Secretos bajo la pampa de Ayacucho
A solo un año de las celebraciones por el bicentenario de la batalla que independizó a todo el continente del dominio español, un grupo de arqueólogos realiza investigaciones en la Pampa de la Quinua, que fue escenario de antiguos enfrentamientos.

Sabemos que después de la proclamación de la independencia, aquel 28 de julio de 1821, tuvieron que pasar tres años más para que se consolidara la libertad. Y una fecha clave en el proceso de emancipación fue el 9 de diciembre de 1824, cuando las tropas realistas fueron vencidas por la tropas patriotas en la Pampa de la Quinua. También sabemos que la batalla puso fi n a 333 años de dominación española y, de paso, al cambio de nombre local. La célebre provincia de Huamanga pasó a llamarse Ayacucho, “Rincón de los muertos”, tal como la conocemos ahora.
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Pero sabemos poco del importante proceso de “posbatalla” y de cómo fue el paisaje donde se escenificó el histórico choque. Y esto es precisamente la fuente de inspiración para las investigaciones que realiza el equipo liderado por Milena Vega Centeno, experta en arqueología de campos de batalla: “Se ha investigado desde el punto de vista histórico y también de historia militar, pero existen aspectos que desconocemos, como la existencia de vestigios anteriores a la batalla (caminos prehispánicos y asentamientos), la localización de los campamentos de los ejércitos beligerantes y su estado de conservación, así como la serie de eventos ocurridos posbatalla como el entierro de los cadáveres, aspectos de la conmemoración histórica y en general el proceso de la transformación del paisaje bélico a lo largo de estos 200 años”, revela la arqueóloga cusqueña.
Parece que la toponimia referida a “rincón de los muertos” está vinculada a una antigua batalla que, según la tradición oral, enfrentó a incas y chancas. Y Vega Centeno confía en hallar las evidencias de esta antigua batalla. Para esto, reconoce el apoyo vital del personal de Sernamp y el aporte de la ONG Solidaritas Perú y el Instituto Qltura.
Gracias al uso intensivo de drones y cámaras térmicas (colaboración de David Segurado y la empresa Linn Aerospace Perú), Vega Centeno revela que “los hallazgos han sido sorprendentes e inesperados”. Por ejemplo, se pudo comprobar que el virrey La Serna eligió un lugar estratégico para instalar su campamento militar: en las faldas del cerro Condorcunca, lugar donde justamente hallaron restos de un asentamiento prehispánico. “Desafortunadamente, toda el área está ocupada por un denso bosque de pinos que afecta la conservación de los muros y que imposibilita poder definir su datación”, sostiene.

Equipo liderado por Milena Vega Centeno, experta en arqueología de campos de batalla. Foto: Cortesía
También reconoce que “hemos hallado un sector de tumbas totalmente saqueadas. Todo indica que se trata de estructuras reutilizadas con entierros del siglo XIX. No obstante, estamos evaluando la posibilidad de exhumar los restos óseos humanos para evitar que se sigan deteriorando”.
Gracias a estas investigaciones se ha confirmado que aún se conservan las bases de la capilla San Cristóbal, destruidas durante las obras de inauguración del Obelisco en 1974, con motivo del sesquicentenario de la batalla. “Esta capilla fue designada como lugar donde estuvo emplazado el único cañón del Ejército Unido Libertador. También hemos identificado los restos de la capilla Choquepampa y un posible osario, pero se debe cotejar con excavaciones arqueológicas. Finalmente, hemos hallado muros prehispánicos y los dos ramales de los caminos prehispánicos que surcan el campo de batalla y que fueron utilizados por ambos ejércitos”, agrega la arqueóloga.
“Por todo esto y en el marco de las celebraciones del bicentenario, el próximo año, se debe efectuar la puesta en valor del sitio y no solo enfocarse en el monumento conmemorativo. Estamos planificando nuevas excavaciones arqueológicas y rescate de los restos óseos”, explica Vega Centeno.














