Los servicios israelíes multiplican los golpes contra Irán a través de asesinatos, bombardeos selectivos y operaciones sangrientas, una prueba de su profunda infiltración "desde hace años" en la República Islámica.
Ali Larijani, expresidente del Parlamento y asesor del líder supremo, Ali Jamenei, denunció el viernes "el problema de la infiltración en Irán (...) desde hace años".
"Ha habido casos de negligencia. Los servicios de seguridad del país han luchado contra ellos, pero no han podido deshacerse de todos", lamentó.
Los éxitos de los servicios de inteligencia exterior israelíes, el Mosad, se acumulan en los últimos meses.
En julio, el jefe del movimiento palestino Hamás, Ismail Haniyeh, fue asesinado en Teherán. Era considerado como el artífice de los ataques del 7 de octubre de 2023 contra Israel.
A finales de septiembre, Hasán Nasralá, el líder del movimiento libanés Hezbolá, aliado de Hamás y respaldado por Irán, corrió la misma suerte en Beirut.
Entre la muerte de estos dos aliados iraníes, cientos de bíperes y walkie-talkies de Hezbolá estallaron en Líbano en un ataque sin precedentes que mató a 37 personas e hirió a cerca de 3.000.
Una operación necesita mucho tiempo de preparación. "Tienes un enemigo que piensa durante años y te hiere en un instante", analizó Ali Larijani.
Si bien este tipo de declaraciones públicas es insólita, su contenido no sorprende. Aunque casi nunca reivindica nada, Israel es siempre señalado por el asesinato de distinguidos cargos iraníes.
Otro ejemplo es el padre del programa nuclear iraní, Mohsen Fakrizadeh, asesinado cerca de Teherán en noviembre de 2020 con un arma montada cerca de su domicilio y activada después a distancia.
El martes, la justicia iraní indicó que había condenado a muerte a tres personas por este caso.
Algunos medios como la televisión Iran International han afirmado que agentes israelíes capturaron e interrogaron en Irán a miembros de los Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico del régimen.
Las declaraciones de Larijani "señalan la incapacidad de los servicios iraníes de impedir la infiltración israelí", asegura a la AFP Alexandre Grinberg, del Instituto para la Seguridad y la Estrategia de Jerusalén (JISS).
En la operación de los bíperes o "'muerte por la batería' como algunos la presentaron irónicamente en persa, Hezbolá esperaba que Irán los ayudará en cuestiones de inteligencia. Pero ya ni siquiera pueden hacer nada para ellos mismos", afirma este analista.
Los expertos describen un régimen gangrenado, especialmente por el lastre de la difícil situación económica y la impopularidad de las autoridades.
"En cualquier ministerio u organización -los Guardianes de la Revolución, las fuerzas del orden, el Ministerio de Inteligencia, la justicia, los gobiernos locales...-, hay un alto grado de insatisfacción", dice a la AFP Kenneth Katzman, analista del Soufan Center y antes experto sobre Irán en el Congreso estadounidense.
"Mucha gente está dispuesta, incluso dentro del gobierno, a ayudar a Israel a cambio de dinero y porque están en desacuerdo con el régimen", sostiene.
Este contexto gesta "un posible vivero de reclutamiento para las potencias extranjeras", afirma Alain Chouet, ex alto cargo de los servicios exteriores franceses.
Estas fuentes humanas, combinadas con la excelencia técnica de la inteligencia israelí, son inestimables, como quedó patente con el asesinato de Nasralá.
"No dormía dos noches en el mismo lugar, no pasaba más de dos horas en el mismo sitio. Era extremadamente difícil de localizar", afirma este exespía. "Y después de los bíperes, no llevaba nada de electrónica encima", insiste.
Los israelíes "dispararon basados en una certeza. Dieron en el blanco, en la hora y el lugar correcto", ahonda. "Alguien les informó".
Teherán tiene identificado el problema, pero no parece capaz de solventarlo.
"Hay demasiadas personas que, o bien son agentes de Israel, o bien están dispuestos a serlo. Los iraníes ya no llegan", estima Alain Chouet.
Jason Brodsky, director de Unidos contra un Irán Nuclear (UANI, por sus siglas en inglés), sostiene que hay órganos de seguridad completamente infiltrados en el seno de los poderosos Guardianes de la Revolución.
"Se nombraron nuevos comandantes, luego se fueron, pero el problema persiste, lo que demuestra hasta qué punto los Guardianes están estructuralmente penetrados como institución", explica.
"Esto dura desde hace años (...) Puede que los rangos más elevados estén comprometidos, pero los más bajos también".
Peor todavía, el entorno del guía supremo está probablemente manchado. "Su equipo es una burocracia enorme. Hay mucha gente que trabaja para él y representa un vivero en el que los servicios extranjeros intentan reclutar", añade.
Y nade hace presagiar que los golpes israelíes terminarán aquí.
"Estoy convencido de que el Mosad cuenta con media docena de estructuras capaces de actuar en cualquier momento", dice Alain Chouet.
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