“No soy tu cholo” (Debate), el último libro del periodista peruano, será presentado en la Feria Internacional del Libro. ,Si recuerda la última vez que fue racista, entenderá que es difícil ocultarlo de usted mismo. Entendemos, sí, que no quiere serlo, o al menos intenta. Pero está tan acostumbrado a verlo, que de seguro también querrá acostumbrarse. Para Marco Avilés, ser racista va mucho más allá de decir “cholo de mierda”. La tinta embarra toda la hoja. Ser cholo es casi como nacer enfermo. Nadie nos acepta en su totalidad. ¿Acomplejados? Por favor, puede irse por el mismo desagüe de donde salió. Para que vea que Avilés y yo no nos quejamos por gusto, le dedicamos esta conversación. PUEDES VER: Marco Avilés: "Cuando una persona se avergüenza de su 'choledad', oculta su biografía" Este libro se desprende del anterior. Parte de la indignación en una sociedad que compra libros pero no entiende nada. Personas con muchos prejuicios y con una linda biblioteca. Los libros no te salvan de este problema. La biblioteca es una gran herramienta, pero no es necesariamente es una clínica de espíritus discriminadores. Creo que leer sobre este tema te va a ayudar, pero también a entender tu propia experiencia de vida. ¿Qué quiero decir? La gente que discrimina tiene que poder abrir un poco la cabeza para plantearse preguntas como: ¿Por qué no todos somos iguales en este país? ¿Por qué las páginas de sociales están llenas de personas de piel blanca? Esa experiencia vital es la que a mí me abrió los ojos. Una vez una compañera de estudios me dijo que éramos muy acomplejados, que no deberíamos hacer tanto escándalo por una revista que saca modelos de piel blanca. Te voy a mostrar lo que vi este fin de semana. La página de sociales que celebra la vida social de Lima. ¿Cuántos cholos hay acá? Yo no veo a ninguno. Si hubiera uno, eso no resuelve nada. Esta página de sociales está llena de gente que solo es una parte del Perú. ¿Dónde están los cholos, los negros, los indígenas, los amazónicos? Esta cachetada (apunta el dedo a la página de la revista) no está en los libros. “No soy tu cholo” parte de esta indignación, de entender que a lo largo de mi vida he sido víctima y victimario del racismo y la discriminación. El racismo no solo es decirle a alguien “cholo de mierda” o “indio” o “cochino”. El racismo está en la esencia, en el ADN del país. Es la manera como el país se ha fundado, de cómo sigue viviendo ahora. Debería haber una transfusión de sangre para sacar lo malo. Debería haber una sanación. Me gusta eso de la transfusión. Hay maneras de cómo sanar a partir del debate y de ponerse en el lugar del otro. Vemos espacios como programas de radio, de televisión, gabinetes de ministros, empresas. Todos dominados por gente que tiene una misma extracción social, apellidos que son europeos. Otro punto es el nombre y apellido. Por ejemplo, Condori. Es guachimán. Todos lo piensan. Agrégale el sobrevivir en un barrio de un subdesarrollo total. ¿En cuál viviste? Comas. Yo soy de San Juan de Lurigancho. Con los años uno se da cuenta de lo afortunado que ha sido. De los casi treinta que habían en mi salón, creo que fui el único en acceder a la universidad. ¿Cómo fue en tu caso? He convivido con esta manera de ser del país. No me parecía un problema. Yo era pobre antes que cholo. Eso estaba en mi cabeza. Ahora entiendo que uno es pobre y además cholo. Y eso hace que sea mucho más difícil surgir para ti. Si eres pobre, cholo y con un apellido andino, es triplemente más jodido. Si eres pobre, blanco y con un apellido extranjero, cuando la gente revise tu currículum, no va a tener la misma reacción. Solo necesitas el apellido. Uno tiene que reunir cosas importantes para recién ser “aceptado”. Pero si eres del otro bando, pasas rápido. Por lo menos te van a dar la oportunidad de demostrar quién eres. Pero si eres cholo con apellidos andinos, ni siquiera lo pienses. Por más preparado que estés, el currículum te cierra las puertas. Esa experiencia la conozco no porque me la hayan contado. La he vivido. La he visto. La experiencia de ser cholo y haber vivido en San Juan de Lurigancho me ha dado también un cierto background para entender cómo es ser sujeto de esa discriminación. He estudiado en San Marcos. Así como tú dices que en tu barrio fuiste el único en ir a la universidad, de mi promoción de la universidad puedo contar con los dedos cuántos han podido surgir dentro de la misma carrera. Me gusta pensar que este libro, más que respuestas… Genera preguntas. Y ayuda a que la gente no privilegiada pueda plantear sus propias preguntas. Hay que preguntarnos por qué en esa revista no hay cholos. No hay que conformarnos con clichés. El target. La meritocracia. Hay que hacernos preguntas en voz alta y no conformarnos con las respuestas idiotas de siempre. La discriminación es sancionada por las leyes, pero -y lo voy a decir con una palabra vulgar- todos se cagan en ellas. Se naturaliza el racismo, el prejuicio. Y a nadie le importa que haya una sanción. Es algo que van a cargar tus hijos. La vergüenza se la llevan ellos. El racismo en el Perú se ha venido heredando. Me acuerdo de un incidente que hubo en Wong. Uno de los vigilantes le dijo a una clienta que había sacado cosas que no había pagado. La mujer le empezó a decir “cholo de mierda”, “serrano”, “yo soy tu patrona”, “tú deberías ser mi jardinero”. Luego lo golpeó. Ella estaba con una niña de seis o siete años. Eso es alarmante, pero lo que me pregunto es cómo se discute eso en la casa. De cómo le habla esa señora a su hija sobre la gente de color. Esas expresiones de racismo que no vemos, a mí me parece lo más infernal. Hablé con Enrique Planas sobre las generaciones acuarteladas, que quizá este carácter tan hostil sea producto de las dictaduras, de lo “normal” que era ser racista. Pasamos la guerra y creímos que los problemas se iban a arreglar con dinero de la bonanza. Me llama mucho la atención que estamos en la capacidad de reconocer que el racismo es un problema fuerte, pero no destinamos presupuesto a eso. Para mí el racismo es tan o más grave que el Fenómeno El Niño. Es más grave porque es una tragedia que no se enfrenta. Hay un cierto reproche cada vez que vuelvo a Comas. Preguntan por qué me fui, etc. Pero la verdad es que mi distrito es cada vez más inseguro. Yo también me fui de mi barrio. En esa época no pensaba en estos rollos. Con la distancia digo que si tú vives en un lugar peligroso, una manera de no ser víctima es irte. Pero eso no resuelve el problema. No, no la resuelve. Y tampoco resuelve el problema para ti porque ocurre lo que estás diciendo. ¿Cómo resolverlo? Pues llevando seguridad y hacerlo menos peligroso. Eso no ocurre. Estamos acostumbrados a creer que donde viven los provincianos, los cholos, los migrantes son lugares peligrosos. No se resuelve. Tampoco hay una intervención determinante de las autoridades. ¿Pero eso es racismo? A mí me parece que lo es. No resolver el problema de los cholos. Creer que se merecen crecer en esos barrios. Y los otros barrios, que no son cholos, sí merecen tener seguridad. Es el país donde vivimos. Tienes universidades de cholos, hospitales de cholos, barrios de cholos… Lo que quiero decir es que el racismo no solo es el “cholo de mierda”. El racismo es mucho más profundo y hay que aprender a verlo.