Exrector de la Universidad Nacional de Ingeniería - UNI

De puerto de paso a potencia logística, por Alfonso López Chau Nava

Cualquier infraestructura en Perú deberá asegurar transparencia en contratos, beneficios nacionales y respeto a normas ambientales. La participación activa en este proceso es vital para evitar caer en una nueva dependencia.

El reciente memorando de entendimiento firmado entre Brasil y China para desarrollar un corredor ferroviario que conecte el puerto brasileño de Santos con el puerto de Chancay en Perú ha puesto al país en el centro del ajedrez geopolítico sudamericano. Esta iniciativa, llamada a convertirse en la “nueva ruta de la seda latinoamericana”, podría consolidar al Perú como el gran hub comercial del Pacífico. Pero solo si actuamos con visión, liderazgo y firmeza.

Hoy, el Perú enfrenta un dilema: ¿seguiremos siendo territorio de paso o seremos el nodo estratégico que articule el desarrollo regional? No podemos permitir que este acuerdo entre potencias nos convierta en simples espectadores. El puerto de Chancay no puede ser una puerta abierta sin condiciones, por eso proponemos una política de infraestructura soberana, que incluya:

  • Conectividad multimodal planificada desde el interés nacional, que priorice los nodos logísticos regionales y no solo de Lima.
  • Participación de talento local en el diseño, construcción y operación del sistema ferroviario.
  • Transferencia tecnológica real, que deje capacidades instaladas en el país y no solo concreto y deuda.

El acuerdo de entendimiento Brasil-China aún no incluye al Perú. ¿Cómo puede firmarse un plan logístico internacional sin el país clave que alberga el tramo final? Es imprescindible que tengamos voz y voto en este proceso. Nuestra política exterior debe ser firme, activa y estratégica. Estar ausentes, es una irresponsabilidad.

Toda infraestructura que se desarrolle en suelo peruano debe cumplir tres condiciones: transparencia total en los contratos, beneficio nacional comprobable y respeto absoluto a las normas ambientales y laborales. No se puede repetir el error de proyectos que han marginado a las comunidades y depredado nuestros recursos.

Se trata de exportar con justicia, con inclusión y con visión, como decimos: “Todo el poder a las regiones para conquistar los mercados del mundo” y en esta frase está nuestro propósito de desarrollo.

Este es el momento. El tren Brasil-China puede ser el eje de un nuevo modelo de desarrollo o el símbolo de una nueva forma de dependencia. La diferencia la marcará la decisión política. Porque el Perú no está en venta. Está en marcha. Y no se detiene.