El menor de dos años fue operado en 2004 y 2005 de una supuesta sordera “total e incurable” que en realidad no existía.,Negligencia médica. Un niño pierde un oído tras la mala praxis de los galenos. La confusión de sordera con el trastorno autista perjudicó al menor, puesto que fue operado en 2004 y 2005 de una supuesta sordera “total e incurable” que en realidad no existía. La responsabilidad recae sobre los médicos del Servicio Gallego de Salud (Sergas), que deberá indemnizar a la familia del menor con 200.000 euros por diagnosticar de forma errada. PUEDES VER Familiares de primera víctima del dengue denuncian negligencia Una profesora del colegio de Ourense, Galicia, descubrió que el niño padecía del trastorno autista. La docente es especialista en audición y lenguaje. El menor tuvo que ser intervenido quirúrgicamente en dos oportunidades para introducirle un implante. Este accionar médico le causó la pérdida completa de audición en un oído. Luego de 15 años de la negligencia médica, la familia del menor recibirá una indemnización de 200.000 euros frente a los 150.000 que determinó en primera instancia un juzgado de Ourense el año pasado. PUEDES VER Comprender para no discriminar: seis preguntas frecuentes sobre el autismo “Nos encontramos ante un claro supuesto de error de diagnóstico provocado por una equivocada interpretación de los resultados de la prueba de potenciales evocados auditivos en su día practicada. En definitiva, no se descartaron, como era obligado, otras patologías mediante pruebas complementarias de tipo psicológico, neurológico o audiométrico”, resuelve ahora el alto tribunal gallego la demanda civil. Los trastornos de conducta del menor salieron a relucir cuando tenía dos años. Frente a esta situación, su pediatra de la sanidad pública decidió derivarlo a diferentes especialistas privados de Vigo (otorrinos y logopedas) que, según la sentencia, concluyeron que padecía una “sordera total e incurable” tras realizarle “una sola prueba de potenciales evocados auditivos”. En el hospital público de Vigo asumieron sin cuestionarlo el contenido de esos informes médicos privados. Pensando que eran “acertados” y “sin agotar los medios de diagnóstico”, relata el fallo, el Sergas decidió colocar un implante en uno de los oídos del pequeño y para ello se lo vació. En el Complejo Hospitalario de Vigo se le practicaron dos intervenciones, en diciembre de 2004 y en febrero de 2005. A finales de 2006, una profesora de su colegio comenzó a sospechar que el niño no era sordo.