Claudia Cornejo Mohme, vicepresidenta ejecutiva de CONFIEP. ,Alcanzar la igualdad de oportunidades es un objetivo global, no solo porque se trata de un derecho fundamental, sino porque es esencial para el bienestar y desarrollo de las sociedades y economías. Un estudio de McKinsey, realizado en el 2016, indica que si las mujeres tuviesen una participación laboral paritaria a la de los hombres, el PBI global anual agregado se incrementaría a USD 28 trillones, o un 26% del PBI mundial anual. En el caso de América Latina, el impulso potencial para el PBI podría ser de USD 2,6 trillones, o un aumento del 34% del PBI regional anual. En el mismo año, Credit Suisse Research Institute realizó una encuesta mundial en la que demostró que las empresas con más mujeres con capacidad de tomar decisiones generan tasas más altas de rentabilidad de capital, mayor crecimiento de ventas y mayor rentabilidad de los flujos de caja sobre la inversión. Sin embargo, el informe “Las mujeres en el trabajo” de la OIT, que analiza datos de 178 países, concluye que, en estas dos últimas décadas, los progresos alcanzados por las mujeres en educación no se han traducido en mejoras comparables en su posición laboral. Desde 1995, tan solo se ha disminuido 0,6 puntos porcentuales en la disparidad de género en el empleo. Esta información nos lleva a reflexionar al respecto. Basta con mirar las cifras que revela la Encuesta Nacional de Empresas del INEI: el 28% del total de compañías son dirigidas por mujeres. Ejemplo de ello es el sector de la micro y pequeña empresa, en el que las mujeres representan alrededor del 70% del total de trabajadores, lo que confirma la participación activa de la mujer en nuestra economía. En ese sentido, desde la organización que dirijo, CONFIEP, impulsamos activamente la igualdad de oportunidades. En primer lugar, contamos con importantes alianzas con diversas organizaciones nacionales e internacionales que promueven el balance e incorporación del sector femenino al ámbito ejecutivo; segundo, desde el 2005 buscamos erradicar cualquier práctica de discriminación en el empleo, con la finalidad de fomentar un trato adecuado y sin distinciones; tercero, desde el 2007, y a través de la Asociación “Empresarios por la Educación” —la cual nació en CONFIEP—, favorecemos el acceso de niños y niñas a cientos de escuelas en el interior del país. La educación empodera a las personas, les permite pensar y actuar de forma independiente y convertirse en agentes de cambio. Por eso, nuestro campo de acción se encuentra en este ámbito y a todo nivel: desde niños y niñas, hasta adultos. En el Perú aún tenemos un largo camino por recorrer para cerrar las brechas que impiden alcanzar la igualdad de oportunidades en todos los ámbitos de nuestra sociedad, lo que nos permitirá convertirnos en un país de primer mundo.