La Hungría de Orban, tierra de asilo deportivo para Israel
Desde el inicio de la guerra en Gaza en octubre de 2023, varios partidos del equipo nacional o de clubes de Israel se han disputado en Hungría, donde Viktor Orban acostumbra a dar la bienvenida a eventos de alto riesgo para resaltar la seguridad en su país.
Debrecen fue la ciudad elegida para la visita este jueves de Maccabi Tel Aviv a Besiktas turco, que decidió no acoger este partido de la Europa League en Estambul.
El Bélgica-Israel de la Liga de Naciones de la UEFA fue también deslocalizado y se disputó en septiembre en esa ciudad, la segunda más poblada de Hungría y menos multicultural que la capital Budapest.
Esta política de mano tendida permite a Viktor Orban, a menudo aislado en la escena europea, atraer los focos hacia los aspectos "positivos" de sus políticas, según Simon Chadwick, profesor en la Skema Business School francesa.
Un "soft power" que va en aumento, estima este experto en deporte y geopolítica, desde los ataques que hinchas de Maccabi Tel Aviv sufrieron el 7 de noviembre en Ámsterdam.
Unos días después, Francia recibió a Israel en un partido de la Liga de Naciones en la periferia norte de París, sin incidentes pero con un aforo limitado y un enorme dispositivo de seguridad.
- Sintonía con Netanyahu -
Orban, dirigente nacionalista conocido por sus posturas anti-inmigración, presenta su país como un lugar en el que las manifestaciones propalestinas no se permiten y que ofrece a los judíos los lugares "más seguros de Europa" en estos momentos.
Hungría, país de Europa Central de 9,6 millones de habitantes, es bien vista por los israelíes que quieren ser "prudentes", estima la politóloga Gayil Talshir, de la Universidad Hebraica de Jerusalén.
Un percepción que puede no ser del todo exacta, subraya, ya que "a los dirigentes autoritarios como Orban les gusta apoyarse en las tendencias antisemitas y racistas inherentes a su sociedad para conservar el poder".
Orban ha alabado al almirante Miklos Horthy, aliado de Hitler, como "hombre de Estado excepcional", pese a estar implicado en la deportación de varios centenares de miles de judíos húngaros hacia los campos de la muerte.
Su gobierno ha lanzado también campañas de cartelería para atacar al financiero judío de origen húngaro George Soros y a su hijo Alex, "sembrando el odio y el miedo", según el embajador de Israel.
Pero pese a todo ello, al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, "le da igual", considera Talshir, ya que prefiere priorizar la cooperación con uno de los dirigentes europeos que le resultan más favorables y que es recibido en Jerusalén como "verdadero amigo de Israel".
Una entente cordial, que quedó en evidenciada con la invitación formulada por Orban a Netanyahu, a pesar de la orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional.
- Sueño olímpico -
Si la diplomacia deportiva da sus frutos es porque las raíces del árbol son profundas.
"En la época comunista", recuerda Simon Chadwick, "Hungría era un centro importante del poder deportivo" y eso "desapareció" con la transición democrática de los años 1990. El gobierno actual se propuso recuperar el terreno perdido.
Viktor Orban "tiene la visión estratégica sobre el deporte que le falta al resto de Europa", estima este experto, enumerando los frecuentes eventos deportivos que se han organizado desde su regreso al poder en 2010.
La Eurocopa en 2021, el Mundial de atletismo en 2023 o la final de la Liga de Campeones europea de fútbol en 2026, en el flamante Puskas Arena de Budapest, son algunas de las sedes más importantes que ha logrado Hungría en una época reciente.
La popularidad deportiva de Hungría ha amenazado incluso la hegemonía suiza en los despachos de las instituciones. Lausana ha perdido recientemente las sedes de las Federaciones Internacionales de Natación (World Aquatics) y de Canotaje, que se instalaron en la capital húngara.
La cereza sobre el pastel para Orban sería conseguir la sede de unos Juegos Olímpicos.
La candidatura de Budapest a los Juegos de 2024, finalmente atribuidos a París, fue retirada en 2017 por una movilización de la oposición, pero Orban insiste en que el sueño está vivo y que él lo apoyará "al 1.000 %".
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