PerfilTan orgánica que viaja para recrear a sus personajes. Tan perfil bajo que nadie la reconoció en el cine cuando fue a ver su primer protagónico. Tan autocrítica que hasta cuestiona sus likes. Patricia Barreto, y su afán por ser siempre ella. ,Patricia Barreto, el método de una actriz inusual,Patricia Barreto, el método de una actriz inusual,Estar ahí. Después de casi diez años de carrera, Patricia Barreto aprendió a confiarle sus exigencias, temores y esperanzas actorales a un método obsesivo y costoso: estar ahí. En el 2014 recorrió París en cuatro días para encarnar a Edith Piaf, esa voz que causó tempestades en los años cuarenta. Visitó su tumba, su museo privado, y el teatro donde debutó. Cuatro años después, en enero de 2018, Patricia visitó Ámsterdam para conocer el 'Anexo secreto', un escondite en el tercer piso de un viejo edificio donde dos familias judías convivieron durante dos años, y una quinceañera escribió un diario entrañable en medio de la miseria y la ocupación nazi. Solo subiendo por escaleras empinadas, elevando el mentón en esos techos altísimos, pero sobre todo corriendo el librero que ocultó a una de las miles de familias que padecieron el Holocausto; solo ingresando a esa cápsula del tiempo, totalmente tapiada, donde los únicos destellos llegan a través de un ático, Patricia Barreto se sintió apta para encarnar a Ana Frank, la niña más leída de la literatura universal. Habitar aquel espacio donde las circunstancias obligaron a ocho personas a no emitir sonidos hasta las seis de la tarde, y solo después, en medio de la noche, poder encender la radio, conversar en voz baja y jalar un water que había acumulado los desechos de un día, desvaneció de un sopapo la turística mirada de Patricia Barreto. ¿Cómo es posible que esto haya sucedido?, se preguntó. Regresó a Lima cargada de ideas de cómo vincular a los artistas y los museos para trabajar por la memoria de un país. Y se adentró en su personaje adolescente. Hoy, cuatro meses después, a cinco días del estreno (jueves 12 de abril), en el teatro Mario Vargas Llosa, de la Biblioteca Nacional, bajo la dirección de Joaquín Vargas, su suegro y maestro, la actriz valora esa visión reconstructiva de la historia. "Ellos ya lo tienen zanjado. En cambio aquí seguimos culpándonos, padeciendo nuestro pasado". Desapercibida feliz Después de un secundario en Dos besos (2015) de Francisco Lombardi, una aparición fugaz en La herencia (2015) de Gastón Vizcarra, y un papel en una película sobre Javier Heraud que aún no ve la luz, Patricia Barreto tuvo la posibilidad de su primer protagónico en el cine, a inicios de 2017. La propuesta se la hizo, por Facebook, Ani Alva Helfer, una directora peruana formada en Argentina, fundadora de una productora a los 23 años, y con una película de suspenso como ópera prima (El beneficio de la duda). ¿De qué se trataba? Una comedia sobre una treintañera cuyo principal objetivo en la vida era casarse con su novio de 14 años. Por encima, una trama sencilla, vigente, y efectista. La satanización del cine comercial hizo que Patricia pusiera en aviso a Ani casi de inmediato: "Respetáme que soy una actriz de teatro". La joven directora accedió al pedido: Patricia tendría un plazo mayor para construir a su novia confundida. "Era una gran responsabilidad. O era mi debut o mi despedida", dice. Lo cierto es que ambas solo compartían la edad (30 años). Mientras que Ani es una soltera con convicción, que dice suelta de huesos que nunca se ha enamorado, Patricia se casó a los 24 años, al primer impulso, tras retomar una relación que tuvo una pausa de cinco años. De ese diálogo entre una cerebral y una romántica surgió Patricia, la protagonista de No me digas solterona. A una semana de su estreno, la película más taquillera de una realizadora peruana (260 mil espectadores) por encima de La teta asustada de Claudia Llosa (248 mil espectadores). En este largometraje, Patricia comparte roles con Angélica Aragón, la veterana actriz mexicana y activista feminista que hace unos años se levantó contra la industria de las telenovelas en su país, por su trasfondo machista, y renunció a participar de cualquier producción. Un seminario intensivo de actuación, como dice Patricia, que duró cuatro días, en agosto del año pasado. "Creo que hemos puesto una cuota de esperanza en el cine peruano. Se puede realizar cine comercial con contenido. No pretendemos ser abanderados de nada pero sí visibilizar con sensibilidad un tema tan complejo, aun en estos tiempos", afirma la artista que estudió en un colegio católico de mujeres. Hace unos días, Patricia Barreto fue al cine a verse en pantalla grande. Nadie la reconoció. Solo al final, cuando se encendieron las luces. "La gente valora mi trabajo de otra manera. Contándome por mensajes lo que les ha dejado la película. No siento la fama en absoluto. Y está bien. No me imagino vivir de otra manera". No obstante, hasta hace no mucho, el vicio de escribir o tomarse fotos para recibir aprobación inmediata y mayoritaria la descuadró. Sin darse cuenta, las redes sociales la dominaron. Qué decir, y cómo decir, qué vestir, y dónde vestirlo. Cuándo, dónde y con quién postear una foto. -Ahora debes ser un artista digital y arman un mundo atractivo para el público consumidor que nunca termina por ser suficiente. Ana Frank me enfocó de nuevo. -¿Cuál es tu prioridad, entonces? -Estar bien conmigo. Reconstruirme. No es mi prioridad si luzco bien o qué tan de moda debo estar o qué tan importante debo ser para atraer a más seguidores o cautivar a los que ya tengo. -¿Parte de estar bien contigo es hacerte responsable de tu profesión? -Claro. No solamente quiero ser actriz. No es suficiente para mí ser una pieza del engranaje. También pretendo ser una gestora cultural para invertir en más obras de teatro. De momento Patricia Barreto es el principal componente artístico de VNP (Vargas Navarro Producciones), la empresa de su maestro teatral Joaquín Vargas, y sus tres hijos. Su esposo, que también se llama Joaquín y también es director y actor, es uno de ellos. Además, conduce desde mediados del año pasado Inéditos, un magazine cultural por el canal Ipe, donde pone en vitrina propuestas frescas, y esfuerzos de colectivos juveniles. Aunque encarnar a Edith Piaf le valió para ser nominada a mejor actriz en el 2015, tiene reparos en una cuarta temporada. Lo mismo le sucede con No me digas solterona. "El público ya está pidiendo la versión 2, y 3. Y yo feliz. Pero no sé si es una tara de los peruanos tratar de exprimir el éxito al máximo, cuando llega un punto en que se debe pasar a otra cosa", sostiene. Como ponerse en la piel de Frida Kahlo el próximo año, por ejemplo. Uno de sus pendientes. Una nueva oportunidad para recrear a un ícono femenino. Una exploración que ya ha explorado desde su condición de fan. Pero disfrutemos primero de Ana Frank, el pájaro enjaulado que halló en la palabra el alivio de sus pesares. Viajemos con ella a esa cápsula del tiempo para asquearnos y aprender. Y, de alguna manera, estar ahí.