–El lunes fue un desastre. Un-de-sas-tre.
Carolina Palacios, CEO regional de la agencia de comunicaciones Burson, Cohn & Wolfe y madre de dos chicos, de 13 y 8 años, recuerda con buen humor cómo fue el primer día de esta semana en el que tuvo que trabajar desde casa, cumpliendo la orden de aislamiento social dictada por el Gobierno.
–Casi ni pude trabajar porque estuve, literalmente, ayudando a los demás a adaptarse. Imagínate, los chicos tratando de acomodarse a las clases virtuales, cómo entrar al mail, cómo hacer las tareas. Y yo coordinando con todos los equipos regionales para que pudieran trabajar remotamente. Ya al día siguiente fue mejor y pudimos organizarnos un poco.
Carolina cuenta que se ha instalado junto a sus hijos en la terraza de su casa, cada uno con su laptop. Los horarios de todos están pegados en las ventanas. Los chicos arrancan a las siete y media de la mañana, hacen su check-in con los profesores y reciben las clases y hacen sus tareas hasta la hora del almuerzo. Cuando uno de ellos tiene una videollamada, los demás se mueven para darle espacio y tranquilidad. Su esposo, que labora en una compañía de seguros y también está haciendo home office, se ha instalado a trabajar en la sala de estar.
–Creo que lo mejor de todo es que estamos almorzando juntos, nos sentamos los cuatro en la mesa y almorzamos. Es la primera vez que nos ocurre y es obligatorio –dice.
Como CEO para Latinoamérica de Burson, sus tareas son diversas y complejas, pero en los primeros días se concentraron en que todo el personal –45 empleados en Perú y 350 en total en la región– estuviera informado y tuviera todas las facilidades para continuar sus labores desde casa. Ella dice que felizmente, siendo una transnacional que coordina todo el tiempo con la casa matriz y con el resto de oficinas, la compañía estaba bien preparada para hacerlo.
–Todos nuestros documentos ya están en la nube. Toda la oficina tiene herramientas que nos permiten coordinar de forma remota. Estamos acostumbrados a hacer videollamadas, a usar Teams, Skype, Monday (que es una plataforma online para hacer seguimiento grupal a proyectos), además del correo y el WhatsApp.
La agencia está organizada por equipos: comunicación corporativa, salud y bienestar, consumo, tecnología, recursos humanos, etc. Todos los días, alrededor de las 9 de la mañana, los equipos se reportan con sus jefes (les llaman “líderes”) para ver los pendientes y las tareas que van a hacer durante el día. A las 6 de la tarde, Carolina se reúne por videollamada con todos los líderes para discutir lo trabajado: cómo ha avanzado el servicio a los clientes o si ha habido problemas o inquietudes.
–No hay un horario rígido. Hay gente que se toma un tiempo libre en la tarde y termina en la noche –explica–. Lo que les hemos pedido es que estén alertadas y conectados para posibles requerimientos de sus clientes o de su equipo; que se cumpla con el trabajo encargado; y que reporten cómo están, si alguno tiene síntomas.
Carolina resiente el encierro, al igual que sus hijos –el único que sale a la calle a hacer las compras es su esposo–, por eso destaca el valor de las tecnologías que permiten hacer videollamadas y mantener contacto visual con el mundo exterior.
–Una de las cosas súper importantes en esta cuarentena es tener algún tipo de contacto humano. Y como no se puede tener ningún tipo de contacto físico, al menos verle la cara a otra persona es muy importante.
En la casa de Julio Bartens, gerente de Talento de la compañía de telecomunicaciones Entel, el tele trabajo arranca a las siete y media de la mañana.
Julio, su hija de 12 años y su mujer, que trabaja en una compañía de telecomunicaciones de la competencia, se sientan en la mesa del comedor, los adultos trabajando, la niña haciendo sus tareas. Cuando Julio o su esposa tienen que atender una llamada con temas muy internos de sus respectivas empresas, se ponen sus audífonos o se van a otra habitación. En general, en estos días, las cosas han transcurrido con relativa calma, dice.
El lunes, la plana gerencial de su compañía se reunió en sus oficinas, en San Isidro, para constituir un comité de crisis que analizara el impacto de la orden de aislamiento social y definiera cómo se haría el trabajo por los siguientes 15 días. A partir del martes, todo el personal de las áreas administrativas empezó a laborar de forma remota. Según Julio, son alrededor de 1,200 personas.
En cuanto al área comercial, los que siguen asistiendo son los que atienden llamadas de los clientes por posibles problemas de conectividad de sus equipos. El resto, asegura, fue enviado de licencia con goce de haber.
–Lo primero que hemos hecho es habilitarles Internet a todos en sus teléfonos –dice–. Les hemos dado manuales para ingresar a las plataformas internas de la empresa en las que se pueden hacer los procesos. Por ejemplo, depositar el sueldo de los colaboradores o gestionar la compra de mascarillas para el personal de los call center.
Los equipos se hacen videollamadas y videoconferencias todos los días vía Teams. El comité de crisis se reúne una hora al día, después de las 3, para ver cómo transcurre la jornada. Los asuntos que más han requerido la atención de Julio en estos días han sido las dificultades para transportarse del personal de los call center –decidieron contratar vehículos que los recogieran y regresaran a casa– y para asegurar que las tareas más importantes de la empresa no se detengan.
Sin ayuda en casa desde esta semana –la empleada del hogar pasa el aislamiento con su familia, como corresponde–, Julio y su esposa se han distribuido las tareas domésticas. Este tiempo en familia le ha resultado de lo más reconfortante. Cuenta que, en su rutina normal, almorzaba rápido, iba de un lado a otro pensando en trabajo, pero que ahora está avanzando a otra velocidad.
–Ahora le digo a mi esposa “amor, ¿qué vamos a desayunar?”, desayunamos tranquilos, me pueden llamar y contesto sin dejar de comer. Almorzamos. En la noche vemos películas. A veces, llegaba en las noches a casa, me bañaba y me dormía. Ahora conversamos más con mi mujer y mi hija. Jugamos con los perros y los gatos. Los tres tenemos una mayor conexión.
La compañía de Julio se estaba preparando desde hace un tiempo para lanzar el tele trabajo entre sus colaboradores –de hecho, iban a lanzar un piloto en marzo–, así que esta experiencia no ha hecho sino convencerlos más de apostar por esta modalidad. Él dice que lo más difícil quizás sea perder el contacto personal, que a veces hace que las cosas se hagan más rápido. Él confía, por ahora, que una llamada telefónica sea suficiente para agilizar las cosas.
• Establece horarios. Si queremos ser productivos y tener tiempo para todo, hay que establecer un horario similar al que tenemos cuando vamos a la oficina y, si se puede, seguir la misma rutina.
• Ordena tu espacio. La casa no es un espacio habitual de trabajo, por lo que podemos distraernos si nos falta algo. Por eso, es importante designar un espacio en el que puedas tener lo que necesitas.
• Tómate un break. Es importante tomarnos un break que nos ayude a despejarnos. Caminar por el pasillo, sentarnos a leer algo, ir a la cama a ver un pedacito de la serie. La distracción en un ambiente distinto es importante.
• Organízate. Antes de terminar la jornada laboral hogareña, revisa los pendientes del día. Haz una lista de prioridades, de tal manera que, al día siguiente, no perderás tiempo viendo por dónde empezar.
• Mantente conectado. Trabajar desde casa, muchas veces, puede parecer solitario. Y lo es. Por eso, de vez en cuando, conéctate por videollamada con alguien con quien puedas conversar, tal como lo harías en el trabajo.