Héroes en los servicios de emergencia
Ellos han visto la cara más dramática, más agobiante, del Covid-19. Combaten, desde que todo comenzó, las consecuencias de la pandemia en el país. Estos son los testimonios de los jefes de los servicios de emergencia de cuatro hospitales del país.
El doctor Luis Quevedo Rossi, jefe del servicio de emergencia y UCI del Hospital III de Iquitos, tiene una imagen para describir cómo el coronavirus se presentó en el centro de salud que él lideraba: “Al comienzo fue como olas y después vino el tsunami”.
Hace una semana estuvo en Lima para recibir un homenaje de la jefatura de Essalud por el trabajo realizado. Allí, en algún momento, se le quebró la voz cuando recordó los esfuerzos realizados, los colegas que se enfermaron e incluso a un compañero que falleció.
“Este reconocimiento no va a ser para mí sino para los compañeros que siguen en la lucha. Los que estamos en emergencia hemos trabajado desde el principio”, dijo ese día.
El Hospital III de Essalud de Iquitos es un hospital mediano que tenía solo cuatro ventiladores al comienzo de la pandemia. Con el correr de los días, el servicio que lideraba se vio rebasado. Era un trabajo extenuante, agobiante y sin horario de salida.
“El 2011 enfrenté la epidemia del dengue, pero nada se compara a esto”, dice. En los dos últimos meses pudo ver cómo la falta de oxígeno hacía la diferencia entre la vida y la muerte. Llegaron a tener seis camas UCI pero a diario llegaba una docena de pacientes en estado crítico.
Lo que vivió entonces todavía lo conmueve: por un lado veía cómo, poco a poco, los pacientes iban aumentando y muchos morían. Por otro lado, también podía apreciar que los colegas médicos, enfermeros y personal de salud empezaban a contagiarse y caer.
Se le quiebra la voz cuando recuerda el esfuerzo de estos meses al frente de su personal. Ahora la ciudad tiene varias plantas de oxígeno y Essalud ha enviado 140 profesionales y más de 80 toneladas de insumos médicos. La situación ha cambiado, pero la epidemia continúa.
Cuando se le pregunta si la cuarentena debe levantarse, dice que en Loreto todavía no porque la “disciplina social es muy laxa”. También le pide al sector Salud que se acabe con el centralismo. A los jóvenes médicos que han viajado a Iquitos los anima: “hay que seguir trabajando”.
Atender a todos
El primer caso positivo de Covid-19 que el Hospital Rebagliati atendió fue el del sacerdote Luis Núñez del Prado. “Estuvo con nosotros casi dos meses. Y se recuperó”, cuenta Giuliana Matos, jefa del Servicio de Emergencia del hospital más grande de Essalud en Lima.
Ella cuenta que el servicio siempre ha tenido sobredemanda, pero con la pandemia del coronavirus la situación se complicó más. Los médicos se agotaban, se enfermaban, igual que las enfermeras y demás personal.
“Esto es realmente abrumador”, dice la doctora. En estos momentos, el servicio atiende alrededor de cien personas al día en el Centro de Emergencia Covid. “Son prioridad uno y dos, o sea todos pacientes con insuficiencia respiratoria”, detalla.
Hasta el momento el Rebagliati ha atendido a 8,600 pacientes de Lima, incluso del Ministerio de Salud. “Otros hospitales empezaron a desbordarse y les dimos la mano a todos”, cuenta la doctora Matos. Hoy el Centro de Emergencias del Rebagliati recibe los casos más graves de coronavirus.
“Hay casos en que uno quisiera poder ofrecer más, pero llegan en una situación avanzada, deteriorados y tienen mal pronóstico. No solo hemos visto población mayor, sino pacientes de toda edad, de treinta, cuarenta años. La pandemia nos ha sorprendido, pero ofrecemos todo lo que está a nuestro alcance como posibilidad terapéutica”, dice.
Ella tiene 25 años en el Hospital Rebagliati y explica que el Centro de Emergencia, de cinco pisos, tiene las mejores condiciones de bioseguridad para el personal y los pacientes.
“Muchos se salvan a pesar de la gravedad. Varios salieron de ventilación mecánica, y otros no tuvieron que entrar. Hay estrategias: oxigenoterapia, pronaciones (poner bocabajo al paciente), varias técnicas de tratamiento que impiden llegar al ventilador”, cuenta.
La doctora Matos ha estado mes y medio sin poder ver a su madre, que tiene problemas de inmunidad. En su casa ha separado sus cosas (cuchara, vajilla) para cuidar a su familia. “Hay un principio que es la solidaridad. Yo me cuido para cuidar a los demás. Sé que muchos tienen necesidad de salir a trabajar, pero deben cuidarse”, aconseja.
Covid traicionero
Al doctor Raúl Acosta Salazar, medico internista, especializado en gestión de riesgo de desastres, le sorprende que el Covid-19 no solo se presente con problemas respiratorios, sino que muchas veces aparezca como cualquier otra dolencia.
“Había pacientes que venían con dolor abdominal, fiebre y diarrea, y pensábamos que era una infección intestinal. Pero era Covid. O venían con dolores lumbares y fiebre alta. Parecía una infección renal, y era Covid. Los síntomas respiratorios demoraron en aparecer”, cuenta.
El hospital Cayetano Heredia tiene 450 camas, está preparado para atender desastres como un sismo, inundaciones, accidentes e incluso epidemias. Sin embargo, cuando el Covid-19 pasó a la etapa de contagio comunitario todas las proyecciones que el hospital hizo se vieron rebasadas.
“El primer caso positivo se presentó en la tercera semana de marzo: una mujer adulta que vino de Miraflores y trabajaba en una aerolínea. El primer paciente grave fue un jubilado que llegó los primeros días de abril. Sus características indicaban lo que iba a verse con otras personas después: alto riesgo por obesidad, diabetes, o hipertensión”.
En un inicio recibían unos 30 o 40 pacientes al día, pero hoy atienden hasta 250 pacientes diarios. Sus áreas UCI han tenido que ser adaptadas a los nuevos tiempos.
“Ha habido un despliegue progresivo para pacientes críticos, que son porcentaje menor, y para pacientes no críticos, pero que necesitan hospitalización. Hoy llegan personas mayores, hipertensos, diabéticos, en estado grave”, cuenta.
Los médicos peruanos han aprendido del Covid-19 sobre la marcha. Tiene un chat con colegas de su promoción que trabajan en algunos de los mejores hospitales del mundo. “Intercambiamos información, revistas, fotos, documentos, todo lo que pasa en otros países”, cuenta.
Hospital de los humildes
El primer paciente con Covid-19 que el doctor César Rodríguez, médico emergenciólogo, atendió en el hospital Dos de Mayo no tenía problemas respiratorios sino un infarto cerebral. “Ingresaban con otros problemas y ahí descubríamos que tenían Covid-19”, cuenta.
Ha visto de todo, pacientes graves que se curaban y otros no tanto que se complicaban. “Este virus es nuevo y estamos conociéndolo. Por ejemplo, están llegando pacientes diabéticos muy descompensados y no entran por neumonía sino por las complicaciones de su enfermedad. El Covid-19 agrava la enfermedad preexistente”, dice.
Atienden a gente humilde, de la zona de La Victoria, trabajadores de mercados, obreros. También vienen desde San Juan de Lurigancho. Siempre hay flujos grandes.
Para él, sus colegas de emergencia son compañeros preparados para todo. Estabilizan a los pacientes en la unidad de cuidados críticos y de ahí los pasan a hospitalización. “Somos una primera línea y la mística no se ha perdido”, dice.