La Amazonía peruana no puede seguir siendo la gran olvidada del Estado. A pesar de representar más del 60% del territorio nacional, concentrar una de las mayores reservas de biodiversidad del planeta y albergar a 51 pueblos indígenas, sus habitantes conviven con anemia, desnutrición, crimen organizado y una ausencia casi total de infraestructura básica. Es el rostro más injusto del centralismo, donde las promesas se estrellan contra el abandono estructural.
El fracaso del modelo de desarrollo impuesto desde Lima —ajeno al territorio, a sus culturas y a su riqueza— ha empujado a miles a la informalidad o a la desesperanza. Por eso, urge un nuevo pacto social que tenga a la Amazonía como protagonista del futuro del Perú.
Proponemos un punto cero ineludible: escuchar para gobernar. No se puede decidir sobre la Amazonía sin los pueblos amazónicos. Planteamos un espacio permanente de diálogo para cocrear una estrategia de protección territorial y desarrollo con justicia ambiental.
Como primer eje planteamos un shock de inversiones que cambie la historia: escuelas dignas, postas médicas, trenes amazónicos, energía limpia. No hablamos solo de asfalto, hablamos de salud, educación y oportunidades. Un tren en la Amazonía que no solo transporte mercancías que lleve dignidad y presencia del Estado.
Segundo, apostamos por una educación para el siglo XXI: laboratorios STEAM móviles, formación científica con enfoque intercultural y una Universidad de Alto Rendimiento Amazónica que proyecte talentos al mundo sin que abandonen su tierra.
Tercero, transformación productiva con justicia ambiental. ¿Por qué la Amazonía solo debe exportar madera o frutos? ¿Por qué no soñar con plantas de hidrógeno verde, con biotecnología amazónica, con un fondo soberano que reinvierta su riqueza en salud, educación y reforestación?
Finalmente, creemos en el poder de la ciudadanía organizada. Así como el río Marañón fue reconocido como sujeto de derechos por la lucha de las comunidades, así también podremos cambiar el rumbo del país con participación, justicia y sostenibilidad.
El Perú no será una nación justa mientras la Amazonía siga siendo un territorio de sacrificio. El desafío es inmenso, pero más grande aún es la oportunidad de construir, desde la selva, un modelo que inspire al mundo. Con voz propia, con respeto, con urgencia. La Amazonía no puede esperar.