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Inmundicia "sagrada" da a las prostitutas indias un controvertido y efímero respeto

Las trabajadoras sexuales de Sonagachi luchan por dignidad y respeto en una sociedad que las considera inmundas, deseándolas solo cuando se necesita su tierra para ceremonias religiosas.

Cada año, en Calcuta, trabajadores recogen tierra sagrada de los burdeles para rituales hindúes durante la festividad de Durga Puya, exponiendo una tradición que perpetúa la discriminación. Foto: La República
Cada año, en Calcuta, trabajadores recogen tierra sagrada de los burdeles para rituales hindúes durante la festividad de Durga Puya, exponiendo una tradición que perpetúa la discriminación. Foto: La República

Cada año en la megalópolis india de Calcuta, el oficio más antiguo del mundo recibe el respeto efímero de una antigua costumbre: los hombres recogen tierra en la puerta de los burdeles, que consideran sagrada, para realizar con ella rituales hindúes.

Pero para las trabajadoras sexuales esta tradición es un amargo reflejo de la discriminación que sufren en la sociedad india: deseadas cuando se las necesita pero consideradas como inmundicia cuando no.

Los devotos hindúes tienen por sagrada la tierra del umbral de los burdeles porque creen que los hombres dejan ahí todo lo bueno antes de entrar.

Recogerla forma parte de las celebraciones de Durga Puya, la mayor festividad del estado de Bengala Occidental, en el este de India, que este año comienza en octubre.

Esa tierra se mezcla con arcilla para hacer estatuas de brillantes colores de la diosa Durga o se utiliza para dar un "baño" de tierra a los ídolos fabricados para las fiestas.

Salima, nombre ficticio de una trabajadora sexual de unos treinta años, se muestra indignada por esta tradición.

A sus ojos "soy indigna" y "consideran que hago algo malo", afirma. Pero "cuando quieren tomar la tierra de mi mano, de repente me respetan", denuncia.

- "Son como todo el mundo" -

Los festejos, que duran una semana, celebran la victoria de Durga --una poderosa diosa de múltiples brazos a la que a menudo se representa montada sobre un león y es venerada como madre protectora-- contra un demonio.

"Los hombres que entran en la casa de la trabajadora sexual dejan en la puerta todo lo bueno que llevan dentro", dice Jayanta Kushary, de 64 años, fundador de la academia de cultura india Sarva Bharatiya Prachya Vidya, para explicar esta tradición.

Y afirma que la tierra debe usarse para "lavar" los ídolos.

Pero las familias de Calcuta también la utilizan para fabricar las figuras que veneran antes de sumergirlas en el sagrado río Ganges.

La familia de Samar Dutt lleva más de un siglo usando esta tierra y lamenta que se menosprecie a las trabajadoras del sexo.

"No son el lado oscuro de la sociedad", afirma, "son como todo el mundo".

Hoy en día, las calzadas de hormigón y asfalto hacen cada vez más difícil encontrar un buen lugar para recoger la tierra. Así que los artesanos buscaron una solución.

"La trabajadora sexual se baña en el Ganges y recoge su tierra", explica Dutt. "Luego la deja frente a su casa", donde los hombres la van a buscar.

- "Dignidad en la sociedad" -

Las trabajadoras sexuales de Sonagachi, barrio de la prostitución de Calcuta, luchan desde hace tiempo por obtener respeto social y se oponen a esta tradición.

Una portavoz del Durbar Mahila Samanwaya Comittee, asociación de trabajadoras sexuales, asegura que desde 2004 se prohíbe que los artesanos de la arcilla recojan tierra en la zona, exigiendo que las profesionales del sexo sean tratadas con "dignidad en la sociedad".

Los hombres van a recoger la tierra, pero nadie las invita a unirse a la celebración de Durga Puya, denuncian.

"Ni siquiera nos reconocen", afirma Pushpa, cuyo nombre se ha cambiado para proteger su identidad.

"Las mujeres creen que les arrebataremos a sus maridos si hablamos con ellos. Pero nosotras no pensamos eso", agrega.

Kushary insiste en la importancia de que la sociedad respete a las profesionales del sexo.

"Nadie se sacrifica tanto como ellas", dice, considerando que los hombres que acuden como clientes serían perjudiciales para la sociedad si no existiera la trabajadora del sexo para satisfacer sus demandas.

"Son muy, muy importantes para nuestra sociedad", defiende. "La trabajadora sexual es una trabajadora social", asegura.

Salima explica que su familia no sabe cómo se gana la vida y que se dedicó a esto porque no tenía otra alternativa. "No nos gusta hacer este trabajo", afirma.

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