La de nunca acabar. Los tropiezos que sigue dando la educación a cargo del ministro Oscar Becerra, quien asegura que seguirá diciendo lo que piensa, “y si a alguien no le gusta, lo siento mucho”, continúan. Ya no fue suficiente con la Sunedu y el desastre provocado en la educación superior. Ahora también se ha comprometido la marcha de la Universidad Nacional de Música (UNM), antiguo Conservatorio Nacional.
Sin mediar explicación coherente, se cambió a la especialista en música Lydia Hung Wong, atribuyéndole retrasos en trámites administrativos necesarios para la conversión en universidad. La profesora mostró que muchos procesos se habían realizado mientras otros estaban en marcha, por lo que la separación del cargo no tenía razón de ser.
En reemplazo de la especialista, se nombró a un doctor en Biología y Química, Jorge Rivera Muñoz, quien nunca había tenido que ver con un tema tan particular, como es la enseñanza de la música. Los profesores de la entidad denunciaron las malas formas con las que llegó la nueva autoridad, rodeado de asesores con los mismos hábitos. Por ello, solicitaron su inmediata separación. Este pedido también lo hicieron los músicos formados en la ahora UNM.
La preocupación por su futuro, en manos de improvisados, motivó a personalidades como Juan José Chuquisengo y rectores y directores de conservatorios en el mundo, a pedir que no se perjudique el posicionamiento internacional de la institución.
Rivera renunció anoche. Su salida muestra la improvisación y el absurdo con los que se maneja la educación. La responsabilidad de este nuevo desastre es de quien respalda a Oscar Becerra en el Gobierno.
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Además de haber planteado posiciones personales que no corresponden a su función como ministro de Estado, que le obliga a una serie de conductas afines con la naturaleza de su encargo, ha negado la oportunidad de rectificación, para reconfirmarse en puntos de vista tan controvertidos como la pena de muerte o el retiro del Pacto de San José.
Ahora la institucionalidad construida para la Universidad Nacional de Música se ha hecho trizas. Se tendrá que exigir que se respete el conocimiento y la especialización para desempeñar cargos de dirección para la institución, pero es lamentable el tiempo perdido y el daño provocado, que bien pudo evitarse, de haber contado con una autoridad sensata y bien intencionada a cargo del Minedu.