Opinión

El desastre anunciado

Las condiciones climáticas han empeorado la condición de vida de miles de pobladores.

Las intensas lluvias han provocado la activación de quebradas conectadas con el río Rímac y han dejado en extrema vulnerabilidad a localidades a lo largo de su cuenca, desde Néstor Gambetta hasta Carapongo, Chosica, Chaclacayo, Huaycán, entre otras.
La alerta del Senamhi sobre estas zonas señala que los huaicos y los deslizamientos podrían afectar no solo la transitabilidad, sino también la vida y la salud de los pobladores.

Se les ha pedido que se mantengan muy atentos a las alarmas del servicio meteorológico para adoptar cualquier acción que indiquen las autoridades, alejados de las áreas de riesgo; sin embargo, pernoctan en ellas por la necesidad de salvaguardar sus bienes ante el pillaje.

La situación es muy compleja, pero aun así, además de la ayuda de los Gobiernos locales, se toman provisiones para guarecer del mal clima los alimentos y el agua, que podrían escasear por la interrupción de las vías de comunicación.

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Esta advertencia para Lima también alcanza al centro de la ciudad, amenazado por la crecida del Rímac, cerca del puente Trujillo y la vía de Evitamiento en dirección hacia el norte. En este espacio, una riada es un potencial peligro previsto por las autoridades y los servicios meteorológicos.

Esta condición de vulnerabilidad se suma a los estragos que han provocado el desborde de ríos y la activación de quebradas en el norte del país, y la interrupción de la vía Panamericana en Áncash por la caída de puentes.

Es necesario que se explique con transparencia la condición climática para las siguientes semanas; mientras, se anuncia que El Niño de gran magnitud podría ser el corolario de estos días signados por las lluvias, los desbordes y la grave condición de miles de damnificados que perdieron sus viviendas y negocios.

Según el Enfen, estas condiciones de calentamiento de las aguas podrían derivar en El Niño Costero, al que le sucedería un fenómeno de El Niño a lo largo del 2023-2024. De ser así, estaríamos ante un año de enormes dificultades para todos. Sin grandes obras de prevención y poca rehabilitación de lo perdido, por lo que debemos prepararnos para enfrentar lo anunciado. La evaluación estatal no puede ser alarmista, pero tampoco se admite el intento de ocultar información. Por el momento, solo queda cumplir al pie de la letra las recomendaciones y preservar la vida humana, que es el fin supremo de toda gestión pública.