Opinión

Paraíso autodidacta


La idea que únicamente las personas tituladas y colegiadas puedan ejercer el periodismo acaba de patinar por enésima vez. Este es un mecanismo de control de la prensa que conocemos por lo menos desde tiempos del franquismo español, y sigue siendo una fantasía de los políticos autoritarios. En este caso, una congresista desencaminada.

Si la norma ya era mala de por sí, la aparición de las redes en internet y el llamado periodismo ciudadano que las acompaña la convierte en ridícula. En verdad solo funcionó a cabalidad en los totalitarismos; nunca, que se sepa, en regímenes que han pasado por ser democracias. Pero la fantasía sigue allí.

Estudiar periodismo es muy bueno y los medios de prensa suelen exigir a quienes entran a trabajar allí como practicantes. Pero hay otras maneras de empezar una carrera periodística. Los estudios de derecho, sistemas, geografía o ciencia política también sirven, por mencionar algunos. A veces una gran curiosidad vale por mucho estudio.

Acaso la parte más fea en el paquete autoritario que comentamos es la obligación de colegiarse, un resabio de los tiempos en que algunos periodistas aspiraban a ser profesionales liberales. Fea sobre todo porque trata de periodistas intentando controlar a sus colegas, en una profesión que es casi toda puntos de vista.

En lo de juntarse el periodismo hemos visto casi de todo. Hemos sido una federación en la CGTP, una Asociación de Periodistas, un Colegio de Periodistas y arias cosas más. Los propietarios de medios han ido pasando por sus propias organizaciones gremiales. Nada de eso orientó la práctica del periodismo propiamente dicho, ni quiso hacerlo.

Hay una vocación periodística que se refuerza a través de muchas consideraciones. He conocido a muchos abogados atrapados en las austeras redes del periodismo a tiempo completo. Al mismo tiempo es como profesión un paraíso de autodidactas, de entre los que han salido algunas de las figuras más ilustres.

Así pues, el periodismo es un camino de libertad, y no se necesita licencia de conducir emitida por el Estado en cualquiera de sus formas. Pero el prurito de controlar las opiniones ajenas está allí y lo veremos reaparecer al menor descuido. Siempre de la manito del control de la publicidad estatal en los medios independientes.