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El salto del parabádminton rojiblanco

Treinta medallas ganó la selección peruana de parabádminton en competencias internacionales en lo que va del año. Su última actuación fue en Canadá, donde se hicieron de cinco preseas. El deporte de raqueta y pluma no moverá masas como el fútbol, pero también sabe de alegrías.

Representantes de la selección peruana de parabádminton muestran sus medallas de oro y plata. Foto: Antonio Melgarejo.
Representantes de la selección peruana de parabádminton muestran sus medallas de oro y plata. Foto: Antonio Melgarejo.

En el bádminton el viento puede ser un factor que define triunfos o derrotas. El jugador siempre tomará en cuenta las corrientes de aire en el partido: si las puertas del coliseo están cerradas o abiertas, o si se prendió el aire acondicionado. El volante, esa pelotita bordeada de plumas que pesa cien gramos y que se hace volar por los aires buscando que caiga en el campo del oponente, es muy sensible al factor climático.

Eso lo sabe bien Giuliana Poveda (22) -número uno del mundo en parabádminton en la categoría SH6 (talla baja)- a quien, en abril pasado, en una competencia internacional en Brasil, casi se le va de las manos un partido que pudo haber ganado con tranquilidad. No fue su oponente quien la intimidó sino el viento: “Tuve un partido muy ajustado, el clima no estuvo de mi lado, pero quedé en primer lugar, fue un gran torneo”, dice.

Giuliana Poveda, número uno del mundo en categoría talla baja, y su golpe infalible. Foto: Antonio Melgarejo.

Giuliana Poveda, número uno del mundo en categoría talla baja, y su golpe infalible. Foto: Antonio Melgarejo.

“Cuando llegamos a un campeonato, tenemos un día para acostumbrarnos a la nueva cancha. Vemos si tenemos que regular nuestro golpe o si hay viento cruzado en contra o a favor”, añade Pedro Pablo de Vinatea (34), medalla de oro en los Juegos Parapanamericanos Lima 2019 en SL3 (discapacidad menor en las extremidades inferiores).

También el peso del volante puede poner a prueba la muñeca más diestra. Pilar Jáuregui (33)-parabadmintonista olímpica en la categoría WH2 (silla de ruedas)- comenta cómo le consumieron las ansías en Brasil, porque a mitad de entrenamiento le cambiaron de ‘pluma’: “Primero me dieron una pesada, luego otra ligera, a mí me afectó mucho”.

En pleno entrenamiento, los parabadmintonistas Pedro Pablo de Vinatea y Pilar Jáuregui. Foto: Antonio Melgarejo.

En pleno entrenamiento, los parabadmintonistas Pedro Pablo de Vinatea y Pilar Jáuregui. Foto: Antonio Melgarejo.

Giuliana, Pedro Pablo y Pilar son integrantes de la selección peruana de parabádminton y acaban de regresar a Lima tras su arrolladora participación en el Canada Parabadminton International 2022, donde junto a Renzo Bances (categoría SL3-SL4) ganaron tres medallas de oro y dos de plata en las modalidades individual, dobles y mixtos.

No será el bádminton un deporte que mueve masas como el fútbol, pero nos está dando buenas noticias. En total, este año, nuestros parabadmintonistas han ganado treinta preseas en competencias internacionales de alto rendimiento. “Que quede claro que el deporte paralímpico es sumamente competitivo. No es que seamos un grupo de chicos que no tenemos mucho que hacer, que nos pusimos a practicar un deporte y por eso nos premian a todos. No, esa es una caricatura. Somos deportistas de alta competencia en todo sentido”, dice Pedro Pablo, quien fue el primer parabadmintonista en el país y desde el 2014 convocó a personas con discapacidad a unirse al deporte.

Vacuna contra inseguridades

Cada uno de ellos nos representa en categorías que van de acuerdo con su condición. Nuestra representante en los Juegos Paralímpicos Tokio 2020, Pilar Jáuregui, por ejemplo, nació con una luxación de cadera bilateral, y a los 14 años tuvo que empezar a caminar con ayuda de muletas hasta que el dolor era tan insoportable que empezó a movilizarse en silla de ruedas.

Ella participa en las categorías WH1 y WH2 (W es por wheelchair o silla de ruedas) que agrupan, respectivamente, a las personas con lesión medular u otra limitación que no les permite mover el tronco, y a las que tienen una limitación funcional en las piernas que les impide caminar.

Pedro Pablo, por otro lado, participa en la categoría SL3 (standing lower), que reúne a los paradeportistas con discapacidad severa en las extremidades inferiores. A los 14 años le detectaron un osteosarcoma, un cáncer agresivo que afecta los huesos, por lo que tuvieron que realizarle una amputación por encima de la rodilla derecha.

Él ya era un badmintonista junior de alta competencia, pero la enfermedad y su posterior discapacidad lo alejaron del deporte siete años. Sin embargo, su fuerza de voluntad y la tecnología permitieron su retorno. El paradeportista usa una prótesis de fibra de carbono muy ligera que pesa cuatro kilos, cuya ergonomía le permite rebotar y tener un buen alcance en la cancha. Hoy, De Vinatea ocupa el puesto nueve en el ránking de los mejores parabadmintonistas del mundo en singles (individual): “Tener una discapacidad después de una enfermedad perjudica tu autoestima, pero el deporte es una vacuna fortísima contra la falta de confianza en uno mismo”, dice.

Lo mismo opina Giuliana Poveda, campeona mundial de parabádminton 2019 en la categoría short stature (SH6), que agrupa a los jugadores de baja estatura (menos de 1,37 para mujeres): “Por el deporte he podido aceptar mi condición. Antes del bádminton no pensaba que pudiera lograr lo que quisiera, no tenía referentes, no sabía que había personas con discapacidad que practicaban un deporte y podrían llegar a representar al Perú en el extranjero”.

Los tres paradeportistas afirman que el deporte revolucionó su forma de encarar su condición. Poveda resalta la independencia económica que ha ganado como seleccionada de parabádminton. Hay que recordar que, actualmente, el Instituto Peruano del Deporte otorga una subvención de entre 1500 a 5 mil soles a deportistas calificados.

Y así como entrenan la precisión del golpe de sus raquetas contra la pluma para cada competencia, estos deportistas también entrenan sus mentes, porque otro factor que define un partido de bádminton es el psicológico. Si el jugador está nervioso, la muñeca se pondrá rígida y los golpes, que requieren de una delicada precisión, saldrán desordenados: “En el atletismo, los nervios no harán que te tropieces, pero el bádminton, jugar nervioso te puede hacer cometer muchos errores”, dice Pedro Pablo.

El paradeportista destaca el compromiso de sus compañeras quienes entrenan dos veces al día, muy temprano a las 6.30 a.m. y por las noches. La próxima meta será el Campeonato Mundial de Bádminton BWF que se realizará en Japón en noviembre próximo. Que el viento esté a favor de nuestros paradeportistas.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.