Domingo

Que regrese la fiesta

A pocas semanas de que arranque un nuevo proceso mundialista, La Blanquirroja, la barra oficial de la selección de fútbol, pide al gobierno que le deje entrar instrumentos y banderolas a los partidos que juguemos de local. El hincha quiere volver a sentir la fiesta.

Barra La Blanquirroja
Barra La Blanquirroja

Jueves, ocho de la noche. En la puerta de la Explanada Sur del Estadio Nacional hay cualquier cosa menos tranquilidad.

Hay música. Hay sudor, porque es una noche cálida. Hay sentimiento. Acá hay una veintena de hombres y mujeres, estudiantes, profesionales, que han acabado su jornada diaria y en lugar de irse a casa a descansar, al cine o a beber una cerveza, se han reunido para ensayar las canciones con las que alentarán a la selección nacional de fútbol en su debut como local en las Eliminatorias Qatar 2020, el martes 31 de marzo.

Son los miembros de La Blanquirroja, la barra más antigua y numerosa de las que siguen al combinado patrio.

Esta noche, el ensayo lo dirige uno de los dos directores de la banda, Gianfranco Lazo.

–Vamos, Elena, al centro. Tú eres la jefa– le dice el músico a una muchacha que viste un polo de la Mujer Maravilla.

Elena avanza al centro del círculo de músicos y golpea su repique. El ritmo de batucada surge enérgico, contagioso.

La siguen los vientos, los bombos murgueros, los zurdos y las tarolas. La melodía suena conocida: es la de “Amor de arena”, esa cumbiaza popularizada por Toño Centella. La letra, claro, es distinta. Habla de la pasión por nuestra selección:

“Voy a alentarte por siempre / Sin importar lo que pase al final / Porque juré nunca abandonarte/Este amor es lo más grande que hay...”

Pese a que se trata de una canción nueva en el repertorio, los músicos están eufóricos, tocan como si estuviéramos en plena tribuna Sur, jugándonos la clasificación al mundial. Las familias que pasan por la alameda se detienen a verlos y algunos niños se ponen a bailar.

Cuesta pensar que esta música, este sentimiento, hace mucho que no se escucha así de fuerte dentro del estadio.

Han pasado 837 días desde la última vez que La Blanquirroja pudo ingresar con todos sus instrumentos –y todas sus banderolas y banderas– a un partido de local de la selección.

Esa última vez fue el 16 de noviembre de 2017. El Perú vs Nueva Zelanda. El partido de nuestras vidas, el del repechaje, en el que conseguimos, con goles de Farfán y Ramos, nuestra clasificación a Rusia 2018.

Luego vino la alegría. Rusia. La mejor hinchada del mundo. Y, luego, de regreso a casa, el adiós a la fiesta en las tribunas.

Inexplicablemente.

Sin música ni colorido

–Era el partido de nuestras vidas, quizás una de las razones por las que creamos La Blanquirroja– dice Jair Villanueva, uno de los cinco fundadores de la barra, recordando el encuentro del repechaje. –Y al inicio no nos iban a dejar entrar casi nada.

Villanueva recuerda que aquella vez se quejaron por todos lados, en medios, en redes sociales, hasta le escribieron por Twitter al ministro del Interior de entonces, Carlos Basombrío. Ante la presión, al parecer, Basombrío cedió. Les dejó entrar los cerca de 40 instrumentos que la banda lleva consigo para armar la fiesta dentro. Banderas, banderolas. Todo.

Y después, nada.

–Todo empezó en 2011, después de lo que pasó con Walter Oyarce [el hincha aliancista que fue arrojado de un palco en el Estadio Monumental]– cuenta Villanueva. –Allí comenzó la prohibición de entrar con instrumentos a los estadios.

La prohibición se oficializó con la Ley que previene y sanciona la violencia en los espectáculos deportivos, y con su reglamento, dado en junio de 2016.

Con esa ley, la música y el colorido de las hinchadas quedaron proscritos de los estadios.

Sin embargo, en mayo de 2017 las cosas cambiaron. El Ministerio del Interior –quizás influido por la efervescencia que produjo la levantada de la selección en las eliminatorias– modificó el reglamento con el fin de permitir el ingreso de instrumentos y banderolas “previa autorización” de los organismos correspondientes.

A partir de ese momento, la posibilidad de armar la fiesta dependió de la capacidad de los hinchas de convencer a la Dirección General de Gobierno Interior, la entidad encargada de dar los permisos.

–Desde entonces cada partido se volvió una odisea– dice Villanueva. –Presentábamos la solicitud, vía la Federación [Peruana de Fútbol] y siempre nos la denegaban, y lo hacían un día o dos días antes del partido. Teníamos que apelar, levantar los teléfonos, quejarnos en los medios, en redes, y a veces, con suerte, nos dejaban entrar unos pocos instrumentos.

Quejándose, presionando, hicieron que Basombrío diera la autorización para el Perú vs Nueva Zelanda. Quejándose, presionando, lograron meter unos cuantos bombos y trompetas al Día del Hincha Peruano.

Pero eso no es suficiente. Hoy, dicen, no es suficiente.

Cánticos de aliento

El 26 de marzo comenzamos un nuevo proceso clasificatorio. Un nuevo sueño mundialista. Debutamos con Paraguay, en Asunción. Y cinco días después, recibimos a Brasil.

No podemos recibir a Brasil, alentar a nuestros muchachos, contagiar de energía a la hinchada, solo con unos cuantos bombos y trompetas.

Solo quien ha estado en la tribuna alentando a la selección y cantando esas emotivas canciones –"Cómo no te voy a querer", “Canta Blanquirroja” o “En el Nacional de Lima” – sabe que ellas nacen en el núcleo de las barras, con un ritmo trepidante, anunciado por los repiques, seguido por las tarolas y los bombos, y luego crecen y se expanden por todo el estadio.

El 12 de febrero, los directivos de La Blanquirroja le enviaron sendas cartas al ministro del Interior, Carlos Morán, y al director general de Gobierno Interior, Ciro Zavala, solicitándoles autorización para ingresar instrumentos y banderolas al partido con Brasil.

Hasta hora no les han dado una respuesta.

Domingo, por su parte, solicitó entrevistar a un vocero de la Dirección de Gobierno Interior para hablar de este tema, pero hasta el cierre de esta edición tampoco obtuvo respuesta.

–Estamos dispuestos a aceptar todos sus requerimientos– dice Jair Villanueva. –Si quieren que les demos un padrón firmado por nuestros 500 hinchas, se los daremos. Si quieren que les saquemos 50 copias de nuestros documentos, las sacaremos. La naturaleza de un instrumento, de una bandera, es generar identidad, adornar una tribuna, darle volumen a la fiesta.