Satoshi Kon convirtió la novela “Perfect blue” en anime y no estábamos preparados. Nunca antes la animación había abordado el thriller psicológico con tal complejidad y soltura para plasmar la psique de Mima. Ella es una pop idol que busca adaptarse al mundo del cine y televisión, pero mantener su carrera artística pronto será la menor de sus preocupaciones.
Ahora alguien la está vigilando, su vida está al alcance de cualquiera en Internet, cada vez es más difícil sobrellevar la depresión mientras se resquebraja la línea que separa realidad y ficción. Lo que era la búsqueda de un sueño termina siendo una pesadilla con un desenlace absolutamente inesperado.
Aún 25 años después de su estreno, nos continúa asombrando la destreza del director para haber tocado los acordes del terrorífico género y regalarnos esta maravillosa sinfonía. De intensidad in crescendo, deconstrucción de lo certero, crisis de identidad, trastornos y cruenta exhibición de su tragedia, es una experiencia que puede llegar a ser desasosegante.
Al mismo paso que Mima, vamos hilando cabos y tratando de entender la oscura verdad detrás de bambalinas. Hay varios golpes físicos y psicológicos para la protagonista, así como nosotros. Uno no termina con la sensibilidad intacta tras su visionado y sorprendentemente nos queda la imperiosa necesidad de verla otra vez para dar fe del oscuro relato.
Foto: composición /
Demostró que la animación no es un género cinematográfico, sino otro formato para narrar historias destinadas a todo tipo de público. La cátedra de cine fue tan grande que inspiró obras maestras como “El cisne negro” y “Réquiem por un sueño”, entre otros grandes títulos.