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Domingo

El escudo cósmico de la Tierra se debilita

Una anomalía magnética se expande sobre Sudamérica y ya roza el territorio peruano. Científicos investigan el área vulnerable a este fenómeno, cuyos efectos están cada vez más cerca de la superficie.

TIERRA
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-Infografía completa en la edición impresa (página 10)-

La vida que se desarrolla en la Tierra no hubiera sido posible sin el gigantesco campo magnético que nos protege de las llamaradas solares. En el siglo XIX, los científicos detectaron que este escudo natural estaba debilitado en una zona del océano Atlántico. Desde entonces, esta anomalía se volvió más notable y se desplazó hacia el oeste hasta alcanzar Sudamérica, donde hoy continúa creciendo.

El campo magnético de la Tierra es generado por la rotación del planeta y por el movimiento que ocurre en su interior, en el núcleo líquido. No es un sistema perfecto. El eje sobre el que gira la Tierra está inclinado y los procesos internos cambian con el tiempo. Los geofísicos sospechan que estos factores causan lo que llaman la Anomalía del Atlántico Sur (SAA, por sus siglas en inglés).

Leda Sánchez, coordinadora el Observatorio Geofísico de Uruguay (país que está en medio de la anomalía), ha registrado que la intensidad del campo magnético en la región es el 70% del valor normal y su equipo estima que podría reducirse al 50% para el 2100. El área más crítica de la anomalía también cubre parte de Argentina, Brasil y Paraguay, pero el ritmo y la forma en que se expande sugieren que en las próximas décadas abarcará incluso territorios de Bolivia, Chile y el Perú.

“Esta anomalía ya está afectando el sur del Perú, pero (aún) no tan fuertemente”, advierte Jorge Samanes, director de Astronomía y Ciencias Espaciales de la Agencia Espacial del Perú (Conida).

Parte de las partículas energizadas que provienen del Sol y de otras regiones del espacio atraviesan nuestro campo magnético y se almacenan en dos cinturones de radiación alrededor del planeta. El cinturón más interno circula a una altura de 1600 kilómetros, pero en la zona de la anomalía sus partículas penetran hasta a 200 km sobre la superficie terrestre.

Por tanto, la radiación dañina alcanza a humanos y satélites que orbitan sobre esa altura. Por ejemplo, el exastronauta Terry Virts afirma haber sido cegado por destellos blancos cuando pasó sobre esta región en 2010. Y en 2016, Japón perdió contacto con el telescopio espacial Hitomi, valorizado en 273 millones de dólares, cuando este se desplazaba sobre la anomalía. Al final, el artefacto terminó despedazado.

“En Brasil observan fallas en sus satélites, errores en su transmisión de datos y comportamiento anómalo cuando pasan sobre la anomalía”, afirma Samanes, que también destaca la necesidad de que el Perú tenga la tecnología para detectar este fenómeno que puede afectar las comunicaciones.

¿Con qué contamos ahora mismo para detectar un fenómeno de estas características? Edgardo Pacheco, investigador del Instituto Geofísico del Perú (IGP), afirma que el país cuenta con uno de los radares ionosféricos más potentes del mundo, capaz de detectar cambios bruscos en la densidad de partículas solares en la atmósfera. Asimismo, asegura que poseen instrumentos para medir el campo magnético y vigilar la anomalía en territorio nacional.

En la superficie

Es posible que los efectos de la anomalía magnética no solo se limiten a la órbita baja de la Tierra, sino a la superficie. La razón de esto serían las tormentas geomagnéticas, mejor conocidas como tormentas solares.

Cuando el Sol emite una potente llamarada, lanza una ráfaga de partículas cargadas que pueden conectarse con el campo magnético de la Tierra y penetrar en la atmósfera. Cuando esto sucede, se produce una tormenta solar. Las más severas pueden producir sobrecargas en los sistemas de generación eléctrica, como la que causó el apagón masivo en la ciudad de Québec (Canadá) en 1989.

Los resultados de un estudio presentado por Leda Sánchez en 2014 sugieren que los efectos de las tormentas solares en la superficie son aún mayores en la zona de la anomalía. Nos toca estar preparados.

Periodista de la sección Ciencia de La República. Bachiller en Comunicación Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Especialización en Comunicación Científica en la UTEC. Experiencia como redactor en revistas y medios digitales. Mientras no trato de explicar cómo funciona el universo, hago ciclismo de montaña.