Sí, ya sé que ahorita le parecerá una locura, que mientras lee estas líneas está pensando que me han pasado una alita de la plata que les regaló Lula a través de Odebretch, que he fumado de la mala, que soy de lo piorsh, pero recuerde lo que le digo cuando no le quede otra que votar por el mal menor en el 2021: el odio de sus enemigos está convirtiendo a uno de los Humala en una opción muy seria para las próximas elecciones. “¡Ná qué ver! ¡Ollanta está quemadazo! ¡No sobrevivirá lo de Madre Mía ni con respirador! ¡Fuiiiiraaaa!”, dirá usted, siempre escéptico lector, pero sepa que no estoy hablando del ex presidente, sino de su señora esposa, aquella que, durante su gobierno, se apropió hasta de sus ministros y terminó alucinándose algo así como la Cristina Kirchner perucha, pero con mucho menos colágeno en la bemba. Sí, en este momento, cuando la prensa de derecha sigue terruqueándolos como si fueran todavía los hermanitos ideológicos de Antauro, y echándoles lodo con ventilador por haber perpetrado las mismas hazañas que varios otros políticos que pasan piola, podría parecer alucinado pronosticarle algún futuro político a la doña, pero no olvidemos que la memoria no es el fuerte del votante peruano y que basta una telenovela bien armada para que se olvide de los errores pasados, tanto que a Demian García le bastó cacarear un poema de Calderón de la Barca para que la gente se volviera amnésica sobre su desastroso primer gobierno y lo eligiera en masa el 2006. ¿Y qué mejor telenovela que salir de la cárcel convertida en una víctima del sistema? Podría apostar un dedo a que Nadine hará lo posible para que nadie olvide que la tuvieron alejada de sus hijitos durante meses, que le daban tres litros de agua al día, mientras el indultado de lujo, antes de salir, recibía cientos de visitantes en su celda de dos mil metros cuadrados de la Diroes y hasta agua de sobra para regar sus plantitas. Cuando pase el tiempo, La Pasionaria (la española) será un chancay de a veinte comparada con ella y ya la veo derramando unos lagrimones en plena campaña cada vez que necesite que la gente recuerde lo mal que la pasó en prisión. Para entonces, todos se habrán olvidado de que, apenas llegaron al poder, los Humala se olvidaron de su gran transformación o, mejor dicho, sufrieron una, poniéndose de rodillas ante los poderes de facto (portaditas de Hola incluidas) y gobernando para los más ricos después de una larga campaña en la que, polito rojo mediante, prometieron cambiar el modelo económico, cuando el único modelo que cambiaron realmente fue el de los sastres que Nadine comenzó a lucir con garbo y donosura en cada acto protocolar. Gracias a un juez, Concepción Carhuancho, que parece andar más interesado en complacer a las galerías, tenemos una nueva carta para el 2021. Y no cualquier carta. Mientras Julio Guzmán o César Acuña apenas van de ida -y todavía tendrán que sortear todos los obstáculos que el fujimorismo va inventando para que Keiko se quede sin contrincantes-, Nadine tiene kilometraje político (y más de tres años inscrita en un partido político) y, apenas le den una rendija, comenzará a trabajar por esa candidatura que, en su momento, fue, y volverá a ser, la pesadilla de toda la derecha. ¿Y lo de Odebrecht no le afecta? Pues claro que sí, pero tanto como afecta a la reina del Mototaxi, al Ego Colosal y a todos los otros que recibieron plata de la caja dos para sus campañas. Es más, podría decirse que, ahora, están en igualdad de condiciones y que, para el 2021, estarán en el mismo partidor, con la diferencia de que Keiko Fujimori cargará con la mochilota de haberse tumbado un presidente, de haber cobijado a una banda de impresentables en el Congreso y de haberse opuesto al indulto a su propio padre, algo que la audiencia telenovelera - los votantes peruanos- no perdonará jamás. El único peligro para la dientona nacionalista es, cómo no, que su cuñadito salga de la cárcel y decida darse un baño (de popularidad y del otro), pues podría disputarle el escenario izquierdista que Verónika Mendoza desperdició por andar trompeándose con el padre Arana, y que se le escapó de las manos a Goyo Sánchez por sus chanchullos como presidente regional. Pero, claro, también cabría un amiste. No es un secreto que el etnocacerismo tiene el aparato partidario que los Humala necesitarán a gritos cuando entren en campaña y que Antauro anda bastante quemado como para candidatear en serio. Así, juntos y bien revueltos, ¿no le parece que tendrían posibilidades de triunfo? No diga no. Cosas más improbables han ocurrido en este sufrido país.