Turismo masivo pone en peligro a la especie en Asia ,A lo largo de la historia, la relación ser humano-naturaleza ha ido tornándose más dependiente y, lamentablemente, cada vez más dañina. Dentro de un sistema como el que vivimos, el uso de la naturaleza no se limita a la satisfacción de necesidades básicas, sino que busca la obtención de excedentes (¿vivimos en el capitalismo, no?). En otras palabras, no solo cazamos para comer, sino que vendemos las carnes, las pieles y hasta los dientes. PUEDES LEER: Capturan a traficantes de aves silvestres Bajo esta mirada, los seres humanos hemos encontrado el “beneficio” en diversos “mercados” y es importante resaltar que son las zonas más pobres (ricas en biodiversidad) las que menos cuidado tienen con la naturaleza y sus ecosistemas. Ante ese funesto panorama es necesario repensar los planteamientos de gestión turística en estas zonas afectadas por la extracción y su segundo enemigo público: el turismo masivo. Un claro ejemplo de la funesta huella que dejan las hordas de viajeros es, sin duda, Asia. En el gran continente, el mercado de avistamiento de delfines ha funcionado durante mucho tiempo como una fuente de ingresos importante. Sin embargo, la realidad nos muestra que ha sido también un gran enemigo. La oferta de avistamiento de delfines tuvo un importante apogeo, y la demanda se mantenía siempre activa, ávida por ver a estos hermosos mamíferos, sin saber que hacían uso de un servicio que perjudicaba eso que tanto ansiaban ver. La gran demanda que este servicio tenía generaba mayor oferta. Hoy en día la rentabilidad empieza a decaer para los mismos operadores, dado que son demasiados los interesados en ingresar a la industria. Por otro lado y más importante, el daño generado a los delfines es incalculable. La cantidad masiva de barcos y su inexistente cuidado y gestión en control de daños, ha perturbado la existencia y permanencia de los delfines en relación a su alimentación y descanso. Pero más grave aún, ha perjudicado los lazos entre madre y cría, y la consiguiente reproducción de la especie ya que estos mamíferos se comunican con silbidos. El ruido de barcos, yates y buques rompe el ciclo, provocando así su desaparición. Como consecuencia, en las zonas donde se realizan estos avistamientos con mayor frecuencia (son 7 zonas repartidas entre Camboya, Indonesia, Malasia, Tailandia y Filipinas), el número de delfines ha disminuido terriblemente. Personas con sensibilidad al tema y con una comprensión mayor respecto de sus consecuencias, entre las cuales se encuentra un grupo de científicos de diversas universidades, proponen aplicar un reglamento que regule la actividad de avistamiento de delfines. Asimismo, piden regular el número de barcos y sus condiciones. Proponen también la delimitación de una frontera de avistamiento y un límite de tiempo para la permanencia.