Uno de los eslóganes de este nuevo aniversario mundial de la libertad de expresión y de prensa dice: Si todo va bien en las noticias, hay algo que está mal en el periodismo. Tan aplicable a la realidad peruana, en la que algunos medios de comunicación se empeñan en decir que “acá no pasa nada”.
Cada 3 de mayo, desde 1993, se celebra esta libertad, considerada la generadora de otros derechos y que es una muestra de la vigencia de la democracia. La efeméride instaurada por las Naciones Unidas tiene como objetivo el defender a los medios de comunicación de los atentados contra su independencia y rendir homenaje a los periodistas.
En esta fecha se ha publicado un cuadro comparativo del respeto que guardan los países a estas condiciones básicas para la estabilidad y la institucionalidad, elaborado por Reporteros sin Fronteras.
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Son malas noticias para el Perú, que ha descendido 33 puestos y ahora se ubica en el 110 en el ranking, y se le agrupa en los países en los que las labores periodísticas peligran, pues el riesgo ha aumentado, ya que la cobertura noticiosa está bajo amenaza.
Durante los meses de las protestas sociales, en las que se enfrentaron las fuerzas del orden contra los ciudadanos movilizados, la prensa corrió peligro y recibió también la violencia de la represión. Ha sido el caso de los reporteros gráficos, camarógrafos y reporteros que recibieron golpes y, en algunos casos, hasta descargas de las balas.
Un elemento adicional que se suma a esta caída estrepitosa de los indicadores de vigencia de las libertades de prensa y de expresión es que algunos medios han sido parciales y poco objetivos, desdeñando la verdad para ceder paso a la versión oficial, la cual hasta el momento ha tratado de minimizar las agresiones y el excesivo uso de la fuerza, que ahora es graficado en las investigaciones e informes independientes que se han elaborado en organizaciones internacionales.
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Estos hechos de violencia han dejado un doloroso saldo de 49 civiles desarmados que fueron asesinados por las fuerzas del orden y que ahora necesitan ser investigados exhaustivamente, como lo plantea el informe elaborado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Seguir negando u ocultando lo sucedido no aporta a los derechos de la ciudadanía a conocer la verdad y a las libertades de prensa y expresión, que hay que defender.