Analiza las redes sociales, pero no es un usuario compulsivo de estas, salvo cuando emprende un estudio académico o la coyuntura política, como la de hoy, lo amerita. Eduardo Villanueva, docente de la facultad de Comunicaciones de la PUCP, es un estudioso del impacto del internet en la vida de los peruanos desde cuando nos conectábamos a través de cabinas y no existían los smartphones, o sea, hace más de veinte años. Esta semana, el también doctor en Ciencia Política, publicó un artículo analizando los resultados de un estudio del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) sobre el uso que les dieron a las redes sociales los candidatos a la presidencia.
¿Qué tanto influyeron las redes sociales en los resultados de las elecciones generales 2021?
Es muy difícil afirmar algo general, tendríamos que ver qué redes usó cada candidato. En Twitter, por ejemplo, hay una presencia masiva minúscula y participa gente convencida de su postura política, o los periodistas que buscan la pepa, pero la gran mayoría no tiene el tiempo ni la intención para estar pendiente de esta red social. En realidad, es difícil aislar un factor [en el uso de las redes] que haya sido particularmente exitoso en las campañas, pero sí parece que el uso del WhatsApp, que es un medio interpersonal, tuvo un impacto importante para difundir los mensajes de Pedro Castillo, que, sin embargo, ha ganado con un porcentaje que lo hubiera puesto en cuarto puesto en las elecciones pasadas. Nadie ha tenido realmente éxito en su campaña tanto digital como presencial.
Luego de los resultados, algunos postearon “el Perú no son las redes”, en referencia a que hay una cantidad importante de peruanos que no las usa...
Cuando dicen “el Perú no son las redes” están postulando que existe una sola forma de red social, que mi Facebook es el único que hay y se están olvidando que nadie tiene dos Facebooks iguales. Somos personas que tenemos relaciones con distintos grupos y, por lo tanto, mis redes serán distintas a las de, por ejemplo, una persona de Tacabamba, el pueblo de Pedro Castillo. ¿Cómo se iba a enterar la gente de Lima, que no conoce a nadie allá, de lo que pasaba en esas redes? Un colega me dijo a comienzos de marzo que el Facebook de Castillo estaba en ascenso, pero no lo vieron, los otros políticos estaban mirándose así mismos.
Y los periodistas estábamos mirando a nuestras propias redes, donde la atención hacia López Aliaga crecía y era el cuco. Usted plantea en su artículo académico que “las redes sí son el Perú”...
Lo que muestran las redes es la gigantesca diversidad de circulación de información que hay en el país, nosotros aún no nos sacamos el chip de los medios masivos y pensamos que la información en redes circula de la misma manera en todo el territorio nacional, como si fuera una noticia de RPP. Sin embargo, las redes tienen su propia lógica, “cierta información” circula en “ciertas redes”. Por ejemplo, en mi Facebook circuló mucha información de Juntos por el Perú, y claro, cuando la gente comienza a ver que sus amigos votarán por Verónika, piensa “ah, todo el mundo está con Verónika”.
Volvamos a hablar de las burbujas digitales, esa vieja discusión que dice que nuestras redes nos crean la ilusión de que nuestro candidato es el favorito...
Claro, abres tu Facebook y ¿qué aparece? Todos tus amigos poniendo su foto con el logo de JP, y no solo eso, algunos diciendo que las encuestas eran falsas solo porque su candidata no estaba entre los primeros. Y mira, los resultados de las elecciones han sido muy parecidas a las últimas encuestas que nos decían que Castillo estaba subiendo. Era Fujimori en los noventa y, finalmente, ganó. Las encuestas sí lo decían.
Dice en su artículo que “el abandono ayudó a Castillo, un poco de anticampaña digital podría haber tenido efecto”, ¿a qué se refiere?
Hubo una anticampaña digital muy intensa contra Mendoza, porque la veían como la enemiga de la postura de la derecha, y aquí haré una metáfora un poco arcaica: fue como si ella hubiera sido un acorazado que se acercaba a las líneas enemigas, y todos comenzaron a dispararle, pero por el costado se acercaba Castillo, nadie se fijó en él y cuando se dieron cuenta, ya no lo podían parar. Era cuestión de mirar las cifras, más aún en un país que tuvo la experiencia Fujimori.
Aunque no estuvo tan abandonado. Según el informe “Redes sociales en la campaña electoral” del JNE, Castillo, después de López Aliaga, fue el candidato que más creció en Facebook, la red social que más usan los peruanos...
Estaba creciendo y aquí hay otro dato importante: el sector social al que se dirigía López Aliaga es uno altamente conectado, su crecimiento en redes muy probablemente equivalía a un crecimiento real, pero el crecimiento de Castillo evidentemente era mucho mayor de lo que se veía en Facebook, porque estamos hablando de sectores sociales que tienen menos conexión a internet, pero eso no quiere decir que no puedan comunicarse y diseminar información en sus redes interpersonales. Su crecimiento digital tuvo un impacto que no podemos medir en cifras.
Usted señala que Castillo usó WhatsApp para persuadir a sus posibles votantes. ¿Qué plus tiene usar esta red social?
Yo no recibí mensajes de Castillo, pero lo que me comenta gente que tiene conocidos en las zonas donde ha tenido éxito es que sí se usó mucho el WhatsApp para hacer campaña. Esta es una forma de comunicación que da mucha credibilidad y es mucho más personalizada, no en el sentido comercial sino humano. Además, siendo el Perú un país con partidos políticos débiles, terminaré votando por quien me recomienda un familiar o mi compañero de trabajo por WhatsApp.
¿Podemos decir que la élite intelectual y política, la que genera corrientes de opinión, se mueve más en Twitter y, por lo tanto, tiene más influencia en los votantes?
No lo sé, depende cómo definas ‘élite’, muchos de los que forman parte de ésta evitan Twitter como la peste, porque no les gusta estar en la pelea. Jamás verás a Roque Benavides o a un Brescia peleándose en Twitter. Los que usan Twitter lo hacen para ser más visibles, pero veamos las cifras en su real dimensión, solo el 4% de peruanos usa esta red social.
Mucho poder de influencia no tiene. Otro hallazgo interesante del documento del JNE fue que, de los 18 candidatos, Fujimori fue la que menos propuestas políticas concretas posteó en Facebook, pero ha pasado a la segunda vuelta
Hay peruanos que están a favor del modelo económico y que lo ponen como prioridad, en algún momento coquetearon con López Aliaga, pero este se centró excesivamente en la cuestión religiosa-social, también coquetearon con De Soto, hasta que demostró que vive en otro planeta donde solo existe él. Al final han vuelto a Keiko sin importar lo que diga, porque todo el mundo sabe lo que va a hacer. Más allá de sus intentos de humanización con lo de su papá, en el fondo, su único argumento es ”voy a ser otra versión del modelo de mi papá”. Se ha pasado la vida diciendo lo mismo.
Contrastemos las cifras del mundo digital y del offline. En Twitter, Castillo tiene poco más de 4 mil seguidores, y Keiko, 1 millón. En las urnas, este obtuvo más de 2 millones y medio de votos, y ella, tiene poco más de un millón y medio. ¿Cómo interpreta esto?
Keiko tiene sus redes sociales hace mucho tiempo y sus seguidores se van acumulando, pero eso no implica que haya un millón de personas atentas a lo que dice.
¿Que un candidato tenga una gran cantidad de seguidores en su red social no quiere decir que tendrá la misma cantidad de votantes?
Para nada. ¿Cuánta gente realmente vota? El 2016 había gente menor de edad que usaba Facebook y le dio like a la cuenta de Fujimori, ahora esa gente ya vota y puede haber cambiado su postura, también hay quienes le dan like para pelearse con los fujimoristas, hay gente que vive fuera del Perú y que ni siquiera votará, hay otros que le ponen like a todas las cuentas de los candidatos para seguirlos y ver qué está pasando, o gente que puso like y ha fallecido por la pandemia.
Entonces la popularidad en redes es un espejismo...
El crecimiento es un indicador de atención, quiere decir que hay gente que está pendiente del candidato, si una campaña no registra crecimiento entonces no está logrando captar atención, y tú necesitas captar esa atención para que pase algo. Verónika, por ejemplo, no crecía en Facebook, algo estaba haciendo mal porque no lograba que otros se sumaran. Ciro Gálvez creció mucho porque se enfermó de COVID. Urresti tuvo muchas interacciones, pero porque la gente se peleaba con él.
Otra peculiaridad de las redes es que desnudan la postura política de los votantes. De pronto descubro que mi amigo, a quien creí izquierdista, votará por una candidata de derecha en segunda vuelta, por lo tanto, lo bloqueo y deja de ser mi amigo. La polarización se está agudizando.
Sí, muchas amistades están terminando por eso, o muchos se ignorarán hasta que acabe la campaña. Sin embargo, en las redes sociales todo es más teatral y performativo, todos gritamos más y tratamos de llamar más la atención, alguien escribe “maten a los terrucos”, pero difícilmente lo gritaría en la vida real. Es puro sonido y furia, eso es lo que somos en redes sociales, gritamos para nuestra platea. Sí, en las redes hay polarización, pero aparenta ser mucho más agresiva de lo que es. Estoy seguro de que en la vida real dos antagonistas encerrados en un cuarto llegarían a un acuerdo.
¿Qué red social será más efectiva para hacer campaña en esta segunda vuelta?
Más que de una en particular, dependerá mucho de cómo será usada. Los discursos de los candidatos deberán buscar cierta unidad y tener un discurso más conciliador e incluso transmitir que confían en sus votantes como hizo López Aliaga que les dijo: ‘Oye, si tú votarás por mí, ¿porqué no convences a otras tres personas que lo hagan?’. Así los candidatos darán motivo para que las personas hagan campaña por ellos, y eso se puede hacer por Facebook, WhatsApp o Instagram, por Twitter no vale la pena.
¿Se definirán los votos en las redes sociales?
No .A la larga lo que más pesará en el votante es lo que le digan las personas en las que más confía. Lo que definirá será la interacción con los otros y eso no requiere medios digitales. No confiamos en partidos, en políticos, en instituciones, pero tenemos que confiar en alguien, y estos están en la familia, entre mis compañeros de colegio, en mis amigos.