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Domingo

Fotografía de tocador

Una sesión fotográfica con encajes, tules y piel al desnudo puede ser una caricia para la autoestima de las mujeres. Al menos eso pretende la estética boudoir, donde todos los cuerpos pueden ser modelos de sensualidad. En Lima ya hay mujeres que pagan por esta íntima experiencia.

Es la segunda  vez que Claudina, madre  de dos hijos, se hace una sesión boudoir. Foto: La República
Es la segunda vez que Claudina, madre de dos hijos, se hace una sesión boudoir. Foto: La República

Boudoir proviene del francés y significa “tocador”, que hoy nos remite a uno de esos muebles de espejo y banqueta que tenemos
en la habitación, pero que en la época de Luis XVI era más que eso. Se dice que eran espacios femeninos, pequeñas habitaciones donde las damas de la corte francesa solían no solo vestirse y retocarse, sino también recibir visitas o desarrollar otras actividades íntimas. El Marqués de Sade hizo célebre a esta pieza en su libro La filosofía del tocador, pensándolo como un pequeño fortín de libertad ganado por las mujeres para hacer lo que les plazca.

Actualmente, el boudoir es un estilo de fotografía, su estética de encajes, lencería y piel al desnudo se puede confundir con la fotografía erótica, pero la separa una delgada línea. “No es una foto de comercial de lencería, el propósito del boudoir es enaltecer la femineidad, que la mujer se conecte con su sensualidad y alimente su autoestima”, dice Rocío del Pilar Pardo (43), una ingeniera química que, al convertirse en madre, dejó el trabajo, aprendió fotografía, empezó a retratar embarazadas y, en el camino, descubrió que su arte estaba en fotografiar con elegancia a mujeres con poca ropa. Menudo trabajo en un país tan conservador como el nuestro.

“No soy muy liberal, pensarán que lo soy porque tomo estas fotos, pero no. Mis clientas me han enseñado a soltarme más, es una liberación mutua”, dice Rocío, mientras prepara el ambiente para iniciar la sesión con Claudina Sánchez (36), venezolana que se
dedicaba al teatro y la danza en su país y que a diferencia de otras mujeres no tiene ningún complejo en mostrar su cuerpo. “El boudoir es una forma de admirarte y de saber que no necesitas ser 90-60-90 para sentirte hermosa”, dice mientras se calza una clásica camisa blanca sobre el body de encaje que lleva puesto.

 Foto de la sesión con la arquitecta y dibujante eró- tica Eleonora Patiño. Foto: La República

Foto de la sesión con la arquitecta y dibujante eró- tica Eleonora Patiño. Foto: La República

El ambiente del estudio fotográfico de Rocío es íntimo y romántico, ella ha alquilado un pequeño departamento en Magdalena y en una de las habitaciones ha instalado unos muebles estilo vintage, espejos y flores de plástico; tiene además un surtido armario de batas de satín, lencería clásica y capas de lana. Poco a poco, desde que empezó con este tipo de fotografía en 2017, a Rocío la contactan más mujeres a través de su cuenta de Instagram @rociopardolu_1979 para tener una sesión estilo boudoir por la que pagan hasta 670 soles.

“No te tomas estas fotos porque quieres llamar la atención o para colgarlas en alguna web, el boudoir te ayuda a conectar contigo misma, a descubrir otro lado de tu personalidad, te sube la autoestima hasta el cielo”, dice Estefanía Lezameta (29), una economista que tiene una marca de ropa y es modelo plus size, que se ha hecho tres sesiones de fotos con Rocío y recomienda la experiencia en Tiktok.

Cualquier mujer puede ser modelo de fotografía boudoir, no importa el peso, el tamaño, los defectos de la piel, la edad, los complejos. “El boudoir te da una sensación de sentirte superior y vencer tus temores. Más que lo sexy que te puedas ver, te hace aceptar tu cuerpo y sentirte más libre”, dice la administradora Yngrid Díaz (37), quien más sesiones ha tenido con Rocío, cuatro en total. Le agarré el gusto, y quise hacer otra y otra. Y lo hago con Rocío por la confianza que transmite”. A la fotógrafa han llegado treintañeras, mujeres de más de 50, septuagenarias como la arquitecta y dibujante erótica Eleonora Patiño, a quien Rocío invitó a posar para su lente para demostrar que la foto boudoir –estilo muy difundidoen México y Argentina, donde hay una movida más activa–es para todos los cuerpos.

 Es la segunda vez que Claudina, madre de dos hijos, se hace una sesión boudoir. Foto: La República

Es la segunda vez que Claudina, madre de dos hijos, se hace una sesión boudoir. Foto: La República

Dueñas de su sexualidad

Rocío deja claro que estas no son fotos hechas desde la mirada masculina, no se busca sexualizar el cuerpo de la mujer, más bien se alienta a que ella se exprese como dueña de su sexualidad. “Por la pose de la modelo, y porque se resaltan ciertas partes del cuerpo, tú te das cuenta si la foto fue tomada por un hombre o una mujer”, dice Rocío, quien además da talleres de iniciación en el boudoir.

El fotógrafo puertorriqueño Jesús Bernardo, autor de El libro de fotografía boudoir subraya que su filosofía es “expresar sentimientos íntimos a través de imágenes”. No solo es piel lo que se muestra, las fotos tienen la intención de generar emociones en el espectador; algunas, dependiendo del ojo del fotógrafo, pueden apreciarse como verdaderas obras de arte.

 La química entre la fotógrafa y la modelo es importante para lograr fotos íntimas. Foto: La República

La química entre la fotógrafa y la modelo es importante para lograr fotos íntimas. Foto: La República


Para lograr la intimidad que se transmite en las fotos no hace falta solo un espacio propicio o una iluminación interesante, la química entre fotógrafa y modelo es muy importante. Durante la sesión, las clientas le han confesado a Rocío que han roto con sus parejas, que están pasando por un problema ginecológico o que, simplemente, quieren celebrar que están vivas: “Los fotógrafos hombres a veces se enfocan solo en lo técnico, en sus tachos de luz, y se olvidan de la persona”, dice la fotógrafa.

La mayoría de las clientes de Rocío se hacen la sesión para ellas mismas, no para sus enamorados, esposos o salientes: “No tengo
pareja, las fotos las hice para mí, porque me gusta, y más que hacerme sentir linda o sexy, la sesión me hizo perder el miedo, mostré una parte de mí que no expreso siempre, me sentí más libre”, dice Yngrid. Y Estefanía añade que para ella fue hasta terapéutico: “En una sesión boudoir muestras tu vulnerabilidad, puedes transmitir muchas emociones con las fotos, y no hay una sola forma de posar, cada uno expresa su ser de forma distinta. Yo pasaba por un momento complicado en la primera sesión y salí contenta conmigo misma, algo muy difícil de lograr en tiempos de redes sociales, en que vives comparándote con los demás a toda hora”.

 La modelo Claudina Sánchez y la fotógrafa Rocío Pardo en plena sesión de fotografía boudoir. Foto: La República

La modelo Claudina Sánchez y la fotógrafa Rocío Pardo en plena sesión de fotografía boudoir. Foto: La República

Volviendo al estudio de Rocío, la sesión de Claudina terminó con risas y una copa de vino compartida entre fotógrafa y modelo, hablando de intimidades, como lo hacían las mujeres de la Francia del siglo XVIII en el boudoir. “El vino siempre sirve para soltar a las que vienen muy rígidas”, dice Rocío. El vino y la confianza femenina pueden ser terapéuticos.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.