Domingo

Angélica Espinoza, las palabras de una campeona

Usualmente esquiva ante la prensa, la peruana Angélica Espinoza, vigente campeona paralímpica de taekwondo, conversa con el periodista Bruno Rivas sobre la historia de su vibrante carrera sobre el tatami.

Angélica pasó de aprendiz a campeona parapanamericana en cuatro meses. Foto: Legado
Angélica pasó de aprendiz a campeona parapanamericana en cuatro meses. Foto: Legado

Escribe: Bruno Rivas. Tomado del Libro Campeonas (Editorial UPC, 2023).

Para la familia Espinoza Carranza, el deporte nunca había sido un tema prioritario; sin embargo, Angélica siempre había tenido el deseo de ser una atleta. En el colegio practicaba deportes de manera recreativa y a los 15 años, cuando vio los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 por televisión, se prometió estar allí algún día. Sin embargo, cuando concluyó la secundaria, el sueño tuvo que esperar. “Siempre tuve ganas de hacer deporte, siempre me gustó, pero cuando terminé el colegio tuve que ponerme a trabajar”. Recién en 2017 surgió la oportunidad de practicar paranatación, disciplina con la que iniciaría su carrera como paratleta de alto rendimiento.

Por esos días, el Comité de Parataekwondo tenía poco tiempo de formado y dos de sus miembros —Delicia Paredes e Ivonne de la Cruz— estaban buscando paratletas que contarán con el potencial necesario para practicar el arte marcial. En esa pesquisa se encontraron con una joven con características físicas que le permitían desarrollarse en el taekwondo y que, según su entrenador de natación, tenía disciplina y facilidad para aprender. Sin pensarlo mucho, decidieron convocarla.

Las primeras patadas de Angélica sorprendieron a sus entrenadores. Parecían ser dadas por alguien que ya conocía el arte marcial. De acuerdo con lo señalado por Paredes a diferentes medios, su entonces dirigida respondía con facilidad a cualquier ejercicio, absorbía con naturalidad las técnicas. “Me gustó mucho el deporte y me fui dando cuenta de que me salía lo que me pedían”.

 No es fácil detener a una atleta capaz de dar dos patadas por segundo. Foto: Legado

No es fácil detener a una atleta capaz de dar dos patadas por segundo. Foto: Legado

Los primeros entrenamientos de Angélica fueron sin contacto. Ejercicios fuertes que consistían en patear paletas e implementos, y en los que no tenía que absorber golpes. Recién dos meses después tuvo que enfrentarse a sus primeros espárrines. Aunque el desafío se volvió más duro, se adaptó rápidamente. Aprendió que debía buscar formas de evadir el contacto. Evitar las patadas del rival y, luego, aplicarlas en el lugar correcto era el camino para ganar puntos. Y lo hacía como una experta.

Angélica nació con dismelia, una condición caracterizada por malformaciones o ausencia de las extremidades. Esto trajo como consecuencia que carezca de una parte del brazo izquierdo. Sus características físicas la ubican dentro de la modalidad Kyorugi, reservada para paratletas con discapacidad física en los brazos. Por ello, los combates se realizan de pie y con pleno uso de las piernas.

Cuatro meses después de haber empezado a dar sus primeras patadas, Angélica afrontaría su primer gran reto. Los Parapanamericanos de Taekwondo Costa Rica 2017 eran una oportunidad para adquirir roce internacional. Como iba a enfrentarse a rivales con gran experiencia y de ranking internacional, su único objetivo era competir. Cuando llegó a San José, la medalla de oro no estaba en sus planes. Pero una victoria sobre la representante cubana le permitió clasificar a la final. En esa ocasión tuvo que enfrentar a Claudia Romero, una rival entrenada desde los tres años de edad por un maestro del taekwondo. Angélica desconocía esos detalles. Había llegado casi a ciegas, sin conocer la trayectoria de sus competidoras. Se enfocó en aplicar patadas en los momentos adecuados y evadir las de su rival. Y, de pronto, ya había conseguido la victoria. Angélica pasó de aprendiz a campeona parapanamericana en cuatro meses. “Fue una experiencia bastante extraña, pero buena. Me dio ganas de seguir entrenando”.

 El libro Campeonas, cambiando las reglas de juego (Editorial UPC, 2023) trae la historia de Angélica Espinoza y otras 11 atletas peruanas. Sus autores son María José Castro y Bruno Rivas.

El libro Campeonas, cambiando las reglas de juego (Editorial UPC, 2023) trae la historia de Angélica Espinoza y otras 11 atletas peruanas. Sus autores son María José Castro y Bruno Rivas.

Lima 2019

Los Juegos Parapanamericanos Lima 2019 fueron la primera competencia internacional frente a su público. Había seguido una rutina de entrenamiento de seis horas diarias de lunes a viernes que pasó a ser de ocho horas en los días previos a la competición. Esta vez, Angélica sí tenía como objetivo ganar el oro. “Me sentía totalmente preparada, ya me había enfrentado con todas las chicas”.

Lima 2019 no pudo empezar mejor. Ser la encargada de portar la bandera peruana en la inauguración de los Parapanamericanos, en un Estadio Nacional a tope, era otra de las maravillosas sorpresas que le estaba regalando el deporte.

Sus triunfos en los Parapanamericanos fueron apabullantes. Superó a la estadounidense Sophie Gimeno por diez puntos de diferencia y a la mexicana Claudia Romero por 21. Su victoria en la final se siente apoteósica. Una vez concluido el combate, a Angélica se le ve celebrando eufóricamente. Levanta los brazos y da saltos y vueltas sobre el tatami hasta que termina fusionada en un abrazo con sus entrenadoras. Segundos después, ya sin el hogu, continúa su celebración en la zona de combate alzando la bandera peruana. Todo acompañado por una ovación del público. Luego, ya en el podio, recibe la medalla de oro con una sonrisa y la muestra al público. La ceremonia de premiación concluye con la aspiración de todo deportista: que se entone el himno de su país en el evento.

Angélica ha perdido la cuenta del número de patadas que da durante sus entrenamientos. En sus entrenamientos, sus movimientos empiezan con pequeños saltos en los que apenas deja de tocar el piso y culminan con sus piernas golpeando con energía el hogu de su esparring. Las imágenes dan muestra de su gran agilidad. Se escapa con facilidad de los golpes de su compañera de entrenamiento, quien suele abrazarla para evitar sufrir más contacto. No es fácil detener a una atleta capaz de dar dos patadas por segundo.

 Durante la pandemia tuvo que adaptarse al confinamiento. Su hermana fue su esparring. Foto: Legado

Durante la pandemia tuvo que adaptarse al confinamiento. Su hermana fue su esparring. Foto: Legado

A los pocos días de haberse clasificado para Tokio 2020, Angélica se vio obligada a adaptar su rutina de entrenamiento. El gobierno había decretado un confinamiento general debido a la llegada de la Covid-19 y ella debía seguir preparándose para los torneos por venir. “Los primeros meses fueron complicados pero después fuimos organizándonos más en casa con el plan de entrenamiento. Tuve que adaptar un minigimnasio para la parte física”. También recibió el apoyo familiar. Su hermana Diana asumió el rol de esparring y tuvo que sufrir sus patadas. Recién a inicios de 2021 volvería a sus entrenamientos en la Videna. Los viajes al extranjero los retomaría meses después. Giras en las que siguió dando muestras de su categoría.

El 2 de setiembre de 2021 sería la fecha de su consagración. Su carrera al oro empezó con una victoria sobre la india Aruna Tanwar, una rival a la que nunca había enfrentado y que no le ofreció mayor resistencia. La victoria en semifinales sobre Zidoyakhon Isakova le costó más trabajo. La estatura y el estilo de lucha de la uzbeka llevaron a que la pelea se tornara tensa. Su lucha final sería ante Meryem Cavdar, la representante de Turquía que la había derrotado en Bari dos años atrás. Selló su revancha y el oro con un 34 a 21 a su favor. “Con mi entrenador vi su pelea en semifinales. Estaba rogando, por favor, que ganara”.

Angélica se caracteriza por tomar sus vivencias con serenidad. Ganar una pelea, una medalla, los Laureles Deportivos, son logros que la enorgullecen, pero intenta no marearse con ellos. Mientras conversa sentada en una de las tribunas del coliseo Legado da la impresión de que no quiere perder su esencia, la de una joven que se metió al deporte para competir y no para vivir de los flashes. Por eso se niega a sentirse un referente, pese a que indudablemente lo es.

Asegura que no concibe su vida alejada de los coliseos. Su objetivo es volver a rendir al máximo en los Paralímpicos de París. Y, cuando toque el retiro, seguir ligada al deporte, como entrenadora o en otro rol. Ahora que ha encontrado su camino, no piensa abandonarlo.