El ritmo del Hay Festival
Arequipa sufre un sacudón de ciencia, cultura y artes una vez al año. Desde 2015, cientos de pensadores llegan desde los lugares más remotos del mundo para conversar entre ellos y con los ciudadanos de a pie. Más de trece mil personas cambian el ritmo sosegado de la ciudad. ¿Cómo se organiza un periodista para cubrir este evento apabullante? El editor de La República Sur responde esta pregunta.
Imagínese un buffet inmenso con potajes de la cocina arequipeña. Sopas, picantes, postres en toda su variedad. A eso se asemeja el Hay Festival Arequipa, cónclave de escritores, músicos, artistas y pensadores del mundo que conversan en más de cien eventos. El periodista asignado a esta cobertura siempre tiene un dilema: no tiene ni idea de dónde meter el diente. En cuatro días, la ciudad volcánica soporta una erupción. Las calles de su viejo centro histórico, de conventos amurallados, viejas casonas con el sillar tiznado por el humo del smog son literalmente tomadas por turistas y lugareños ávidos de las ideas que hacen soplar el mundo contemporáneo. Pero la carta es imposible de consumir.
Diez de la mañana del viernes 8, segundo día de festival. En el comedor de su hotel espero a Xavi Ayén para una entrevista pactada. Ayén es un periodista catalán que escribió Aquellos años del boom, libro que da cuenta del último fenómeno de la literatura hispanoamericana. Lo más controvertido de la publicación es por qué Mario Vargas Llosa asestó un puñetazo a Gabriel García Márquez. Mientras espero mi turno, en el bar, aparece Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura. Le sale al paso una de sus lectoras rendidas y lo saluda en turco; luego le entrega un obsequio. Se trata de un libro de Aurelio Díaz Espinoza, músico arequipeño. En forma muy cortés Pamuk, lo rechaza, no sabe castellano y no podría leerlo, se excusa. La fan insiste, le dice que el libro tiene un código QR y podrá descargar música arequipeña. El escritor turco se anima y la admiradora aprovecha para hacerse autografiar parte de su colección Pamuk.
La charla con Ayén se extiende más de lo previsto. A esa hora ya diserta el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince ante un teatro municipal abarrotado. He llegado a la última parte de la conversación con la periodista Clara Elvira Ospina. El testimonio de Abad fue impresionante, me avisa un colega. Los paramilitares acribillaron a balazos a su padre en una Colombia que ardía por el terrorismo y narcotráfico. Era la convulsa década del ochenta. Contar esa historia para él fue un desahogo, una terapia para curar sus heridas. El autor de El olvido que seremos ahora firma autógrafos y se toma selfies con sus fans. Sus libros vuelan, los organizadores traen dos cajas más repletas de ejemplares para un público sediento del fetichismo de coleccionar un autógrafo en un libro.
Cerebro arequipeño
La jornada no da tregua. Turno para Omar Flórez, científico arequipeño para quien califica el dicho: “nadie es profeta en su tierra”. Establecido en California, Silicon Valley, la meca de las nuevas tecnologías, Flórez es un divulgador de la inteligencia artificial. Trabajó con Stephen Hawking, el genio británico afectado por una enfermedad neurodegenerativa que le provocó la muerte en 2018. Flórez propuso un algoritmo para cambiarle la voz. Stephen no aceptó. Es mediodía. La ciudad es bombardeada por una inclemente radiación solar. La directora del Hay Festival Arequipa, Angela Delgado, ironiza: el próximo patrocinador del evento será una empresa fabricante de bloqueadores solares para repartirlos entre los participantes y prevenir el cáncer de piel.
En la Universidad Católica de Santa María se presenta Daniel Divinsky, editor de Mafalda, la tira cómica que surgió en la prensa argentina durante la dictadura militar. A Mafalda se le atribuyen superpoderes: ícono de la libertad, igualdad y hasta inspiradora de José Saramago, dice Divinsky.
El festival da una pausa para reponer energías con un almuerzo picante. La tarde y la noche avizoran una agenda igual de nutrida. Por razones de salud, Juan José Millás y Almudena Grandes cancelaron su arribo a la Ciudad Blanca. Pero el cartel no baja sus bonos. Nuevamente Abad repetirá plato, siguen tertulias con Lucho Quequezana y la periodista marroquí Leila Slimani. Otro testimonio impactante de la ganadora del premio literario más importante de Francia: “En Marruecos, si no eras virgen eras puta”. Las mujeres que tienen sexo antes del matrimonio van a la cárcel. Leila quiere volver a su patria, pero cuando se marche el fundamentalismo y pueda fumar un cigarrillo en la calle.
Cuando las sombras se apoderan de la ciudad es el turno para los darks. Vuelve la época del maquillaje y los cabellos laqueados. Forman colas para la charla-concierto de Laurence de Tolhurst, uno de los fundadores de The Cure. En esta banda capital del new wave de los ochenta, Tolhurst tocó la batería y los teclados. Su experiencia musical la relata en su libro Cured. No solo habrá conversación, también música. Fobya, un grupo de rock local influido por los británicos, hará de soporte. La tarde del viernes, Lol y Fobya probaron sonido y ensayaron las clásicas “Boys dont cry”, “Killing on the arab” y “Three imaginary boys”. Un setlist clásico.
A manera de queja resignada le comento a la directora internacional del Hay Festival, Cristina Fuentes La Roche, que para un periodista es imposible cubrir todas las actividades. Ella suelta una carcajada. Me dice que el festival es como la vida, eliges carne o pollo, no puedes comer todo. Debe haber para todos los gustos. El eclecticismo no es regla general. Fuentes La Roche trajo este evento hace cinco años a Perú, después de sus exitosas reediciones en Segovia, México y Colombia. Mario Vargas Llosa sugirió Arequipa como sede. ¿Cómo se hace un festival con tantos invitados? Dos factores deben funcionar como relojería: inyección económica de aliados estratégicos. En Arequipa es clave la participación del Gobierno Regional y varias empresas privadas.
Otro quebradero de cabeza son las agendas de los invitados. Pamuk, por ejemplo, no viaja mucho a Latinoamérica. En anteriores ediciones era imposible traerlo. Ahora coincidió su estancia en Nueva York. García Márquez nunca aceptó una invitación a la edición original del Hay Festival en Gales, Reino Unido. Lo ahuyentaba el frío europeo y el idioma. “Si Gabo no va a Gales por qué no vais a Cartagena”, le sugirió el escritor mexicano Carlos Fuentes a Cristina. Así fue. En esa primera edición, el nobel colombiano se convirtió en figura estelar.
La fiesta continúa. Cócteles de honor para los invitados. Algunos bohemios prolongan la jarana hasta la salida del alba. El fin de semana avizora. Pamuk conversa con Peter Florence. La mesa con los biógrafos de Martín Vizcarra es imperdible, la de Bogotá 39, #Metoo, Juan Perro con Pelo Madueño, Aracely Quispe, la científica peruana que trabaja en la Nasa y la lista sigue. ¡Buen provecho!