Ella es ultraderechista. Él es de extrema izquierda. Están en las antípodas en el espectro político peruano y sus visiones sobre cómo gobernar el país son radicalmente opuestas. Pero hay algunas pocas cosas que Keiko Fujimori y Pedro Castillo tienen en común: se oponen ferozmente a una educación que modifique los estereotipos machistas desde la infancia, a la promoción de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y a toda norma que reconozca los derechos de las personas LGBTI. Es decir, a todo eso que los ultraconservadores han dado en llamar “ideología de género”.
Keiko Fujimori lleva años atacando la “ideología de género”. Sus congresistas han dicho públicamente que el Ministerio de Educación es “Sodoma y Gomorra” y que estaba haciendo “nuevo terrorismo” por haber introducido el enfoque de género en el currículo escolar. Una de ellas presentó un proyecto de ley que decía que esta política busca “homosexualizar” a los niños y que les podía producir “cáncer o sida”. Y por si hubieran dudas de que no ha cambiado, en el debate presidencial organizado por el Jurado Nacional de Elecciones, Fujimori anunció que su gobierno tendría que “evaluar lo de la ideología de género”.
Pedro Castillo también ha dicho que está en contra del enfoque de género (y del matrimonio igualitario, del aborto y de la eutanasia). Es muy cercano a Edgar Trejo, líder de la Coordinadora Nacional de Padres y APAFAS, una de las organizaciones que más ha marchado en contra de esta política en la educación peruana. Y Vladimir Cerrón, líder de Perú Libre, el partido de Castillo, es un personaje que ha sido criticado en la propia izquierda por sus actitudes homofóbicas y machistas.
Por esa razón, el pase de Castillo y Fujimori a la segunda vuelta electoral fue una pésima noticia para todas las personas y organizaciones que promueven la igualdad de género y el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBTI en Perú.
Porque gane quien gane, se vienen tiempos oscuros para los defensores de los derechos, y hay que estar preparados.
–[Una segunda vuelta entre Castillo y Fujimori] nos preocupa muchísimo a quienes trabajamos en Educación y a quienes buscamos construir una sociedad más justa e inclusiva– dice Patricia Andrade, exviceministra de Gestión Pedagógica en el Ministerio de Educación.
Durante la gestión de Andrade, y de Flor Pablo como ministra de Educación, comenzó realmente la introducción del enfoque de género en el currículo escolar, motivo por el que fueron encarnizadamente atacadas por el fujimorismo y por grupos conservadores como Con Mis Hijos No Te Metas.
–Nos preocupa mucho que se pueda retroceder en algo que actualmente sigue costando vidas– dice. Andrade recuerda los informes del Ministerio de la Mujer que señalan que la violencia familiar aumentó un 130% durante la pandemia. Y que solo entre julio de 2020 y enero de este año la justicia condenó a 184 feminicidas. –Nuestra sociedad todavía es muy machista. Tenemos que trabajar para erradicar esos estereotipos.
La exviceministra teme que quienes lleguen al gobierno asusten a los padres de familia con la mentira de que el enfoque de género “homosexualiza” a los niños con el fin de justificar su eliminación del currículo.
Ella espera que en las próximas semanas ambos candidatos presidenciales dejen de hablar de “ideología de género” y que se reúnan con especialistas que conocen el tema para estar mejor informados.
–Lo peor que podría pasar es que quien sea el próximo presidente desconozca que estamos ante un problema público grave, como es la violencia familiar, la violencia sexual, el acoso, la homofobia, y desarticule la introducción del enfoque de género en la educación y en el resto de las políticas públicas.
En marzo del año pasado el gobierno de Martín Vizcarra puso en marcha un plan para instaurar el enfoque de género en un conjunto de programas y oficinas cuyo trabajo puede resultar clave para lograr una verdadera igualdad para las mujeres. Atención en salud, investigación y sanción de la violencia familiar o participación política de la mujer son algunos de esos servicios, 52 en total, provistos por 21 instituciones públicas.
El plan, en opinión de las organizaciones feministas, tiene muchas cosas que mejorar, pero es un importante avance hacia la igualdad. Sin embargo, con el próximo gobierno todo eso podría quedar en nada.
–Nosotras dudamos de que los que han pasado a la segunda vuelta vayan a mejorar esta política– dice María Ysabel Cedano, vocera de DEMUS. –Lo más probable es que la dejen allí y que se convierta en letra muerta.
Cedano, exdirectora de la Mujer en el Ministerio de la Mujer, considera que Pedro Castillo y Keiko Fujimori constituyen amenazas similares a los avances en favor de las mujeres que han logrado más de cien años de feminismo en el Perú.
No tiene dudas de que el próximo presidente, sea quien fuere, desmontará el enfoque de género en el currículo escolar, en particular lo relacionado a la educación sexual integral, tan importante para prevenir embarazos adolescentes y violaciones. Le preocupa que detenga la distribución gratuita del Anticonceptivo Oral de Emergencia (AOE) y que retroceda lo avanzado en salud sexual y reproductiva, como el derecho al aborto terapéutico.
–Vamos a entrar a una etapa crítica porque quienes pretenden gobernarnos son personas vinculadas a ideas que avasallan la dignidad humana– dice. –No me quiero ni imaginar a Alejandro Aguinaga nuevamente como ministro de Salud. Sería una cachetada a las más de 200 mil mujeres que fueron esterilizadas sin garantizar su consentimiento plenamente informado. O a Vladimir Cerrón de premier de Castillo, lo que sería una cachetada a todas las feministas que durante los últimos cuarenta años han dado todo de sí para que todas las mujeres puedan tener una vida digna.
–Los dos partidos representan graves retrocesos de los derechos de las personas LGBTI– dice, por su parte, Jorge Apolaya, vocero del colectivo Marcha del Orgullo. –Para nosotros es evidente que el próximo gobierno será adverso a la agenda LGBTI y a la agenda de los derechos humanos en general.
El activista prevé, además, que, con un Congreso en el que las fuerzas conservadoras serán mayoría, será muy difícil, por no decir imposible, conseguir la aprobación de proyectos de ley emblemáticos para la comunidad LGBTI, como los del matrimonio igualitario, identidad de género y crímenes de odio.
¿Qué hacer ante un panorama que se pinta tan sombrío?
–Nosotros nunca nos hemos quedado de brazos cruzados– dice Apolaya. –Esperamos que nuestros congresistas progresistas se pongan de acuerdo para legislar en favor de nuestras demandas y si no, ahí estaremos para denunciar la inacción del próximo Congreso.
–Hay que exigirles a los candidatos un compromiso explícito público de que respetarán el enfoque de género– dice, por su parte, Patricia Andrade.
–Personalmente, creo que no es momento de ponerse a pensar por quién vas a votar en segunda vuelta– anota María Ysabel Cedano. –Hay que generar espacios de información, reflexión, de política profunda. Y organizar la resistencia para los próximos cinco años.