Eloy CacyaEl presidente Pedro Pablo Kuczynski juega con la posibilidad de coronar el nevado Coropuna, en Arequipa. No quiere ir solo. Pide que lo acompañe Eloy Cacya, un experimentado guía de montaña y rescatista. Él fue quien encontró al joven Ciro Castillo, en el Colca, y pronto contará esa historia en un libro.,El guía de PPK,Una mañana, sobre el cañón más profundo del mundo, el prolongado ronquido de cuatro aviones rompió el silencio de los distritos de la provincia arequipeña de Caylloma. Eloy Cacya no recuerda con exactitud si tenía seis u ocho años, pero ese estruendo interrumpió sus juegos. ¡Mira!, gritó, sorprendido, a sus hermanas. "Alguna vez subiré a un avión", se prometió a sí mismo mientras el rugido fallecía. Ese episodio nunca se borró de su memoria y marcó para siempre la vida de aventurero que planificaba. Deseaba con ansias ser militar. Las historias que sus padres y tíos contaban sobre los cuarteles lo sedujeron. Alguna vez su padre, Ismael Cacya, le habló del valor que se necesitaba para saltar con paracaídas desde un avión. Esa hazaña lo tenía fascinado. Han pasado más de cuarenta años de esa etapa de su vida en Pinchollo, un distrito ubicado en el Cañón del Colca. Eloy Cacya atesora esos recuerdos. Cuenta que de pequeño trataba de ahuyentar a los inmensos cóndores que asaltaban los campos para comerse a los borregos, que cazaba pajaritos –algo de lo que se arrepiente ahora–, y que coronaba las montañas del Colca como pasatiempo. En la actualidad, Cacya tiene 49 años y una familia con tres niños. Caminamos en un mall de la ciudad de Arequipa. Hablamos de su extraordinaria capacidad como rescatista. Él ubicó el cuerpo del joven Ciro Castillo Rojas en un abismo del nevado Bomboya (2011), también el de Olivier Toledo en el desierto arequipeño (2013) y el de Jhon Barrientos Sucasaca en las faldas del volcán Misti (2017). Su habilidad trae consuelo a los deudos que quieren despedirse por última vez de sus seres queridos. El guía que quiere PPK El último lunes, en la sesión solemne por el aniversario de Arequipa, el presidente Pedro Pablo Kuczynski afirmó que quería escalar el nevado arequipeño Coropuna, de 6.425 metros de altura y que espera que Eloy Cacya lo prepare para tremendo esfuerzo físico. "Me dicen que no es una montaña tan difícil y le he pedido a la gobernadora Yamila Osorio que me presente al guía de montaña Eloy Cacya para que me acompañe porque no se puede hacer andinismo sin guías", dijo el mandatario. Cuando le cuento esto, Cacya se sorprende, no había escuchado al presidente. "Si ha hablado de esto, debe ser porque conoce mi trabajo. Quizás sea una broma, ¿o será en serio? No lo sé", se ríe. Eloy es guía de alta montaña desde el 2000. Empezó de forma empírica y luego se formó en el Centro de Estudios de Alta Montaña de Huaraz. ¿Por qué Cacya no se convirtió en el militar que anhelaba? Su vida no fue sencilla. Dejó el colegio cuando cursaba el tercer año de secundaria. A los 17 años se presentó para el servicio militar en la Fuerza Aérea del Perú. Allí cumplió uno de sus sueños: formar parte de las Fuerzas Especiales de la FAP acantonadas en la base de Vitor, Arequipa. Cuando habla de paracaidismo los ojos le brillan. Una mañana, –cuenta– el oficial encargado dio por fin la orden de que despegara el helicóptero desde el que saltarían por primera vez. Entre ellos estaba Cacya, que sentía miedo. Al primer soldado le llovieron patadas y empujones por su negativa a lanzarse al vacío, lo que lo puso más nervioso. Pero una vez en el aire, se sintió libre. "Es impresionante, es la sensación del vuelo de un pájaro", describe. Esto afianzó su vocación: quería hacer carrera en la FAP. Para ello postuló a la Escuela de Suboficiales en Lima. Ingresó al segundo intento. Pero necesitaba dinero para asegurar el puesto. Le dijo a su padre que necesitaba su apoyo. Ismael Cacya quiso vender sus vacas y ganado para ayudarlo, pero no consiguió un comprador. Eloy tuvo que regresar sin nada a Lima. Pensó que pidiendo ayuda a los oficiales que conocía podía asegurar su ingreso pero no pasó nada. Le dijeron que volviera el año siguiente. "Eso me dolió mucho", se entristece. Desilusionado, dejó la FAP. Hacia la cima "Después de eso nunca dejé de ser perseverante", afirma. Lo demostró cuando culminó un curso de buceo en la ciudad argentina de Córdova y también cuando luchó contra todo por sacar su título de guía de montaña. Le faltaban los implementos necesarios, pero ganas le sobraban. Sus logros no son pocos. Sube al Coropuna casi tres veces al año con expediciones científicas extranjeras. Su mirada conquistó las cumbres de los volcanes Ampato, Misti, Chachani, Mismi, las montañas de la Cordillera Blanca, el Huascarán. Incluso recorrió todo el río Amazonas, en la parte peruana. El triste caso de Ciro Castillo, el joven que se perdió en el Colca junto a su enamorada, Rosario Ponce, fue trascendental para su carrera. Ni empresas especializadas en rescate de montaña, ni la Policía, ni los famosos Topos de México lo encontraron. Este hombre, de 1.65 metros, lo halló. Dice que fue un acto de justicia porque su intención solo era ayudar y no tenía hambre de protagonismo ni buscaba dinero. Cacya ha retado siempre a la muerte, y mientras buscó a Ciro estuvo cerca de accidentarse. Iba solo, sin nadie que lo auxiliara. Ahora se pregunta cómo pudo hacerlo. Estaba en medio del territorio de los pumas. Y la hipotermia podía presentarse en cualquier momento. Pero lo que más lo asustó ocurrió después de que encontró el cuerpo del muchacho, casi siete meses después de iniciada la búsqueda. Una comitiva de peritos del Ministerio Público y de rescatistas, liderados por Cacya, ascendieron hasta el cerro Fortaleza, una quebrada que termina en un abismo de más de 300 metros. Solo un perito, el que llevaba la canastilla para depositar los restos, pudo seguirle el paso. Cuando los rescatistas los alcanzaron se dieron cuenta de que no tenían una bolsa para cubrir el cuerpo y ninguno de ellos estaba en capacidad de poner a Ciro en la canastilla. Cacya tuvo que hacer ese trabajo. Pegado a la canastilla, y con ayuda de una cuerda, fue ascendiendo de a pocos. Le daba miedo que una roca le cayera en la cabeza. Del caso solo quedan algunos recuerdos que ha plasmado en un libro que piensa publicar muy pronto. ¿Le causa algún sentimiento hallar muertos a los jóvenes que se pierden en las montañas?, le pregunto. "Me da impotencia que uno no llegue a encontrarlos en el momento preciso. Uno quisiera rescatarlos antes de que se mueran, pero es así". Cuando rescató a Olivier Toledo, joven que se perdió en su peregrinaje a Chapi, pensó que estaba vivo. El experto halló sus pisadas y dio con su paradero. "¡Olivier!", gritó, pero no obtuvo respuesta. La autopsia determinó que tenía varios días de fallecido, pero Cacya piensa que murió poco antes de que lo encontrara. "No tenía olor. Parecía que solo unos momentos antes se dejó vencer". Jhon Barrientos fue su último rescate. Todos le decían, hasta la Policía, que no lo ubicaría. Pero, como siempre, logró lo que se había propuesto. Cacya ahora vive en el cono norte de la ciudad de Arequipa. Regresa al Cañón del Colca cada vez que un grupo de turistas lo contrata para conocer sus maravillas. Nunca deja de promocionar a su tierra. Fue el primer guardaparques que se casó en la Cruz del Cóndor, el lugar del Cañón del Colca donde se puede ver volar a esta ave con libertad. Su más grande deseo es enseñar todo lo que sabe. Quizá, con el tiempo, se convierta en instructor. Si el presidente lo llama, acudirá gustoso. No lo dejará solo en el Coropuna. Él ubicó el cuerpo del joven Ciro Castillo Rojas (2011), también el de Olivier Toledo (2013) y el de Jhon Barrientos (2017). “Me da impotencia que uno no llegue a encontrarlos en el momento preciso. Uno quisiera rescatarlos antes de que mueran”.