Exrector de la Universidad Nacional de Ingeniería - UNI

Nos estamos ahogando, por Alfonso López Chau

Tenemos que recuperar el Estado del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. 

El Perú se desangra. No se trata solo de seguridad ciudadana. Se trata de soberanía. El crimen organizado es hoy una amenaza directa contra la nación peruana, porque socava su base: la confianza en la justicia y la igualdad ante la ley. Nuestra propuesta:
Un Estado fuerte y limpio para enfrentar al crimen organizado. Para ello debemos ejecutar una reforma radical anticrimen organizado que contemple: confiscación ampliada de bienes, colaboración premiada con protección total para quienes colaboren y “cárcel dura” con aislamiento absoluto para cabecillas de organizaciones criminales.

Vía paralela
La creación de una Dirección Nacional Anticrimen Organizado con autonomía técnica que opere en forma paralela al sistema judicial tradicional, que, naciendo de un equipo interdisciplinario entre la Fiscalía, la Policía y el Poder Judicial, cuente con autonomía suficiente para operar.

Estas medidas se inspiran en experiencias que funcionaron en Italia y Brasil, donde el Estado pasó de ser rehén de las mafias a ser su peor enemigo.
Las mafias prosperan donde el Estado desaparece. En las zonas mineras ilegales, en los puertos tomados por el narcotráfico, en los barrios donde la extorsión se normalizó, el ciudadano no ve al Estado: ve al delincuente que cobra “protección”. Por eso, la lucha no puede ser solo policial. Debe ser territorial y social.

El crimen es global, por eso la respuesta también debe serlo. Debemos fortalecer la colaboración con todos los países de América Latina que articule a los países para compartir inteligencia, rastrear fondos ilícitos y frenar el flujo de drogas, armas y personas.

Pero ningún plan será suficiente sin una sociedad vigilante. Los partidos políticos, los empresarios, los medios, los jóvenes y los ciudadanos deben convertirse en los guardianes de la transparencia.
El poder de las mafias es directamente proporcional a la debilidad de la política. Cuando los políticos se acobardan, los delincuentes gobiernan.

Tenemos que recuperar el Estado del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Nuestro país tiene que ser rescatado; solo así el Perú volverá a respirar y retomar su rumbo histórico de ser nación de naciones.