Opinión

Reaparecen los policías mundiales

"La tarea policial desde fuera no está funcionando en esta región. Los gobiernos infractores no tienen mucho que perder. Si occidente les baja el dedo, allí está el oriente ruso o chino para ayudarlos a sostenerse".

La mezcla de pedido de información y llamado de atención de la ONU al Gobierno peruano es agua de malvas (por el volumen, no por la naturaleza) comparada con denuncias que emite este organismo últimamente. En Nicaragua hay crímenes de lesa humanidad, en El Salvador los EEUU advierten acerca de graves atropellos a los derechos humanos.

No es solo Washington y la ONU. También la Unión Europea y otros países desarrollados están intentando rescatar un liberalismo político que interesa a cada vez menos gobernantes, y a veces hasta a menos poblaciones, en el Tercer Mundo. América Latina parecía haber consolidado un espacio democrático. No es lo que se ve hoy.

Con lo cual las potencias occidentales están regresando al papel de policías mundiales que la Guerra Fría y la brecha ideológica les había impuesto en otros años. Luego se pensó que las democracias pobres por lo general podían cuidarse solas. Ya no es así, y ciudadanías cada vez más irritadas empiezan a pagar las consecuencias.

Pero el papel de policía internacional se ha vuelto complicado. El antiguo occidente político que buscaba imponer las buenas conductas como parte de su respaldo ya está muy debilitado, o por lo menos tiene otras tareas, como la rivalidad con potencias que le compiten por diversas formas de hegemonía mundial.

Además, los gobernantes infractores a menudo son muy populares gracias precisamente a su conducta. Muchas personas muy angustiadas están dispuestas a cambiar sus derechos fundamentales por seguridad y algo de comida. Quizás ese canje siempre ha estado vigente, y la única novedad es que está reapareciendo en lugares donde ya parecía haber quedado atrás.

A este trueque de libertades por beneficios tangibles, de conciencia por tranquilidad, algunos politólogos tienden a llamarlo populismo. La expresión se está usando para definir por igual al fascista europeo, al tirano tropical, o al sátrapa oriental. Populismo se apoya en una suerte de explicación operativa: el pueblo contra las élites.

La tarea policial desde fuera no está funcionando en esta región. Los gobiernos infractores no tienen mucho que perder. Si occidente les baja el dedo, allí está el oriente ruso o chino para ayudarlos a sostenerse. Lo que en los años 60 era un escándalo político-ideológico en América Latina, ahora es un arreglo comercial.