas en Qué buena raza y Vírgenes de la cumbia, pero mi camino actoral empezó a formar a partir de entonces. Increíblemente, Freeman se recuerda hasta hoy. Son antagónicos que he trabajado desde el lado bueno porque solo así se puede entender sin juzgar ni justificar, sino mostrando a un ser humano con dudas, miedos, frustraciones porque de eso estamos hechos.

  • ¿De dónde procede tu apellido materno, Chuy-Terry?

Es una historia interesante. Mi abuelo es de Cantón, una ciudad de China. Vino en barco a Perú, aproximadamente en 1925. Su nombre acá era Julio. No he explorado esa parte de mi árbol genealógico tanto como mis hermanos, pero sé que era un tipo trabajador, honesto, recto. En casa teníamos un baúl grande, grande en el que trajo sus cosas. Acá trabajaba como cocinero y conoció, en Huaral, a mi abuela. Falleció en febrero de 1983, tenía casi 85 años y mi mamá estaba embarazada de mí.

Escena. Participación de Silva en Paracas. Foto: difusión

  • Ya veo. ¿Creciste en Huaral?

Nací en Lima, pero mis padres eran de allá, así que me quedé en Huaral hasta los 17 años. Recuerdo que actuaba desde el colegio. Integraba el teatro escolar. Participaba en festivales y actuaciones. Tenía la vocación a flor de piel. Por eso, cuando acabé la secundaria, vine a Lima para estudiar en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático (Ensad), donde me formé durante cinco años, como cualquier carrera. De niño también jugué mucho. Lo primero que hacía después de las clases eran las tareas para corretear hasta que me cansaba. Mis tres hermanos sacaban primeros puestos, yo no llegaba a tanto, aunque era disciplinado. Fui el último de los hijos en llegar a Lima. He sido bastante terco. Hasta ahora es difícil cambiar algo que se me mete en la cabeza.

  • También te formaste en Cuba.

En la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. En las paredes del centro había frases de (Stanley) Kubrick. En Cuba conocí a Pablo Milanés y Benicio del Toro.

  • Hablemos de tu experiencia en pandemia. Emprendiste la conducción de un pódcast.

Fue duro. Me cancelaron el estreno de dos películas, muchos amigos artistas se enfermaron, en grupos de WhatsApp leía: ‘Oye, está mal tal persona’ o ‘este amigo requiere una cama UCI’. Sin embargo, la virtualidad nos enseñó a descubrir nuevas cosas. Hice Desenredados con la Red para el Desarrollo y luego salpicamos a RPP. Eran temas de política, salud pública y coyuntura para jóvenes en un año electoral bastante difícil.

La escena que grabó André Silva llega junto a otras filmadas en distintos países. Foto: difusión

  • Claro. Además, tuviste una postura enfática sobre la violencia de Estado contra Inti y Bryan, y también cuando el golpe de Merino.

Soy muy cauteloso en redes, en realidad. Pero hay cosas con las que no podemos ser ajenos, sobre todo cuando se vulneran derechos o los valores democráticos. A través de la actuación también enseñamos, hay discursos que deben traspasar la pantalla.

  • La otra vez dijiste que mantenerse en TV es complejo. Aunque parece que ahora hay menos modelos hegemónicos…

Es que todos vamos aprendiendo. (La TV) es más diversa, ha abrazado causas como el Metoo, hay colegas con más oportunidades. En mi experiencia, estas han llegado de a pocos. De a poquitos, como la de Don’t Look Up. La gente dice que es una participación mínima, y es cierto. Pero así se empieza. Ha sido tremendo lo de Netflix, lo agradezco, y sigo enfocado en mis grabaciones. No pierdo el foco. He llorado mucho al grabar algunas escenas de la novela. Hay lágrimas que siguen llevando el nombre de mi madre, que se fue hace dos años. Hubiera querido que viva esto conmigo, pero el destino es así y a uno solo le queda la alegría de los momentos excepcionales.

El Perú en Don’t Look Up

Don’t Look Up, película que se mantiene en el top 10 de Netflix Perú, incluye planos en dos locaciones nacionales: la playa Roja de Paracas y la plaza San Martín, en el Centro Histórico de Lima. Esta cinta apocalíptica, protagonizada por Meryl Streep, Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, sigue la fallida cruzada de dos astrónomos para anunciar en medios de prensa que un cometa recién descubierto está a punto de aniquilar la Tierra.