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Domingo

Juan Manuel Robles: “Es un privilegio hacer ficción y crónica”

Laura Bozzo, Genaro Delgado Parker, Polo Campos. Lima sigue siendo la ciudad perturbada que Juan Manuel Robles describió hace una década en Lima Freak. Una reedición esperada y vigente.

1.	Varias de estas historias fueron publicadas en la revista Etiqueta Negra.
1. Varias de estas historias fueron publicadas en la revista Etiqueta Negra.

Escribe: Renzo Gómez Vega / Fotografía: Michael Ramón

¿Dónde lo consigo?, solían preguntarle. Y Juan Manuel Robles no sabía qué contestar. Ahora sí. La reedición de Lima Freak (Planeta, 2019) es un hecho. Ya no más fotocopias rayadas.

Muchos escritores suelen tener reparos con su Edad de Piedra. ¿Qué opina este Robles barbudo releyendo a su Robles lampiño?

(Risas) Sucede como con las referencias de adolescencia. Las rechazas con vehemencia, pero después, cuando adquieres cierta madurez, reconoces movimientos, trazos, gestos que nunca más volvieron a darse. Ese tú del pasado se lanzó a la piscina en muchos aspectos habiendo resuelto un problema sin darse cuenta cómo.

Sobre todo si ese chico que quería escribir había estudiado Ingeniería de Sistemas...

(Silencio) Sí, claro. Yo había estudiado dos años. Y no es que me fuera mal. De hecho, los cursos que más disfruté son los que más pesadillas generan: matemáticas, cálculo, álgebra lineal y programación. Era parte de mi identidad, y eso contuvo la posibilidad de tomarme la vocación literaria en serio.

¿Existe mayor honor para un cronista que su libro circule en fotocopias anilladas por distintas facultades?

Es un privilegio. No es solamente que te lean, sino que te circulen. Los libros aparecen, se comentan en la prensa, salen buenas o malas reseñas, pero es esa existencia en la conciencia de algunas personas que hace que un autor sea alguien para un lector aún sin haberse leído. Algo tan artesanal como las fotocopias te habla de cómo la cultura crea sus propios mecanismos y redes.

Polo Campos quería ser velado en el estadio Nacional. Pero su final fue más solitario, como el de Genaro Delgado Parker. ¿Qué siente un cronista cuando se le muere un personaje?

(Risas) A pesar de sus luces y sus sombras, Polo Campos era un creador. Genaro Delgado Parker no tenía esa distinción. Era un canalla, un mal tipo. Se murió como en una novela cursi mueren los malos hombres: solo, con el cuerpo marchito, doblado en dos. Con Polo Campos sucedió esa cosa que dicen los mayores: qué injustos que somos. ‘Contigo Perú’ sonó en el mundial, y nadie dijo que esa canción era suya. Aunque sea una maldita mención.

Polo Campos era un genio creativo y a la vez el típico machista. El cronista debe enfrentar al personaje sin esa mirada prejuiciosa del común de la gente. ¿Hemos perdido el foco de nuestro trabajo por hacer un periodismo de redes?

Hemos perdido siglos de uno de los mayores avances en la historia de la humanidad que es meterse en la mente del otro. El periodismo lo hace para tratar de comprender a un monstruo. El periodista hace el trabajo de convivir un rato con gente indeseable para que nosotros sepamos más. Es nuestro testaferro. Pero la lógica de las redes es no dar ese espacio.

No estamos comprendiendo a nuestros monstruos. Allí tenemos a Alan García, quien está a la espera de autor.

Yo sí daría un paso al costado, porque mi opinión debido a lo investigado sobre él lo configuran como un ser indeseable, con un último acto de cobardía que lo deshonra. Eso me ha generado una posición demasiado clara sobre él como para que yo pueda hacer un trabajo con la debida distancia.

Cronwell Gálvez soñaba con que su vida se contara en una miniserie. Polo Campos igual. Nada de eso sucedió. Son planes truncos de gente que nunca recuperó la cúspide de la fama. ¿Cabe la compasión?

Nuestra posición de privilegio intelectual nos hace despreciar la construcción de estas famas de diario chicha. Me encanta la figura del hombre-fama que pierde todo, pero sigue teniendo esa suerte de última cuenta de ahorros.

Ya no haces periodismo. ¿No extrañas subirte a un camión de la basura o ingresar a una prisión camuflado?

Créeme que no lo extraño. Me gusta estar más sentado. Molerme mi café tranquilo. No romantizo la adrenalina. Hay cosas deliciosas que tiene la crónica como el momento en que no sabes qué va a pasar. El solo tener una idea de quién es tu personaje e irlo descubriendo mientras lo haces. Pero es una elección de vida.

Es curioso eso del café. Te aburguesaste entonces.

No creo en esa diferencia de niveles. Creo que hay tránsitos. El aburguesamiento es la pérdida de la incertidumbre. Quien inventa, crea, da vida desde una silla no hace un trabajo de menos valía que aquel que está recorriendo la ciudad. Es un privilegio hacer ficción y crónica. Muchos escritores creen que pueden y no. Si de algo me enorgullezco es de esa condición anfibia.

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