La vida después de RáfagaHace tres años, Rodrigo Tapari, voz y letra de 'Una cerveza', la cumbia más vista en YouTube (152 millones), decidió no beber más alcohol. Entregado a Dios, el argentino nos cuenta la aventura de debutar como solista en Perú. ,Rodrigo Tapari, la voz de 'Una cerveza', la cumbia más vista en YouTube, no bebe cerveza sino té. Millones de despechados han desgarrado sus gargantas con esta alcohólica declaración del desamor cantada por un abstemio. Cristiano evangélico, desde inicios de 2015, por su debilidad con los mundanos placeres de la carne, la bebida y el dinero, Rodrigo Tapari no le ocultó su promesa a la prensa. Lejos de sentirse burlados, su malquerido público ha valorado que su autor no cayera en la trampa mortal, y henchido de esperanzas, decidiera no dedicarse al alcohol. Colgado a las 00:00 horas del 6 de setiembre de 2014, el videoclip grabado en Santiago de Compostela, Galicia, a siete de horas de Madrid, lleva 152 millones 655 mil reproducciones. México y Perú juntos prácticamente. Desde entonces 'Una cerveza' no ha parado de sonar en discotecas ni radios, cumbiamberas o no. Sencillo: además de la pegajosa melodía de todo hit, Rodrigo cuenta en menos de cinco minutos la espumosa relación del hombre y la cerveza. Tan amarga como fiel. Tan peligrosa como atávica. Por eso desde el 1 de noviembre, cuando anunció su salida de Ráfaga, legendario grupo de cumbia argentina, después de 14 años ininterrumpidos como su cantante principal, el impacto en la escena fue tan fuerte como quebrar botellas. La incertidumbre y la tristeza se apoderaron de las redes. De ahí en adelante todos los shows de Ráfaga se promocionaron bajo el vendedor rótulo de la 'despedida'. España, Italia y Argentina serían las últimas paradas. El 23 de diciembre, en las vísperas de la Nochebuena, en una discoteca de La Rioja, una montañosa ciudad al noroeste de Argentina, Rodrigo Tapari cogió el micro para dar unas palabras antes de entonar 'Una cerveza' en el adiós final. "No somos amigos. Somos familia. Ellos son mis padres, pero hoy tomo la decisión de volar solito (...) Aquí no hay rivalidad ni competencia. Hay amor, música y unión. Me llevo cada minuto en el corazón". Dos días después de cumplir 34 años; un mes después de casarse tras 18 años de relación y una hija de diez años; y tres años después de comulgar con Cristo sin beber licor, no se despedía un cantante, se despedía un predicador. Luego de empaparse las manos limpiando sus mejillas, Rodrigo Tapari se inclinó ante el respetable. Besó al viento. Se quitó el bléiser rojo, de lentejuelas; anudó las mangas, y lo lanzó. Una semana después lo esperaba Perú. Trujillo para ser exactos. Ciudad primaveral de cervezas regionales. Debut en Trujillo El té de Rodrigo Tapari está frío. Pero su relato enciende el apagado lobby de un hotel limeño. Su timbre agudo no escatima en emociones. Sobre todo cuando me narra cómo formó su orquesta: en un mes debido al contrato que lo unía a Ráfaga. A Rodrigo le gusta decir que a su banda la juntó Dios. Y me pone tres ejemplos: Sergio Zampa, extrompetista de Ráfaga que cuando Rodrigo lo llamó le contestó con una frase bíblica: mi sí es sí; Juan Ríos, un guitarrista que acababa de escuchar a Ráfaga, y 'sacó' las 16 canciones que luego Rodrigo propuso para el primer concierto; y Pablo Canales, bajista chileno que conocía por sus covers de YouTube, y que se aventuró sin murmuraciones. "Busqué buenas personas antes que talento", dice. Mientras completaba el equipo, Ráfaga anunciaba el regreso de Ariel Puchetta, el vocalista de la primera etapa dorada de la banda a mediados de los noventa. Quien eternizó Luna, Mentirosa y Maldito corazón. El 15 de diciembre, cuando Rodrigo Tapari todavía tenía presentaciones, Ráfaga colgó en su cuenta oficial de YouTube la versión de 'Una cerveza' en la voz de Puchetta. El videoclip que ya lleva 7 millones y medio de vistas punzó el sangriento debate. Que Rodrigo tiene mejor voz. Que Puchetta es el original. Que uno le pone más feeling. Que el otro ya fue. Tapari, como hombre convertido, concilia: "Ya se acostumbrarán a Ariel, como se acostumbraron a mí". Evidentemente, no ha olvidado su primer concierto con Ráfaga el 22 de noviembre de 2003, en Luján. "Tenía las letras pegadas en el piso porque no las recordaba. Algunos gritaban: que vuelva Ariel. Di un show asustado. Fue traumático". Catorce años después el trauma se llama experiencia. Tapari grabó seis discos, y compuso más de una decena de temas como No te vayas y Muero de frío. Pero fue 'Una cerveza' la que embriagó de éxito a la agrupación nacida en 1994. Precursor de los realities que aún copan la televisión argentina, Popstar encumbró, en el 2002, vía Telefe, a un muchachito delgado como un fideo, con cola de caballo, que hasta entonces solo se presentaba en casinos de barrio por unos cuantos pesos. El video circula en Internet. Tapari en polera, con los ojos vidriosos, frente a un jurado que lo hizo sufrir diciéndole que no tenía condiciones. Segundos después, tras ser aceptado, el jovencito estalla y se abraza con los suyos. Rodrigo Tapari, el menor de siete hermanos, hijo de padres separados desde los once años, el niño que tocó teclado desde los cinco años, quedó entre los diez finalistas de una convocatoria de 20 mil participantes. Su boleto a Ráfaga. Y una ráfaga nos devuelve al presente: un té humeante. Mientras se disipa, Tapari, de apellido vasco francés, me muestra un collage de notas desde su celular. Se trata de su debut como solista en la fiesta de Año Nuevo, en Trujillo. Su primer concierto en el último día del año. En las fotos lo acompaña Christian Cueva, habilidoso volante de la selección que ha sabido prolongar los festejos de la clasificación mundialista con cumbia y salsa. Con apenas cinco ensayos, Rodrigo Tapari y orquesta eran una realidad. Componer para Dios "Si me piden 'Una cerveza' haré un pedacito, pero la idea es no depender de esa canción. Quiero un repertorio propio", asegura Tapari. Hay que creer en las convicciones de alguien que rechaza cervezas cada semana. Su conversión no es un engaño más. De eso ya se convenció Antonela, su compañera desde los 16 años. Ambos acuden al Centro de Adoración Familiar (CAF), una iglesia evangélica cerca a su casa, en Buenos Aires. Los martes Tapari recibe en su casa a personas que quieren saber de Dios, pero no se animan a ingresar a ningún templo. No se volverá a tatuar porque la Biblia le dice que no debe marcar su piel. Y está entusiasmado con componer canciones cristianas en balada e incluirlas en su primera producción. Mientras tanto, sus fans le envían versiones de Que ya no me llame, su tema más reciente. "Intenté llenar mis vacíos con dinero, mujeres y alcohol. Y erré. Hoy dejo todo en manos de Dios". Rodrigo Tapari, la voz de 'Una cerveza', le da el último sorbo a su té.