Males de encierro
Que el encierro produce estrés y problemas emocionales, ni dudarlo. Pero poco se habla del deterioro físico que causan la inactividad, la ingesta ansiosa de comida y, contra lo que podría pensarse, el aseo excesivo. Porque eso puede enfermarnos, agravar males que ya padecemos o, con mala suerte, matarnos antes que el coronavirus.
Para María Lourdes Portal, de 59 años, usar la mascarilla es un trauma. Sufre de psoriasis y cada ida al mercado o a la bodeguita se convierte en una tortura china, pues justamente le pica bajo los ojos, detrás de las orejas y en el cuello.
“Hace 25 años que tengo la psoriasis y cada vez que tengo una situación estresante se agrava, pero ahora es peor que nunca. Tengo escoriaciones en el cuero cabelludo, en la espalda y las piernas. Cuando salgo, ni siquiera puedo rascarme. Usar la mascarilla es insufrible”, nos cuenta.
Pero ese no es el mayor de sus problemas. Ella es asmática desde niña e hipertensa, problemas que se agudizan con el encierro y la ansiedad. “La presión me sube y me baja a cada rato. Además, no puedo tomar cortisona para el asma, porque sufro de arritmia. Ahora salgo a la calle con tensión y la tensión me llama más asma, más hipertensión y más soriasis”.
El caso de María Lourdes no es único. El encierro y la ansiedad de estos días están provocando nuevos males y empeorando los preexistentes en miles de peruanos que viven aterrados de tener que ir de emergencia a un hospital.
“Fuera de los pacientes con enfermedades mentales, diría que uno de los grupos más afectados con la cuarentena son los que tienen enfermedades crónicas como la hipertensión o diabetes mellitus”, señala al respecto la doctora Verónica Espinoza, especialista en medicina familiar.
Y agrega que, por estos días, uno de los peores enemigos de la salud es el sedentarismo. “Una persona sedentaria es más propensa a la obesidad, a enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes mellitus y enfermedades neurodegenerativas. Además, cuando dejamos de movernos perdemos masa muscular y disminuye nuestra densidad ósea, haciendo nuestros huesos más frágiles”.
Pero no solo el sedentarismo está vulnerando la salud de la gente, sino algo que podría sorprendernos: la higiene desmedida. “Al exagerar las medidas de higiene, como el lavado de manos y el uso frecuente de productos desinfectantes nos exponemos a desarrollar una dermatitis irritativa, más aún si no tenemos una adecuada hidratación posterior, y podemos ver empeorar enfermedades dermatológicas como la psoriasis que dependen mucho de nuestros hábitos y alimentación”, explica.
Sin embargo, el problema más inminente en cuarentena es el de la obesidad -con la consiguiente secuela de males-, pues la ansiedad está provocando que la gente, además de moverse poco, consuma más comidas híper calóricas (dulces, licores, harinas), porque ayudan a saciar el hambre con rapidez y a calmar las emociones negativas que acechan por estos días.
Al respecto, la doctora Espinoza señala que “el estrés nos pone en un estado de alerta, desencadenando una respuesta neuroendocrina que puede alterar nuestros patrones de alimentación o sueño. Esto, combinado con la poca actividad, la mala alimentación y el estrés natural que genera vivir en la incertidumbre, genera un caldo de cultivo para muchas enfermedades relacionadas al sobrepeso y la obesidad.
Por su parte, la doctora Elizabeth Díaz, anestesióloga y terapeuta del dolor del INEN, especializada en cuidados paliativos, se preocupa por los pacientes con enfermedades crónicas avanzadas que requieren evaluación permanente. “La cuarentena impide que los pacientes o sus cuidadores puedan acudir a los establecimientos de salud para optimizar sus tratamientos y recoger sus medicinas. Esto genera gran malestar, especialmente físico, pues las enfermedades crónicas avanzadas con frecuencia se asocian a mucho dolor y la interrupción abrupta del tratamiento genera sufrimiento en muchos casos insoportable", refiere.
Pero, ¿qué hacer para que la cuarentena no nos termine haciendo tanto daño como el coronavirus? María Lourdes cuenta que ella ha optado por hacer ejercicios de respiración, salir al techo a tomar sol y cantar junto a sus hijos.
La doctora Espinoza concuerda y agrega que “se debe permitir el ejercicio físico individual en lugares abiertos, respetando siempre una distancia social”, algo que, según todos los indicios, es una posibilidad muy distante para los limeños.