Reimaginar un Perú mejor, el desafío que plantea la pandemia
¿Qué hacer como país para garantizar los derechos humanos de las generaciones más jóvenes? Esa es la gran pregunta que originó la serie de webinars: Reimagina un Perú mejor para cada adolescente, promovida por UNICEF y La República, y que ha permitido identificar las primeras acciones esenciales de una nutrida agenda.
El 2020 se va dejándonos dolorosas pero importantes enseñanzas. La pandemia ocasionada por la COVID-19 se ha desatado el año en el que las Naciones Unidas cumplieron su 75 aniversario de creación y en el que la Agenda para el Desarrollo Sostenible llegó a su primer quinquenio. Pareciera que el virus apareció para recordarnos que la fragilidad o fortaleza del desarrollo económico y social está estrechamente ligada a los derechos humanos
Un día como hoy, Hace 74 años, nació UNICEF para dar protección a la niñez y adolescencia que habían quedado desprotegidas tras la segunda guerra mundial. Hoy le toca acompañar a los Estados y sociedades del mundo en su esfuerzo por colocar a la niñez y adolescencia en el centro de sus agendas de reconstrucción pos COVID-19.
Y es que curiosamente, aunque niñas, niños y adolescentes constituyen el grupo que de contagiarse tendría efectos menos adversos, el impacto que la pandemia tiene y tendrá en su futuro merece inmediata atención. Se estima que, para finales de 2020, otros 86 millones de niñas, niños y adolescentes se sumarán a todos aquellos que desde antes de la pandemia se encontraban viviendo en hogares pobres. El mundo despedirá el 2020 con un aumento de 15% de pobreza infantil y adolescente.
La COVID-19 además de hacer más pobres a las niñas, niños y adolescentes le está arrebatando a miles la posibilidad de un futuro mejor. Ha cerrado las puertas de la escuela para darles como opción la educación virtual, a la que muchos no pueden acceder por falta de conectividad. Se estima que solo un tercio de los chicos y chicas en edad escolar (de 3 a 17 años) tiene conexión a Internet en sus hogares. Hay 1300 millones de escolares que no tienen esta oportunidad.
Difusión
Y así como han cerrado las escuelas, en más de cien países también se han interrumpido los servicios de protección de la infancia lo que ha incrementado el riesgo de que los niños sufran de violencia, explotación y abuso.
Estas situaciones no son ajenas a la niñez y adolescencia que viven en Perú. Por ello, en esta semana que conmemoramos el Día Mundial de los Derechos Humanos y el 74 aniversario de creación de UNICEF cobra especial atención el llamado a la acción por la generación del Bicentenario. Este es un llamado al país, para que juntos –Estado, sociedad civil, empresa y cooperación internacional― puedan Reimaginar un Perú mejor para cada persona, un país en el que los derechos humanos se viven desde el inicio de la vida, se ejercen sin restricciones durante la adolescencia y forman adultos con potencial para realizar sus sueños.
A pocos días de un año marcado por la pandemia se plantea cinco acciones esenciales para que ningún niño, niña y adolescente se quede atrás:
1. Garantizar la reapertura segura y oportuna de las escuelas. Su cierre prolongado ha significado que aproximadamente nueve millones de niñas, niños y adolescentes continúen sin recibir educación presencial y se estima que más de seiscientos mil están en riesgo de dejar sus estudios, especialmente aquellos que pertenecen a familias en situación de pobreza. Esta pérdida tiene graves implicaciones presentes y futuras. Cada día que las escuelas permanecen cerradas se avanza hacia una catástrofe educacional. Es imperativo prepararse para la reapertura segura y gradual de las escuelas.
2. Establecer la lucha contra la pobreza infantil como una prioridad de Estado. En solo diez meses y como consecuencia de la COVID-19, Perú experimenta un retroceso de diez años en los niveles de pobreza infantil. A finales de 2020 más de 1,2 millones de niñas, niños y adolescentes caerán en pobreza monetaria, sumando un total de más de cuatro millones en esta situación. Se requiere sistemas de salud, de educación y de protección social universales e integrales que protejan a las familias ante el severo impacto socioeconómico ocasionado por la COVID-19.
3. Erradicar todas las formas de violencia contra niñas, niños y adolescentes. En Perú siete de cada diez chicos y chicas entre 9 y 17 años han experimentado algún tipo de violencia, y tres de cada diez entre 12 y 17 años han sufrido abuso sexual. Se estima que durante el contexto de aislamiento social estos casos se habrían incrementado. Urge fortalecer políticas y programas de prevención frente a la violencia en los niveles locales, regionales y nacionales y desarrollar en el país una cultura de crianza positiva y de respeto a las niñas, niños y adolescentes en todos los entornos.
4. Priorizar la inversión en las y los adolescentes. Los 3,2 millones de adolescentes representan una oportunidad clave para el desarrollo presente y futuro del país, especialmente porque Perú continúa en la fase de bono demográfico. Las y los adolescentes requieren servicios especializados, crecer libres de violencia y que sus voces sean escuchadas, respetadas y tomadas en cuenta en todo aquello que les afecta, como establece la CDN. Priorizar la adolescencia en las políticas públicas implica garantizar la inversión necesaria para ponerlas en marcha.
5. Apoyar la participación adolescente para fortalecer la ciudadanía. Hay que asegurar que las niñas y niños, especialmente las y los adolescentes puedan ejercer en el entorno familiar, escolar, y comunal su derecho a la participación. Los acontecimientos políticos recientes y el próximo proceso electoral constituyen una oportunidad para enfatizar que el ejercicio de la ciudadanía abarca a todas las generaciones y trasciende la jornada electoral.
Difusión
Atender la agenda de la niñez y adolescencia y escuchar las voces de chicas y chicos e incorporarlas a las políticas públicas es caminar hacia la construcción de un país más inclusivo, próspero y cohesionado. Sigamos en esa dirección.
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