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Domingo

Quequezana ¡Alto al bullying!

Lucho Quequezana, el destacado músico nacional, presentó esta semana una canción que habla sobre el bullying. Pero, a diferencia de otros esfuerzos previos, esta vez, más que centrarse en la víctima del acoso o en el matón, se dirige a los testigos, esos observadores silenciosos que, si toman valor, podrían acabar para siempre con este flagelo de la vida escolar.

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Quequezana en la primera presentación de su nuevo tema.

Yo vi cuando lo arrinconaron en la esquina del salón / Y porque caminaba diferente el grupo se burló / Yo vi que lo grabaron y lo postearon después...

La canción compuesta por Lucho Quequezana suena en el video mientras desfilan primeros planos de chicos y chicas en edad escolar. La letra habla de alguien que sufre y a quien todos ignoraron: la víctima de bullying que mira a la cámara con ojos suplicantes. Y, luego, más imágenes de jovencitos haciendo mea culpa.

Son los “testigos”, una categoría que los especialistas en bullying escolar han determinado como la más importante para parar este problema que hace presa de miles de adolescentes en los colegios. Se trata de aquellos chicos que, sin ser el agente de bullying (o matón) ni uno de sus secuaces, saben lo que pasa y no hacen nada.

“Yo me centré en el testigo, porque me parecía que tener aliados es, para la persona que está sufriendo bullying, un hilito de luz al final del túnel. Además, las generaciones están cambiando y vemos que la gente está indignándose de cosas de las que antes no se indignaba. Por eso, es importante que los testigos sean aliados de la víctima y visibilicen lo que está pasando en el colegio”, explica el músico que compuso la canción como parte de una campaña del Jockey Plaza denominada Voces contra el bullying.

Tú has visto al chico igual que yo / Llorando al fondo del salón / ¿Por qué no hicimos nada? / Dejamos que pasara...

Los “testigos”, también llamados “observadores” por los expertos en bullying, son participantes pasivos de la agresión. “Se llaman pasivos, porque no hacen nada y su papel puede ser fundamental cuando son motivados a actuar. El testigo puede ser amigo de la víctima, del agresor o no tener amistad con ninguno de ellos, pero puede estar fomentando el bullying sin tener conciencia de ello”, señala Rachel Watson, sicólogoga y coautora del libro Mis años de terror en la escuela (Editorial Planeta), que trata justamente del bullying escolar.

¿Cómo puede un chico normal darse cuenta de que está siendo un observador pasivo? “Hay preguntas que puede hacerse. Por ejemplo: cuando alguien insulta, agrede o se burla de otra persona, ¿solo miro y no digo nada? ¿Dejo sola a la persona que está siendo agredida o marginada? ¿Algunas veces me río cuando fastidian a alguien?”, explica la especialista y agrega: “El observador tiene que tomar consciencia de que si todos unen sus fuerzas, el agresor que perpetra el bullying perderá su poder y dejará de acosar”.

Pero no es fácil. En algunas investigaciones se ha encontrado que el 25.4% de los observadores pasivos encuestados no denuncia los episodios por miedo a las represalias; el 28,3% cree que no tiene nada que ver con eso; el 30,9% piensa que es el profesor quien debe pararlo; el 6,0 % cree que debían detenerlos otros alumnos; y el 8,9% piensa que el acosado tiene que solucionarlo por su cuenta. Además, se da una situación curiosa: cuanto mayor es el número de observadores pasivos de un episodio, menos probable es que alguno actúe. Esto se conoce como difusión de la responsabilidad.

Yo vi cuando ella no tenía amigas para conversar / que por sus rasgos y color de piel no la iban a aceptar/ Yo vi que se burlaban en la formación/ Pero eso no importaba ni al profesor...

Lucho Quequezana, en su infancia, fue observador pasivo, pero también víctima de bullying, por lo que el tema le toca de cerca. “Había un chico –cuenta- que era como dos años mayor, de otro grado, y era el típico bully que cada cierto tiempo fastidiaba a alguien y un día me tocó. Fue horrible. Y eso se trasluce mucho en la campaña y en la canción, porque entiendo perfectamente que a la víctima le cuesta mucho hablar”.

¿Cómo manejó el pequeño Quequezana la situación?

“Conmigo ocurrió algo que, por lo general, no pasa, y fue que yo me enfrenté al chico. No sé de dónde me salieron las fuerzas, porque yo era un palitroque. Pero no aguantaba más. Lo enfrenté y creo que eso lo sorprendió. Me fui traumado a mi casa, pensando que la próxima vez me iba a matar, pero nunca más volvió ni siquiera a acercarse”.

Pero no todas las víctimas tienen tanta suerte. “O sea, lo que pasó a mí y lo que hice no es lo que generalmente hacen los chicos que son víctimas de bullyng. Es bastante difícil contarlo por el miedo, la presión. Lo último que se te ocurre es contarlo a tus papás”.

Rachel Watson señala que el testigo suele tener sentimientos de culpa y pensar que no puede hacer nada. “Por eso es importante que sepan qué hacer. Primero, deben tratar de ponerse en el lugar de la víctima. Si no se atreven a detener el acoso, deben comunicarlo en la escuela. Muchas veces, los profesores, tutores, psicólogos no tienen cómo saber lo que sucede, porque no ocurre delante de ellos. Además, debe acercarse a la víctima, preguntarle cómo se siente. Tiene que saber que el bullying, en el fondo, es un acto de cobardía, porque el agresor se mete con alguien que no sabe o no puede defenderse”.

Y tú, ya sabes algo hay que hacer / Para cambiar la situación / ¡Baaaaasta!

Hace siete años, Lucho Quequezana fue parte de un video en el que un grupo de conocidos artistas interpretaba una canción contra el bullyng. ¿Qué ha cambiado desde entonces? “Lo que ha sucedido en estos últimos años es que hay más herramientas para que exista y se repotencie el bullyng. Sin embargo, también en este tiempo ha ocurrido que mucha gente se está preocupando por la otra persona”, dice el músico esperanzado.

¿Y el hecho de ser padre te ha sensibilizado más sobre este tema?

“Absolutamente. Cuando empecé a componer la canción me puse a pensar que es posible que yo no me entere que a mi hijo lo bulean en el colegio. Pensaba también que me gustaría, de alguna manera, saber qué está pasando con mi hijo. Si hay aliados, amigos que visibilizan esto, se puede tomar acciones”

¿Y qué haría Lucho Quequezana si su hijo viene y le dice: “papá, me están haciendo bullyng”?

“Mi primera reacción sería saber cómo se siente él. Y creo que el hecho de que me lo cuente ya sería el 90% de la solución”.

¿Y cómo una canción puede ayudar a resolver algo tan grave como el bullyng?

“Una canción no va a resolver absolutamente nada, pero puede poner el tema en debate. Mis proyectos siempre han sido para tratar de lograr cambios. Yo siempre pienso: basta que una sola persona cambie, que se dé la opción de pensar de manera distinta. Si esta canción logra que aunque sea una persona, o un profesor, o un director, o un grupo de amigos diga: ‘¿sabes qué? ¡Ya basta! Vamos a denunciar a esta persona que pasa con completa impunidad’, entonces creo que va a haber valido la pena”.

De este infierno tú vas a salir / Vamos a gritar , vamos a contar / Vamos a luchar, vamos a confiar / ¡Vamos a cambiar!